Por: Óscar Fernández Galíndez – Venezuela / Correo: osfernandezve@gmail.com
La ética superior no es ni siquiera llegar a la comprensión del bien y el mal. Obviamente es necesaria dicha comprensión, pero no es ni será ésta la correlación impulsora de los nuevos cambios en la sociedad.
La nueva sociedad será impulsada por una ética y estética de la cooperación. Esto último es muy importante tenerlo muy claro porque en ésta primera fase, parecerá que hay seres que se distancian unos de otros, y no es así simplemente habrá seres que desearán trabajar en equipo y otros que no.
Aquellos que no deseen trabajar en equipo no podrán ser obligados, pero serán ellos mismos quienes se autoexcluyan. Será en ésta primera fase del proceso que observaremos seres que parecerán oponerse los unos a los otros, pero no será así sólo habrá un grupo que querrá colaborar y construir en colectivo sin negar su individualidad y otro que querrá seguir construyendo desde su práctica individualista.
Aquí estaremos sembrando la instauración de una supra – lógica que supere a la hasta ahora dominante lógica aristotélica. Esto hay que explicarlo bien porque la lógica aristotélica, es decir, la lógica de los extremos es precisamente la que excluye y la que pone una cosa por otra. Entonces hablar de una lógica que supere a la aristotélica no será una que la sustituya, sino una que integre otros elementos a los ya existentes.
Dentro de ésta nueva lógica emergerá una nueva visión del mundo y de la vida no fragmentaria, y es desde esa nueva perspectiva que surgirán una nueva ética y estética.
El ser y el hacer irá de la mano con la belleza de la vida. Esto también hay que explicarlo bien, porque cuando hablamos de belleza no nos referimos a esa instancia de vanidad que la lógica del consumo nos ha vendido y que genéricamente llamamos moda.
Esa en todo caso sería una antiestética, nos referimos a una profunda dimensión de la sensibilidad humana en la que ya no habrá separaciones, ni egoísmos ni egocentrismos.
Todo esto es necesario decirlo porque será precisamente este tipo de comportamientos el que nos advertirá de la presencia o no del sentido apropiado por y para la vida.
No hay seres mejores o peores, superiores o inferiores, todo eso es y siempre fue un engaño. Sí hay seres que pueden llegar a comprender cosas que otros no. Sí hay seres que desde su experiencia de vida pueden incluso llegar a cometer graves crímenes incluso contra ellos mismos, pero todo eso sólo nos dice que son seres confundidos, sólo eso.
El nuevo mundo, la nueva vida, ya está entre nosotros, es por ello que de los dones del espíritu en estos momentos el más importante para todos es y será el don del discernimiento.
Debemos aprender a distinguir el bien del mal, lo coherente de lo incoherente, lo racional de lo irracional. No para aislarlo o negarlo, sino para saber actuar en consecuencia de acuerdo a cada situación.
El mayor engaño lo constituye el autoengaño. Cuántas veces escuchamos a muchos decir: Es que yo creía que no era así, yo creía que era de otra forma, el comportamiento de dicha persona me sugería otra cosa, etc.
Es por ello que no podemos permitir que lo que no es se nos siga presentando como la norma. Quienes no entiendan esto no podrán avanzar pero en estos momentos no hay tiempo para detenernos a esperarlos, sobre todo porque muchos de ellos están tan adoctrinados que no entenderán razones.
Por ello les digo, ustedes que sí han comprendido el verdadero sentido de la vida, hagan lo que sus corazones les guíe y nada más, lo demás tomará el curso que le corresponda.