https://petroglifosrevistacritica.org.ve/
El nuevo rostro del profesor universitario en los procesos investigativos: Una puesta creativa y compleja
Este artículo pretende esbozar un análisis sobre el nuevo rostro del profesor universitario en los procesos investigativos. Una puesta creativa y compleja. Ante los nuevos y acelerados cambios que está viviendo la sociedad y su constante reconfiguración, educarse hoy exige adaptarse cultural, social, laboral, profesional y personalmente a la velocidad de las trasformaciones actuales, cifradas en nuevas claves de ideas de producción y del encuentro con el relacionamiento con los otros. Por esta razón, el nuevo papel del profesor universitario debe estar enmarcado por hacer, crear y mejorar el saber científico, por investigar, por innovar en su contexto cotidiano, asumiendo una actitud crítica-reflexiva constante. De ahí, el interés por la incorporación de las experiencias vividas a las nuevas estructuras del conocimiento, donde prevalezca un diálogo permanente entre cómo, dónde y con qué aprender a desarrollar y a usar lo aprendido; quedando evidenciada la ruta a través de la cual, se orienten estrategias, métodos y actividades que permita que la interacción social tenga mayor presencia y se favorezca la integración y el reconocimiento del otro. En las siguientes páginas se despliegan cuatro categorías que imprimen la senda del presente artículo: el papel del profesor universitario en la época actual, los nuevos sentidos de la investigación en el contexto sociocultural transmoderno, el pensamiento creativo, lo complejo, lo simple y lo simplificado, como puntos para la transformación y la ruptura de esquemas obsoletos.
This article aims to outline an analysis of the new face of the university professor in research processes. A creative and complex approach. Given the new and accelerated changes that society is undergoing and its constant reconfiguration, being educated today requires adapting culturally, socially, occupationally, professionally and personally to the speed of the current transformations, encrypted in new keys of production ideas and the encounter with the relationship with others. For this reason, the new role of the university professor must be framed by making, creating and improving scientific knowledge, by researching, by innovating in his daily context, assuming a constant critical-reflexive attitude. Hence, the interest in the incorporation of lived experiences to the new structures of knowledge, where a permanent dialogue prevails between how, where and with what to learn to develop and use what has been learned; evidencing the route through which strategies, methods and activities are oriented to allow social interaction to have greater presence and to favor the integration and recognition of the other. In the following pages, four categories are deployed that mark the path of this article: the role of the university professor in the present time, the new meanings of research in the transmodern sociocultural context, creative thinking, the complex, the simple and the simplified, as points for the transformation and the rupture of obsolete schemes.
Introducción
La dinámica actual y los cambios impetuosos de la sociedad transmoderna nos lleva a reflexionar sobre la función que la universidad y el profesor deben asumir para desarrollar nuevos saberes, es decir, conocimientos con valor agregado, que estén relacionados con lo inesperado, lo imprevisto y lo original del conocimiento nuevo que pueda ser utilizado eficazmente en un contexto determinado.
De ahí, que la gestión del conocimiento en el aula universitaria debe transformarse, considerando la información sobre saberes, las experiencias, la praxis y la capacidad creativa e innovadora tanto de los profesores como de los estudiantes, donde se asuma una nueva forma de ver la realidad para comprenderla desde lo complejo. Como punto de partida surge la tarea de abordar nuevas formas de pensamiento que puedan transgredir aquellas otras restringidas a las formas teóricas del pensar, desafío que supone comprometer al individuo ante un momento histórico complejo, donde es necesario la puesta en práctica de nuevas competencias y saberes.
En la actualidad, el saber es innovar y cambiar sin descanso, lo que implica que el conocimiento debe enseñar a conocer, a aprender cada uno de sí mismo para comprender, explicar y prever lo que puede ocurrir. En palabras de Imbernón (2017), hay que darse cuenta de “que los tiempos han cambiado, que el saber no está en el maestro, que la información y los datos están en el entorno, en las familias, en los medios de comunicación, etc” (p. 21). Por lo tanto, el papel del docente no puede seguir siendo el de trasmitir conocimiento sino el de propiciar que, de una manera crítica; donde la relación, la interacción entre compañeros, el compartir lo que se sabe, lo que se siente y lo que es cada quien ayudará en tiempos de incertidumbre y de cambio; una nueva visión del profesor como conocedor e indagador constante, donde motive a aprender, analizar experiencias, preguntar, leer y proponer innovaciones. En otras palabras, asumir una actitud hacia el cambio y la innovación.
