Por: Laura Ospina Ordóñez, Wilmar Montero Figueroa y Jaime Salgado Bracho / Adscripción: Semillero Metales Pesados. Programa Ingeniería Geológica. Fundación Universitaria del Areandina – Sede Valledupar,  Colombia / Instagram: @geoaventure_

A lo largo de la historia, la ciencia y el arte han sido considerados campos separados, cada uno siguiendo sus propios métodos y lenguajes. Sin embargo, existen espacios en los que ambos convergen de manera natural, revelando que la creatividad no es exclusiva de una sola disciplina. Uno de esos espacios de encuentro es el mundo de las secciones delgadas en petrología.

A través del microscopio, las rocas nos muestran una dimensión oculta: una riqueza de colores, texturas y patrones que trasciende su valor científico y despierta una profunda inspiración artística. El arte, en este contexto, se convierte en una forma de rendir homenaje a la complejidad y belleza natural de la Tierra, reconociendo que detrás de cada fragmento de roca existe una obra de arte silenciosa, lista para ser descubierta y reinterpretada

¿Sabías que?

Cada tipo de roca —ígnea, sedimentaria o metamórfica— guarda en su interior un paisaje mineralógico único, forjado por millones de años de historia geológica. Estas texturas, colores y formas no solo nos cuentan cómo se formaron, sino que también nos regalan una estética natural sorprendente.

Lo que hay detrás de las secciones delgadas

Cuando colocamos una delgada lámina de roca bajo el microscopio petrográfico, lo último que esperamos encontrar es arte. Y, sin embargo, ahí está: un hombre con gafas y corbata oculto en los cristales de una roca ígnea, rodeado de cuarzo, plagioclasa, y piroxenos.

En otro corte, una danza de hebras coloridas que parecen cabello fluyendo en cámara lenta, atrapado en una roca metamórfica sumergido en la inmensidad del cuarzo, micas y plagioclasas, labradas por la presión y temperatura quienes forjaron lo que son ahora y esas bandas nos hablan de un metamorfismo regional, de orientaciones tectónicas, de procesos profundos. Para otros, es simplemente una pintura abstracta, arte.

Es aquí donde comienza el Petroarte, porque mientras nosotros analizamos el tipo de roca, su textura, su historia, hay quienes sin saberlo ven en ella otra cosa. Ven rostros, animales, tejidos, galaxias. Y esa interpretación no está mal. Al contrario, enriquece. Nos recuerda que incluso en la ciencia más rigurosa puede surgir belleza inesperada. Un universo donde la Tierra pinta con presión, calor y tiempo. No necesita pinceles; solo millones de años y la alquimia natural de sus entrañas.

Imagen | Roca Ígnea modificada con IA. Laura Ospina Ordóñez, Wilmar Montero Figueroa y Jaime Salgado Bracho.
Imagen | Roca Ígnea modificada con IA. Laura Ospina Ordóñez, Wilmar Montero Figueroa y Jaime Salgado Bracho.

 

En la  imagen anterior, una roca ígnea nos sorprende con una figura que recuerda a un ejecutivo petrificado en el tiempo, como si la Tierra misma hubiera capturado un instante de humanidad. Es la fusión perfecta entre ciencia y pareidolia:

Vemos lo que no está allí, pero que de alguna forma está.

En contraste, la siguiente imagen, tomada de una roca metamórfica, nos envuelve en texturas que fluyen como cabelleras cósmicas. Son minerales reorganizados por el calor y la presión, pero también pueden ser sedas brillantes, tejidos antiguos, fragmentos de sueños geológicos.

Imagen | Roca Metamórfica. Laura Ospina Ordóñez, Wilmar Montero Figueroa y Jaime Salgado Bracho
Imagen | Roca Metamórfica. Laura Ospina Ordóñez, Wilmar Montero Figueroa y Jaime Salgado Bracho

 

Ambas piezas dialogan sin palabras: una representa la solidez del origen el fuego que da forma; la otra, la transformación continua la danza interna de la Tierra. La ígnea es firme, estructurada, casi arquitectónica. La metamórfica es libre, fluida, caótica pero armoniosa. Una es figura; la otra, movimiento.

¿Qué nos dicen estas rocas?

Que debajo de nuestros pies no solo hay historia, sino también arte. Que cada sección delgada puede ser una galería natural. Y que tal vez, si miramos con otros ojos, la geología también puede ser poesía visual.

  • Petroarte no es solo una coincidencia estética. Es una invitación: a detenernos, a mirar con calma, y a encontrar belleza donde otros solo ven ciencia. Porque al final, el arte también está en los minerales… solo hay que aprender a mirar.
  • Geoarte = Ciencia que inspira.

Este tipo de imágenes nos permiten enseñar geología de una forma distinta: atractiva, visual y poética. Porque debajo de nuestros pies, ¡también hay arte!

Referencias bibliográficas

  • Ramachandran, V. S., & Hirstein, W. (1999). “The Science of Art: A Neurological Theory of Aesthetic
  • Zeki, S. (1999). Inner Vision: An Exploration of Art and the Brain. Oxford University Press.

 

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Jenny Garcia Gonzalez

La belleza de nuestro planeta desde dos perspectivas que parecen lejanas: la ciencia y el arte. Divino!!