Por: Antonio Samudio Oggero – Investigador del Centro Multidisciplinario de Investigaciones Tecnológicas (CEMIT) de Paraguay / Correo: asamudio@rec.una.py / Instagram :@tonysamudioo
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la agrobiodiversidad, o diversidad biológica para la alimentación y la agricultura, es un término amplio que abarca todos los componentes de la diversidad biológica de importancia para la alimentación y la agricultura.
La FAO define la agrobiodiversidad como el conjunto de elementos que forman parte de los agroecosistemas, incluyendo:
- Diversidad genética: La variedad de genes y características dentro de una misma especie, como las diferentes variedades de un cultivo (por ejemplo, el maíz, con sus múltiples tipos de grano y colores) o las razas de un animal domesticado (como las razas de ganado).
- Diversidad de especies: La variedad de especies que se utilizan en la producción de alimentos, incluyendo cultivos, animales domesticados, peces, y especies silvestres que se recolectan. También incluye a los polinizadores, depredadores naturales y otros organismos que ayudan a mantener el ecosistema agrícola.
- Diversidad de ecosistemas: La variedad de sistemas de producción, desde los monocultivos industriales hasta los sistemas agrícolas mixtos o las granjas familiares.
Si bien, normalmente, cuando se menciona la palabra agrobiodiversidad nos puede llevar a pensar en que sólo se refiere a las plantas aprovechadas por el hombre, se sabe que en realidad abarca muchos organismos más, tanto los macroorganismos, como los microorganismos. Esta diversidad de plantas utilizadas por el hombre, que tanto nos interesa, en realidad tiene una estrecha dependencia con la diversidad de microorganismos del suelo, y del equilibrio ecológico que existe en ella, además de los macroorganismos que también habitan en ella.
Estos organismos, que con frecuencia son ignorados, quizás por ser invisibles a la vista, pero es fundamental para el desarrollo de las plantas, ellas han coexistido y han establecidos pautas para coevolucionar conjuntamente, muchas veces estableciendo lazos de mutualismo, incluso habiendo casos de interdependencia exclusiva.
La FAO subraya que el suelo alberga una cuarta parte de la biodiversidad total del planeta, lo que lo convierte en un ecosistema vital y clave para la seguridad alimentaria y la sostenibilidad.
Sólo por citar algunas funciones indispensables, los microorganismos del suelo (bacterias y hongos) transforman la materia orgánica e inorgánica, liberando nutrientes que las plantas pueden absorber. Los organismos del suelo mejoran su estructura física y contribuyen a la retención de agua y a la aireación. También desempeñan un papel crucial en la filtración y degradación de contaminantes. La diversidad de organismos en el suelo ayuda a controlar, prevenir y eliminar patógenos y plagas que podrían dañar los cultivos. Los organismos del suelo regulan la dinámica de la materia orgánica y son clave en la captación de carbono y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
¿Acaso podríamos pensar en una diversidad de plantas aprovechables por el hombre sin esta diversidad de organismos en el suelo?.
Así como son importante los organismos del suelo, también son importantes los organismo que habitan sobre ella. La relación entre la diversidad de insectos y la diversidad de plantas es un pilar fundamental para el funcionamiento de los ecosistemas, especialmente en los agroecosistemas. Diferentes plantas ofrecen distintos tipos de néctar, polen, hojas y tallos que sirven como alimento para una amplia gama de insectos. Esta variedad de recursos es crucial para mantener poblaciones diversas de insectos herbívoros, polinizadores y depredadores.
Los insectos, especialmente las abejas, mariposas y escarabajos, son los polinizadores más importantes del planeta. La diversidad de insectos polinizadores asegura la reproducción de una gran variedad de plantas, lo que es esencial para la producción de frutos y semillas.
Una alta diversidad de insectos a menudo incluye a especies depredadoras que mantienen a raya a las poblaciones de plagas de plantas, previniendo daños graves a los cultivos y a la vegetación natural.
Además del organismo de los grupos ya mencionados, también son muy importantes organismos de otros grupos, como lo animales, ellos también son polinizadores, dispersores de semillas, y una función esencial de los animales en este ciclo es la descomposición de la materia orgánica. Los animales grandes y pequeños, actúan como “trituradores”. Estos fragmentan las hojas muertas, tallos y otros residuos vegetales en trozos más pequeños. Esta acción aumenta el área de superficie de los materiales, haciéndolos más accesibles para los microorganismos (bacterias y hongos). Sin este paso, la descomposición sería mucho más lenta.
También las plantas interactúan con otras plantas, la interacción entre plantas va más allá de la simple competencia. A través de complejas redes de comunicación y cooperación, las plantas forman comunidades interconectadas que son más fuertes, productivas y resilientes.
Estos son sólo algunos puntos, para contextualizar a la agrobiodiversidad, y que ella, va más allá de la diversidad de plantas de interés en la agricultura. Es imprescindible comprender esta estrecha y compleja relación, y entender que para cuidar y preservar la biodiversidad de plantas, debemos de preservar a los organismo de su entorno.