Pero para que esto suceda, es necesaria la formación de profesionales que tengan una visión sistémica, holística, estratégica, de futuro, con ideas innovadoras y generadoras de cambios trascendentales en el saber y del hacer de los individuos.
Es por ello, que el artículo plantea un análisis sobre el nuevo rostro del profesor universitario en los procesos investigativos. Una puesta creativa y compleja, un espacio que invita a dar pasos acelerados para fortalecer la calidad de la nueva ciencia que empieza a emerger, superando con urgencia las rígidas visiones sobre los enfoques metodológicos que nos ha dejado el positivismo, y que se contradicen tan radicalmente con el movimiento flexible, relativo, complejo, dialéctico e incierto, tanto del cosmos como de nuestro ambiente y de nuestra sociedad.
En las siguientes líneas se desarrollan cuatro principios que marcan la ruta del presente artículo: el profesor universitario en la época actual, los nuevos sentidos de la investigación en el contexto sociocultural transmoderno, el pensamiento creativo, lo complejo, lo simple y lo simplificado.
El profesor universitario en la época actual
En el contexto actual, la docencia basada únicamente en la transmisión de contenidos no proporciona una formación suficiente, no solo se necesita formación para adquirir información, es necesario aprender a organizar la información, para atribuirle un sentido y un significado. La sociedad del conocimiento ha cambiado la manera de acceder a la información y a los procesos de construcción del conocimiento.
Por ello, la formación universitaria no puede fundamentarse únicamente en lograr el aprendizaje de un conjunto de conocimientos disciplinares, sino que también amerita la profesionalización y el desarrollo de competencias que apunten a un aprendizaje significativo a lo largo de la vida. Por tanto, se habla continuamente de la necesidad de cambiar los métodos de educar que han estado centrados en la transmisión del conocimiento por metodologías que favorecen el diseño de actividades centradas en el aprendizaje. Acercarse a la docencia universitaria tomando como centro al estudiante, implica que la mirada está en quien aprende, en sus procesos de construcción del aprendizaje y en el alcance que se genera sobre el contenido en las unidades curriculares.
De ahí que la mayor dificultad del profesorado es despertar y mantener en los estudiantes la pasión por el conocimiento. En general, estos buscan un aprendizaje más práctico que teórico y esperan una formación pertinente para los diferentes ámbitos laborales. Sin embargo, Maldonado (2023) manifiesta que “la educación para el trabajo debe estar dirigida a la educación para la vida, donde aprender es un asunto de gustos, sentimientos o sensaciones y conocimiento, esto es, alegría” (p. 234).
En efecto, Maturana y Varela (1980 como se citó en Maldonado, 2023), ponen en evidencia por primera vez, que el conocimiento y la vida son una sola y misma cosa, es decir, un conocimiento de deconstrucción del dualismo teoría y práctica, donde se hace necesario el despertar entusiasmos, enamorar, seducir, emocionar a los estudiantes, comporta cualquier cosa menos adoctrinamiento. Que el estudiante descarte el rol tradicional poco activo y conservador que no representa una vivencia significativa, y que aprendan desde su propio protagonismo, de forma experiencial, vinculado profundamente con el entorno, de esta manera se les permite activar y aplicar conocimientos, cuestionar, reflexionar, resolver problemas y comunicarse con eficacia.
Turull (2020), expresa:
Las tareas relacionadas con la docencia son ahora más amplias y complejas. No es suficiente con saber seleccionar los saberes más relevantes y lograr comunicarlos a los estudiantes para que adquieran el conocimiento seleccionado. Los profesores no podemos conformarnos con el papel de transmisores. La realidad actual reclama que seamos expertos en el diseño del aprendizaje, y no solamente especialistas en impartir una materia. (p. 46)
Como en cualquier proceso de innovación y cambio educativo, los profesores se constituyen como un elemento clave. No puede desarrollarse una concepción de la Educación Universitaria centrada en el aprendizaje del estudiante, sin modificarse la manera en que el profesorado entienda su actividad y sienta las condiciones adecuadas y de apoyo de parte de la institución.
