por: Nayiris Urdaneta
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Así como las fachadas de las casa coloniales, los dulces criollos, y tantas cosas nuestras han ido desapareciendo , igual ha pasado con los amplios patios de tierra en las casas de antaño, cubiertos con cemento para servir de estacionamientos a los vehículos. Los patios de antaño, víctimas de la modernidad.
Los patios han sido testigos de la historia familiar pueblerina. Recuerden si entre sus anécdotas o cuentos de infancia está presente un patio, haya sido de los abuelos, algún otro familiar o amigos. Lo más seguro, me dirán que sí.
En mi caso, aún recuerdo el patio de la casa de mi abuela. Allí transcurrió gran parte de mi humilde pero muy feliz infancia. Como no recordar y conectarme con esos momentos cada vez que voy de visita. Al llegar, me siento en una vieja silla tejida de mimbre a contemplar lo poco que queda de él. Me quito mis zapatos y descalza, cierro mis ojos al pisar el suelo de tierra como buscando conectarme con esos gratos momentos.
El patio de mi abuela |Foto: Nayuris Urdaneta
El patio productivo
Recuerdo claramente que había una mata de cerezas, de ellas mi abuela hacía uno dulces deliciosos. Con la mata de tapara, me enseñó hacer “totumas de tapara”, utilizando un serrucho oxidado cortábamos en dos partes la tapara verde, luego sacábamos lo de adentro y a poníamos a secar con el sol las dos conchas o totumas. Las totumas de tapara las usábamos como plato para tomar sopa.
Comíamos mangos de un árbol grande ubicado al final del patio. Degustábamos el mamón en tiempos de invierno, la vecina tenía una mata de mamón cuyas ramas pasaban al patio de mi abuela para brindarnos sus frutos.
Como dicen, patio que se respete no le hace falta el limón. Pues, allí también teníamos limón.
Existía un pequeño estanque rustico hecho de cemento donde se bañaban los patos, eran pocos recuerdo, así como un pequeño alambrado que hacía la función de corral para las gallinas, pollitos y gallos. Siempre teníamos huevos de gallina, y crecí comiendo huevo tibio con un toque de sal, pura proteína. Cilantro de monte, ají, orégano eran algunos de los aliños sembrados en ese sitio para aderezar la comida.
El patio medicinal
Mi abuela conocía todas las propiedades medicinales de las plantas que tenía en su patio. Dolores de cabeza, fiebre, diarrea, conjuntivitis, culebrilla, y otras dolencias, eran tratadas con infusiones de las platas que estaban sembradas. Ejemplo de ellas; la Manzanilla, para problemas de tipo intestinal, y la raíz de valeriana, para paliar situaciones de estrés e insomnio.
El patio místico con sus historias
Las historias místicas estaban también presentes, les cuento que una vez mi abuela me relató que los antiguos dueños de la casa, antes de morir, habían enterrado una botija con morocotas de oro, cosa común que hacían las personas de esa época para resguardar las pertenecías de valor. Mi abuela decía, “.. la persona que observe una luz brillante en el patio, significa que los muertos lo eligieron para indicarle donde estaba el tesoro enterrado”. Yo nunca vi ninguna luz, y les soy sincera, jamás quise verla.
Otra historia que me contó mi abuela, tuvo que ver con un viejo excusado clausurado con cemento, estaba ubicado casi en medio del patio. Cuando le pregunté qué era eso, me dijo: “allí era donde las personas obraban”. De esa manera se referían las personas al acto de defecar. Al respecto, también me contó que en el pueblo existió un señor que se ganaba la vida vaciando los excusados de las casas pudientes, y que para cobrar sus servicios, cortaba una rama de algún árbol que estuviese en el patio del cliente, lo hundía dentro del excusado, y dependiendo del nivel, realizaba el cobro por su servicio. Cosas y cuentos de aquellos tiempos.
En la actualidad, lo poco que queda de ese patio es mi santuario, con una taza de café en la mañana y en la tarde, lo disfruto siempre. Allí pienso, reflexiono, celebro y hasta he llorado noticias tristes. El sonido de la lluvia en el techo de zinc, el olor a tierra mojada, son elementos que aún reviven en mí ese lugar mágico, el patio de mi abuela. ¿Tienes anécdotas de algún patio en tu infancia? Déjame tu comentario.