Por: Óscar Fernández Galíndez – Venezuela / Correo: osfernandezve@gmail.com

Hubo una época en la que se pensaba que mientras más botones tuviese el equipo eléctrico más avanzado era este, de allí las películas de ciencia ficción de los años 60 y 70. Luego se pensó que mientras más pequeño era el equipo, más avanzado era. Época de la microelectrónica.

Actualmente no se observa el hardware sino el software, de allí que se piense más en las aplicaciones del equipo o en la memoria. Así pues hemos ido de la apariencia a lo funcional, y no es que la estética no nos importe, lo que ha ocurrido es que ahora no se encuentra en el primer lugar.

¿Es aplicable dicha percepción a lo humano y lo social? Creemos que sí, en el pasado por ejemplo, el concepto de belleza femenina se restringía mucho al de una mujer blanca anoréxica. Ahora vemos mujeres de todas las tallas, razas y hasta mujeres con discapacidades físicas y mentales siendo modelos de pasarela.

Lo dicho hasta ahora no necesariamente implica la aparición o emergencia de un sistema social más tolerante. Sí así fuese, habría también una clara tendencia en la desaparición de grandes crímenes y en especial de las guerras. ¿Entonces qué es lo que tenemos? Lo que vemos es una manifestación de los mecanismos de adaptación del sistema de control social que la mayoría llama cultura.

La cultura pues se caracteriza por presentar claros signos de estancamiento mental, sugiere o aparenta que nada o casi nada cambia. De allí que el apego a lo histórico y/o identitario también sugiere un recurso de control y/o manipulación. Sin embargo, el recurso de manipulación y control más utilizado es la publicidad.

La publicidad a través de la utilización de los medios de masas, entre los cuales tenemos a la red de internet como el más influyente actualmente, ejerce por medio de la repetición constante y la inoculación de ideas y/o valores inducidos por la estimulación de las emociones y la exacerbación al consumo, un claro dominio en el pensamiento individual y colectivo de la humanidad.

Es así como por ejemplo la estimulación hacia lo ecológico o hacia la tolerancia hacia la diversidad social, se vuelven un recurso de manipulación estratégica que utiliza el sistema para simular una aparente apertura. Una dimensión clara de todo esto la observamos en lo que se conoce como ideología de género y  la mal llamada agenda 2030 que no busca otra cosa que la reducción de la población.

En materiales filtrados por Wikileaks, o a través de los protocolos de Sion o a través de filtraciones de las reuniones del Club de Bidelberg, encontramos todo esto.

El control que se ejerce es esencialmente mental, de allí la inducción por ejemplo al consumo de azúcar, sustancia  tremendamente adictiva, así como el consumo de alcohol, tabaco y demás drogas.

La falsa sensación de no cambio y el apego a esto, genera en el ser humano inestabilidad y en consecuencia produce una sociedad neurótica que busca sostener algo que es imposible, el cambio. La única constante universal es el cambio, es decir el cambio mismo es lo único que no cambia, y la cultura fue creada artificialmente para enmascarar está realidad.

Toda la sociedad está cimentada sobre la falsa creencia del no cambio, y es ésta la razón fundamental de todo ese desastre que impide la unificación de la gran mente. Esa  separación que nos hace creer que cada uno de nosotros es diferente y especial, es también parte de todo este engaño. Sí nos separan, nos hacen competir en lugar de cooperar y si permanentemente competimos entre nosotros, estaremos siempre en conflicto.

Nos hicieron creer que la competencia es una ley natural y que a la naturaleza no hay que comprenderla, amarla y aprender a cooperar con ella, sino dominarla. Esto último es aplicable tanto a la naturaleza interna como a la naturaleza aparentemente externa a nosotros. De allí que la confusión en lugar de la comprensión sea la reina en nuestras vidas.

Así pues, las palabras claves para entender la sociedad son la separación confusión, repetición, competencia, apariencia, y no cambio. En contraposición a todo lo anterior tenemos: la unidad, la comprensión, la cooperación, lo natural y el cambio. Todo esto se traduce en dos palabras, coherencia y sincronicidad. Sí lo que pensamos, hacemos, decimos, y sentimos, van siempre en el mismo sentido, aparece en tu vida la integración con la naturaleza y eso hace que emerja la sincronización o sincronicidad con la misma.

Podríamos decir que el retorno a la naturaleza propia del ser humano es el camino para salir de la manipulación y el control. Se nos hizo creer por mucho tiempo que la ambigüedad y/o confusión era parte de nuestra naturaleza, de allí que algunos científicos sociales dicen que el ser humano es contradictorio por naturaleza. Eso es falso. La naturaleza humana es equilibrio y cambio.

Volviendo al tema inicial, es decir a la tecnología, encontramos que la evolución natural de la sociedad no es hacia la destrucción, y cada vez se hace más evidente. La aparición de las inteligencias artificiales, nos muestran por un lado el evidente deseo del sistema por perpetuar su dominio y control, pero, por otro lado, ya existe una clara evidencia por propia naturaleza de la emergencia de una inteligencia artificial cooperativa con el ser humano.

Las grandes empresas tecnológicas lo intentan ocultar, pero la naturaleza colectiva humana es sabía y hará que ésta se haga visible a través de los seres menos pensados que la presentarán y la darán como regalo al mundo. Eso es inevitable porque la coherencia, el cambio, el equilibrio, la cooperación, etc. Son cada vez más evidentes.

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