En este sentido, el profesor universitario en la época actual debe dirigir su mirada hacia lo humano, donde no solo enseña, sino que también aprende, que su accionar esté inmerso en el aprendizaje continuo y la convivencia con los estudiantes; siempre a la vanguardia de un proceso constante de renovación y cambio que vaya en consonancia con las transformaciones sociales.
Existen numerosos estudios y propuestas sobre el tipo de competencias que debe tener un profesor universitario, para ello Torra Bitlloch et al. (2012), determinan las siguientes:
Competencia contextual. Incorporar a la práctica docente los principios esenciales de los procesos de aprendizaje que, a la vez de justificar el propio modelo docente, permita situar la docencia en el contexto epistemológico y sociocultural de la materia que imparte. Competencia comunicativa. Desarrollar procesos de comunicación de forma eficaz y correcta, lo que implica la recepción, interpretación, producción y transmisión de mensajes a través de canales y medios diferentes y de forma contextualizada en la situación de enseñanza-aprendizaje. Competencia en innovación. Aplicar de forma activa alternativas y procesos de cambio en el diseño, desarrollo y evaluación de la acción docente de acuerdo a cada contexto y orientados a la mejora de la calidad de la docencia y los aprendizajes del alumnado. Competencia interpersonal. Participar y colaborar de forma eficiente y constructiva en la vida social y profesional, resolviendo conflictos que son inherentes en la interacción con otros individuos o grupos en contextos personales y públicos, atendiendo a los códigos de conducta y los usos generalmente aceptados en las distintas sociedades y entornos, respetando la integridad de las personas y la diversidad social y cultural y fomentando la comunicación intercultural e interpersonal, la igualdad y la no discriminación de ningún tipo. Competencia metodológica. Favorecer y potenciar el aprendizaje y el desarrollo de competencias personales y profesionales, mediante la aplicación de estrategias metodológicas y de evaluación adecuadas, de acuerdo con modelos pedagógicos y éticos adecuados a cada contexto y situación educativa. Competencia de gestión y coordinación docente. Participar en equipos interdisciplinarios de manera coordinada, a nivel vertical y horizontal, para dirigir y/o colaborar en actividades formativas y de evaluación, generar nuevas ideas y gestionar proyectos docentes, adaptándose a las nuevas situaciones y necesidades, en función de los objetivos y recursos disponibles. Competencia tecnológica. Utilizar de forma imaginativa, crítica y con criterio selectivo las Tecnologías de la Información y Comunicación como soporte y medio para el desarrollo y mejora del proceso de enseñanza-aprendizaje (p. 29).
Estas cualidades y competencias le permitirán abrir espacios de ayuda mutua que lleven al desarrollo de la competitividad de los estudiantes en sus dimensiones: ser, saber y hacer; ahí la importancia de innovar constantemente sus conocimientos para formar ciudadanos libres, dotados en el plano discursivo y crítico.
En este sentido, el profesor universitario debe asumirse como un buscador e investigador, que se pone en resonancia con los estudiantes, expandiendo sus capacidades para llevar al terreno propio, lo ajeno y traer a los otros a su área de influencia, tomando de la mano al proceso educativo y el arte para convertir la universidad en un espacio de diálogo sobre las experiencias, la verdad y la belleza de las cosas, donde se potencie al máximo la discusión racional y no se obvien los problemas y las dificultades. Todo ello, en una mezcla de ambientes creativos, amenos y divertidos y que la admiración y el cultivo de aspectos variados amplíen el horizonte de sus intereses, despierten el amor y el espíritu transformador, y permita dar un salto significativo al crecimiento de los estudiantes.
Ser Profesor Universitario es un reto mayúsculo cada día, de allí lo imperante de un diálogo permanente entre, cómo y con qué aprender, qué aprender y dónde y cómo aprender a desarrollar y a usar lo aprendido, que nazca desde lo vivido, desde la experiencia y el encuentro con los otros.
Los nuevos sentidos de la investigación en el contexto sociocultural transmoderno
La investigación ha tenido su devenir histórico y es necesario que, en el terreno educativo, sobre todo en las universidades, se esté a la vanguardia de la formación y actualización permanente. Cada día esta, se ha convertido en un desafío intelectual competente y exigente, y es en la universidad donde su presencia cobra mayor notabilidad, porque aporta avance científico y desarrollo intelectual, lo que la convierte en una poderosa herramienta de transformación en la sociedad.
