Por: Óscar Fernández Galíndez – Venezuela / Correo: osfernandezve@hotmail.com
Muchas personas creen que esto de decidir transitar por el mundo de la espiritualidad, es cosa fácil. Creen que es como dicen, soplar y hacer botella. Aunque irónicamente soplar para hacer una botella en arte murano por ejemplo, no es cosa fácil.
La vida toda tiene sus dificultades sea cual sea el camino que se elija. En el mundo de la espiritualidad, por ejemplo, no podemos pretender mostrar y/o enseñar cómo alcanzar la paz interior, si no la hemos logrado previamente en nosotros. El mundo está lleno de incoherencias, pero quién decida buscar su propia iluminación, no puede pretender engañarse a sí mismo. Y todo esto porque simplemente, quien sí está en el camino, percibe a lo lejos quién miente y quién no.
Podemos transitar por un rato con otras personas este camino, pero siempre terminaremos solos porque la soledad es la verdadera maestra en esta formación que nunca termina. Los entrenadores son aquellas personas que son capaces de poner a prueba nuestros dones y virtudes espirituales.
Puede ser que seamos muy pacíficos y demos charlas y seminarios sobre cómo controlar la ira, pero también es muy probable que en una situación crítica no seamos capaces de mostrar lo que pretendemos enseñar. Las pruebas son continuas, y siempre vienen de quién menos esperamos. Recordemos que por lo general quien sale movido es el ego no el ser.
El ego siempre cree saber, tener la razón y poseer el control. Los entrenadores pueden ser seres despiertos enviados a ponernos a prueba o seres dormidos usados con el fin de sacar a flote eso que no está bien en nosotros y que, por nosotros mismos, seríamos incapaces de resolver.
Todo esto tiene sentido y sirve de aprendizaje si nos percatamos de ello y somos los testigos de nuestra propia evolución. De lo contrario, seremos simples juguetes de las circunstancias, culpando a otros de todo lo que nos pasa.
A veces hasta nos autocastigamos a nosotros mismos preguntándonos, por ejemplo: ¿por qué me pasa eso, si esa lección ya la aprendí y la superé? Si te sigue afectando así sea mínimamente, no la has superado. Otra cuestión relacionada a esto, la vemos en aquellas personas que creen que van a cambiar a los demás.
Por lo general el patrón de ellos mismos, es incuestionable y pasan toda su vida viendo la paja en el ojo ajeno y negando la viga en el propio. No se puede alcanzar la iluminación si no se es consciente de todo lo aquí dicho. No sé trata de un recetario que hay que cumplir en orden y con fe ciega. Lo principal que se nos exige para con nosotros mismos y con los demás, es mucho amor y paciencia.
Porque dentro del plan de sanación, hay que estar también listo para los retrocesos que a veces ocurren. Algo que resulta muy estimulante, es cuando descubrimos que ante una situación dada, la respuesta que damos ha variado al pasar del tiempo y que nuestros corazones ya están más tranquilos. Eso da mucha satisfacción, pues sentimos que ha valido la pena el esfuerzo, por supuesto eso dura poco, pues siempre hay mucho más que trabajar.
Pero no olvidemos observarnos y celebrar lo que merezca ser celebrado. Recuerden esto, este camino es infinito, no se trata de una carrera de velocidad sino de resistencia. Aquí no importa quién llega primero, lo importante es llegar, e incluso más importante aún, lo es el camino.
Sean libres.