Por: Juan Alberto Cerda Guzmán  Chile / Correo: elpsicodudoso@gmail.com

¿Alguna vez te has detenido, tan solo un segundo, para observar atentamente y analizar tu entorno laboral? ¿Tus colegas son ese tipo de personas que está atento a las contingencias del país y qué producto de eso, son capaces de formular opiniones coherentes y exponerlas con el resto? Tomate unos segundos antes de seguir, y mientras lo haces, me gustaría que pensaras en ti, principalmente en tu participación: laboral, académica, social, familiar, individual, etc.

El día de hoy quisiera compartir con ustedes algunas pequeñas reflexiones que he ido elaborando gracias a la observación empírica que la experiencia me ha otorgado en este último tiempo, por supuesto, de ninguna manera estáticas, más nunca cerradas a ser modificadas según el aumento del capital cultural que me puedan propiciar tanto la vida como los libros.

Desde ya hace bastantes días me han dado vuelta muchísimas cosas asociadas al campo de lo laboral, específicamente a la funcionalidad de las y los profesionales que se desempeñan en el sector público de mi país, Chile. No les niego que me gustaría centrarme en los psicólogos/as, pues esa es mi área de estudio, sin embargo, aquello demandaría un análisis más exhaustivo de mi parte, por lo que esta vez, mis comentarios recaerán en la somera generalidad.

Para contextualizar, hace un poco más de dos meses he estado ejerciendo dentro del tal amado y temido, según el caso, Sistema Público Chileno. Por supuesto que mi visión no se basa tan solo en esta acotada periodicidad, por el contrario, mis padres (al estar insertos desde hace años) han sido mi primera referencia, más el tiempo que llevo podría tomarse como un contraste de lo que he escuchado desde que soy un niño. Cómo ya se sabe, del dicho al hecho hay un gran trecho, en mi caso, la realidad se me ha develado de manera abismante.

A grandes rasgos, la estructura de este sistema es enorme; existen departamentalizaciones para todo, aun siendo esto así, no es capaz de responder a tanta necesidad psicosocial, bueno, eso es lo que siempre se le comenta a la mayoría, no obstante, si se aplicasen criterios de objetividad, la verdad sería otra, es decir, que la inoperancia se debería, principalmente, a la pasividad acostumbrada que han asumido los diversos profesionales.

Me atrevería a decir que estamos insertos en un sistema que tiene funcionarios empapados de pasividad intelectual, castrados de pensamiento crítico, analítico y reflexivo; la mayoría, por no decir todos, funcionando en modo automático. Puede ser que este sea un fenómeno común, pero no por eso deja de ser alarmante. Por el contrario, llama poderosamente la atención que muy pocas personas sepan algo más allá de los que les exige su contrato; no hay opinión, más solo replica de lo que otros dicen; no se visualiza el deseo de querer formarse de manera constante, por lo que dejan en claro que no existen actualizaciones de conocimiento real. Esto es decepcionante, pues la palabra experto, con la que la mayoría de los profesionales suele clasificarse (con un alto grado de narcisismo), al parecer, les está quedado gigante.

Meditando sobre lo anterior, he considerado tres posibilidades del “por qué” esto podría ocurrir: 1) falta de tiempo, 2) falta de dinero y 3) falta de interés. Ninguna justificaría la pasividad profesional como tal, teniendo en cuenta que mejorar no constituye llenarse de certificados oficiales de alguna temática de estudio, por el contrario, basta tener motivación e internet para poder aprender más y otorgar servicios de calidad.

Ya no se ve que los profesionales pongan el 100% de sus capacidades creativas para desarrollar algo mejor, entendiendo que lo mejor siempre es construido por y para los demás. Es triste notar que hoy se busca trabajar menos, ganar más y alejarse con mayor fuerza de los demás. En lo que concierne a las Ciencias Sociales, siempre hay algo que hacer o crear, sin embargo, el individualismo ha hecho que nuestros ojos dejen de observar con atención y que nuestro corazón deje de sentir con verdadera pasión. Solo yace instalada una burocracia mecánica que nos aisla más y más del verdadero sentido y propósito profesional.

Otro fenómeno que he podido visualizar es la lucha de egos entre colegas para demostrarle a una jefatura quien lo hace mejor; ya no importa cuál es el precio para optar a un puesto de trabajo. La lealtad, el compañerismo, la empatía, el respeto, es decir, la humanidad mínima de ser colegas y, principalmente, un equipo de trabajo, ha quedado en olvido, tan solo como un concepto utópico del cual se habla, pero no se alcanza. Esto me ha dado algunas luces del “por qué” los objetivos de los trabajos (inscritos en el sistema) estarían perdiendo consistencia y no siendo logrados.

Hace falta que los profesionales se interesen por generar espacios para priorizar el estudio y la escritura, ambos de manera diaria. Dichas prácticas son esenciales para seguir mejorando, de lo contrario todo se vuelve monótono, mecánico y aburrido, como ahora. Cada experiencia debiese ser vaciada en la escritura y socializada mediante la divulgación, difusión y/o academia, y hacer de la educación un espacio de todas/os. Nuestras acciones siempre son y serán significantes en la medida que influyan a otros. La posibilidad de estudiar constituye, hoy y siempre, una posición de privilegio, por lo que, en estricto rigor, contribuir no sería un simple acto voluntario, sino un deber (ético-moral) obligatorio.

Soy un fiel creyente de que las turbulencias son las que generan nuevas reflexiones y acciones; este artículo tiene como objetivo ser polémico ante lo anteriormente expuesto. Tengo claridad que no puedo ser “bolita de dulce” para todo el mundo, y siendo honesto, jamás he tenido intenciones de serlo. Puede que este breve texto sea leído por personas que compartan mi postura, como también puede que no, sin embargo, de existir la discrepancia, solicito, a ese lector en específico, que pueda dejar sus razones en los comentarios.

En último término, admito que todo lo que he dicho puede ser un verdadero problema o tan solo mis obsesiones por hacer que los profesionales que se encuentran en ejercicio mejoren para sí mismos y para los demás. No todo está perdido. Seamos ese pequeño cambio que queremos ver en el mundo.

Y a ti, ¿Qué te parece? ¿Te habías puesto a pensar en esto? Coméntanos. Sígueme en Instagram: https://www.instagram.com/elpsico_dudoso?r=nametag

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