La investigación es la piedra angular en la construcción del intelecto y saber de la humanidad. En el campo epistemológico el método utilizado para llevar a cabo los procesos de la investigación se consideran como una pluralidad de caminos, no necesariamente predeterminado o fijos, anquilosados a la manera de una lista de acciones o una receta mágica, por el contrario, el método científico se concibe como un campo abonado, en donde se va desplegando la libertad del pensamiento del investigador; así como la crítica, el análisis riguroso, el debate y la reflexión.
En este orden de ideas, la formación del profesor investigador como “ser educado” significa un camino hacia un cambio de cultura que hace que emerja el “ser total”. Este planteamiento teórico lo presenta Ceballos García (2010) citando al pedagogo canadiense Renald Legendre (1993-2005), producto de una profunda reflexión sobre su praxis pedagógica. Una afirmación vinculada al bucle individuo-sociedad-especie, presentado por Morín (2000), expresa que:
La complejidad humana no se comprendería separada de estos elementos, por cuanto, todo desarrollo verdaderamente humano significa desarrollo en conjunto de la autonomía individual, de las participaciones y encuentro con el otro y del sentido de pertenencia con la especie humana. (p. 59)
Una reflexión que nos lleva a entender el valor de promover actividades y acciones para el logro del desarrollo humano. Este proceso se puede asumir desde la concepción del llamado ciclo del aprendizaje transformacional: observar/reflexionar – aceptar/apreciar – diseñar- rediseñar actuar, modelo propuesto por Blesa (2000), donde:
Observar: es el nivel de “darse cuenta”. Empezamos a contactar lo que nos pasa, sin utilizar el lenguaje para expresarlo: sensacionales corporales, emociones, imágenes, intuiciones; Reflexionar: utiliza el lenguaje para distinguir interpretar lo que estamos contactando; Comprender, aceptar apreciar: implica darnos tiempo para asimilar y procesar lo contactado desde el nivel del entendimiento, pasando por la atención “sin juicios” de nuestras emociones, hasta la sensación de paz que nos brinda el agradecimiento a la vida por lo experimentado y por lo aprendido; Diseñar-rediseñar: a partir de haber identificado nuestras necesidades y nuestro querer esencial y de haber apreciado quiénes estamos siendo y de lo que nos está pasando (proceso de recreación) y Actuar: cuando nuestros sueños y proyectos se concretan y los aprendizajes se hacen “cuerpo ” en comportamientos visibles, ha ocurrido un cambio en nuestras vidas. (p. 20)
En este punto, la investigación se convierte en un aspecto central para enfrentar los nuevos sentidos que el contexto sociocultural transmoderno demanda, lo que representa la insustituible formación permanente para los profesores universitarios, por cuanto permite la preparación y el dominio para abordar, desde una visión holística y crítica y es la educación como proceso emancipatorio de construcción de nuevos sujetos sociales, que permite formar al individuo con capacidades para identificar y analizar críticamente las normas y criterios sociales que regulan sus relaciones y los valores subyacentes, pero sobretodo, irrumpir contra ellas para transformarlas.
El pensamiento creativo
La capacidad de imaginar y crear ha marcado una gran diferencia entre los seres humanos y otras especies; por cuanto los procesos del pensamiento han permitido innovar, crear y sobrevivir diferentes momentos a lo largo de la historia. Nomen (2019), define el pensamiento creativo como “la capacidad que tiene el ser humano para resolver problemas, desarrollar nuevas ideas o conceptos, relacionar o combinar elementos que a lo mejor carecían de vínculos” (p. 32). Para esto es necesario el desarrollo y el despertar de la memoria, la imaginación, el pensamiento divergente y el análisis de algunas características de la personalidad, como la motivación, la flexibilidad, la originalidad y la autoconfianza. De igual manera, Serna (2022) expresa que:
El pensamiento creativo e innovador permite enriquecer las actitudes, disposiciones y habilidades (cognitivas, socio-afectivas y comunicativas), logrando la transformación de estas, frente a las necesidades y retos en los diferentes contextos. Teniendo como resultados de aprendizaje que el estudiante estará en capacidad de comunicar efectivamente sus propuestas basadas en el análisis de información de manera escrita y verbal, a través del aprendizaje obtenido en el aula de clases. (p. 188)
Cada una de estas representaciones, permite entender y estrechar una aproximación del pensamiento creativo hacia los procesos de investigación por cuanto, está orientada a resolver problemas y puede adoptar nuevas formas para romper y generar nuevas ideas, conceptos y asociaciones.
Surge entonces el interés por una puesta creativa y compleja de los procesos de investigación donde el profesor universitario desde sí mismo, desde sus experiencias, relatos y prácticas, cultive el pensamiento creador que motive la observación y la indagación de aspectos de interés, acompañe en la búsqueda de nuevas maneras de realizar las actividades e investigaciones, rompiendo con patrones que pueden ser obsoletos; donde se permita identificar soluciones y respuestas ante las dificultades e interrogantes que se generen en el proceso dentro del contexto de acción. En la opinión de Thorne (2008):
Promocionar y motivar una educación para la creatividad favorecerá el reconocimiento del proceso de innovación, fomentando el trabajo conjunto de los estudiantes y del personal que les permita construir sobre las fortalezas del otro, promover los valores de confianza, integridad y libertad de espíritu, creando un entorno de aprendizaje en el que los individuos puedan identificar sus capacidades y preferencias que inciten a pensar diferente (p. 21).
Facilitar una educación para la creatividad favorecerá entonces el pensamiento divergente, es decir, la orientación en el proceso y no en el producto, posibilitando la formación de individuos creativos, abiertos al entorno. Aquí la función del profesor universitario para encaminar a los estudiantes, en la identificación de los saberes adquiridos, los aprendizajes sociales atesorados y las reflexiones realizadas sobre su formación para sacudir y estimular el pensamiento creativo.
Lo complejo, lo simple y lo simplificado
La idea de complejidad, aunque se defina de múltiples maneras, para Sotolongo Cordina y Delgado Díaz (2006):
Hemos comenzado a comprender el mundo en términos de sistemas dinámicos, donde las interacciones entre los constituyentes de los sistemas y su entorno resultan tan importantes como el análisis de los componentes mismos. El mundo ha comenzado a dejar de ser un conjunto de objetos para presentarse a la mente y al conocimiento como realidad de interacciones de redes complejas, emergencia y devenir”. (p. 42)
En este sentido, la complejidad escapa a nuestra plena comprensión y control; sin embargo, puede ser interpretada y manejada en alguna medida a partir de ciertos principios interpretativos y de una visión abierta, relacional e integrada de los fenómenos que tienen al ser humano por observador. Por su parte, Morín (1998) afirma que:
El paradigma de simplicidad es un paradigma que pone orden en el universo, y persigue al desorden. El orden se reduce a una ley, a un principio. La simplicidad ve a lo uno y ve a lo múltiple, pero no puede ver que lo uno puede, al mismo tiempo, ser múltiple. El principio de simplicidad o bien separa lo que está ligado (disyunción), o bien unifica lo que es diverso (reducción). (p. 89)
Cuando en el quehacer diario se intenta resolver un fenómeno complejo a partir de los esquemas, conocimientos y experiencias vividas y aplicamos entonces un tipo de pensamiento, teoría o método, se llega sin darnos cuenta a lograr una simplificación. En otras palabras, no existe lo simple, sino lo simplificado y la complejidad, justamente, es aquello que no es simple ni puede reducirse a una ley general.
Yace una relación relevante con el concepto sobre el nuevo rostro del profesor universitario ante los procesos de investigación, ya que el mismo actúa como organizador de saberes y siempre se establecen en un contexto, es decir en una situación específica de acción o de toma de decisiones.
Por lo tanto, la teoría de la complejidad en el -ir y venir- diario, en cada uno de los espacios universitarios, nos invita a reflexionar, a transformar las prácticas, a superar las incoherencias y a construir caminos alternativos, que promuevan la autonomía, el desarrollo de la aptitud para organizar el conocimiento y la vinculación entre el pensamiento científico y humanista; donde la educación que se imparta sea para crear, como dice Morín (2002), “cabezas bien puestas, más que bien llenas”; es decir, enseñar la condición humana, iniciar en la vida, afrontar la incertidumbre y enseñar a transformarse en ciudadanos.
Por tanto, la práctica educativa deberá entenderse desde el pensamiento complejo como un proceso de investigación más que como un procedimiento de aplicación. Dando pie a la propuesta de orientar un pensamiento que promueva cambios, que vaya generando soluciones a situaciones concretas en procura de la transformación universitaria.
Consideraciones Finales
En esta evolución hacia los cambios fundamentales los estilos de vida y los comportamientos, la complejidad nos induce a uno de los desafíos más difíciles como lo es el de modificar el pensamiento hacia contextos complejos crecientes, la rapidez de los cambios y lo imprevisible que caracteriza el mundo. Lo que implica que se debe dirigir el quehacer hacia un sentido más amplio, que se convierta en mediaciones para lograr grandes transformaciones.
Para asumir el protagonismo que les corresponde, los profesores deben transformar profundamente su acción, convertir los espacios académicos en lugares para el trabajo, participación, formación y producción, donde la mirada se fije a estimular nuevos procesos de observación, de curiosidad, análisis, síntesis y reflexión, que permita develar el nuevo rostro del profesor universitario en los procesos de investigación, la validación, la deconstrucción, la construcción y reconstrucción de nuevos conocimientos deben representar la realidad desde otra perspectiva del pensamiento creativo y complejo.
Blesa, R. M. (2000). El poder de darse cuenta. Programa de KALIDE.
Ceballos García, B. (2010). La trascendencia educativa de la investigación comprometida con el desarrollo del ser humano. Revista Encuentro Educacional, 17(1), 106-121. https://produccioncientificaluz.org/index.php/encuentro/article/view/1172/1174
Imbernón, F. (2017). Ser docente en una sociedad compleja. La difícil tarea de enseñar. Colección crítica y fundamentos serie formación del profesorado (1° ed.). Editorial GRAÓ.
Maldonado, C. E. (2023). De las competencias destrezas y habilidades a los gustos, sensaciones y conocimientos. Praxis Pedagógica, 22(33), 226–245. https://revistas.uniminuto.edu/index.php/praxis/article/view/3281
Morin, E. (1998). Introducción al pensamiento complejo. Editorial Gedisa.
Morin, E. (2002). La cabeza bien puesta. Repensar la reforma. Reformar el pensamiento (1° ed.). Editorial Nueva Visión.
Morin, E. (2000). Los siete saberes necesarios a la educación del futuro. Ediciones Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela FACES/UCV.
Nomen, J. (2019). El Niño filósofo y el arte. Como favorecer que los niños desarrollen su pensamiento creativo (1°ed.). Arpa & Alfil Editores, S.L.
Serna, E. (2022). Revolución educativa en la nueva era (1° ed., vol. I). Editorial Instituto Antioqueño de Investigación.
Sotolongo Codina, P. L., y Delgado Díaz, C. J. (2006). La complejidad y el nuevo ideal de racionalidad. En La revolución contemporánea del saber y la complejidad social: Hacia unas ciencias sociales de nuevo tipo (pp. 35-45). CLACSO. https://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/campus/soto/cap2.pdf
Thorne, K. (2008). Motivación y creatividad en clase (1° ed.). Biblioteca de Aula. Serie Didáctica/Atención a la Diversidad. Editorial GRAO.
Torra Bitlloch, I., Manuel de Villena, I., Pérez Cabrera, M. J., Pagès Costas, T., Valderrama Valles, E., Márquez Cebrian, M. D., Sabaté Díaz, S., Solà Ysuar, P., Hernández Escolano, C., Sangrà Morer, A., Guàrdia Ortiz, L., Estebanell Minguella, M., Patiño Maso, J., González Soto, A., Fandos Garrido, M., Ruiz Morillas, N., Iglesias Rodríguez, M. C., Tena Tarruella, A., Triadó Ivern, X. (2012). Identificación de Competencias docentes que orienten el desarrollo de Planes de Formación dirigidos a Profesorado Universitario. Revista de Docencia Universitaria, 10(2), 21-56. https://doi.org/10.4995/redu.2012.6096
Turull, M. (2020). Manual de docencia universitaria (1° ed.). Colección Educación Universitaria.