Por: Jeyson A Moreno Bernal / Investigador independiente en Arqueología – Colombia / Correo electrónico: jeyjamb@gmail.com
La disciplina arqueológica es la ciencia que estudia toda evidencia material realizada por el ser humano en el pasado, permitiendo reconstruir e interpretar la historia de comunidades extintas (Litvak, 2000; Binford, 1972 y Real Academia Española, s.f.), así como la historia pasada de comunidades en el presente o “Arqueología del ayer” (López, 2018; González-Ruibal, 2018; Harrison, 2014; Harrison y Schofield, 2010; Quirós, 2012; González-Ruibal, 2012; Buchli y Lucas, 2001; entre otros). A su vez, analiza las posibles decisiones agenciales del ser humano, el simbolismo y el significado de los materiales arqueológicos a través de múltiples perspectivas analíticas (Shanks y Tilley, 1992; Hodder, 1982a y Hodder, 1982b).
Sumando a lo anterior, la arqueología ha logrado un acercamiento a la interpretación, al conocimiento de saberes conceptuales y epistemológicos de una sociedad, basándose en herramientas metodológicas y un corpus teórico interdisciplinar (Buchli y Lucas, 2001), ejemplo de esto es el Episteme foucaultiano, concepto que desarrolló desde la filosofía y se ha aplicado a la disciplina arqueológica.
El “Episteme” en la arqueología del saber de Foucault
Michael Foucault, filósofo francés plantea el Episteme como un concepto que ha permitido interpretar sucesos arqueológicos en el pasado y en el presente. De forma relevante el Episteme de Foucault enfatiza que en arqueología “no es tanto el contenido de las ideas o los pensamientos que se ocultan, sino más bien las reglas y condiciones que determinan cómo los discursos y los saberes se construyen, se estructuran y se vuelven pensables en una época determinada” (Foucault, 1982).
De acuerdo a lo anterior, parafraseando el Episteme foucaultiano, podemos establecer que las reglas y discursos intrínsecos en el conocimiento de la sociedad, distorsionan la interpretación de un contexto o hallazgo específico (Foucault, 1982). Por ejemplo, como una regla social en nuestro presente, la (fotografía 1) se puede interpretar como una vasija prehispánica que posiblemente representa ideologías y aspectos simbólicos político-religiosos de una comunidad en el pasado (Carr, 1995, p.165).
A su vez, utilizando el análisis de excavar en la imagen/estrato propuesto por Huerta (2020), se puede inferir que en la (fotografía 1), la intención es mostrar su forma, tamaño y decoración en un lugar específico y en un momento determinado, sin embargo, el artefacto corresponde a una alcancía del presente que se adquirió en un establecimiento de artesanías ubicado en el municipio de Guateque, Boyacá. Allí el Episteme se refleja a partir de los discursos y lo que conocemos e interpretamos como alcancías y vasijas prehispánicas.

De igual forma, el Episteme foucaultiano se ha visto reflejado en cada una de las perspectivas teóricas de la arqueología desde sus orígenes hasta nuestros días.
Históricamente la disciplina arqueológica se ha desarrollado a partir de varias posturas teóricas respondiendo a necesidades contextuales en cada periodo de tiempo. Desde sus orígenes, la corriente de pensamiento anticuarianista buscaba acumular artefactos arqueológicos con el objetivo de describir y categorizar las culturas que los produjeron debido al desconocimiento de estas piezas y su formas llamativas, allí el Episteme se ve reflejado en el discurso de preservación de artefactos exóticos (coleccionismo) y el descubrimiento de nuevas culturas (Pearce, 1995).
Posteriormente surgió la corriente teórica procesualista, cuyo objetivo era convertir la disciplina arqueológica en una ciencia a partir de la validación metodológica de los procesos y sistemas culturales arqueológicos, así como la identificación de patrones universales (Flannery, 1973 y Binford, 1972); aquí el Episteme se ve reflejado principalmente en la necesidad de validar científicamente los fenómenos observados en las excavaciones arqueológicas y en la identificación de rasgos característicos diferenciales en el material arqueológico.
Por último, la corriente teórica postprocesualista surgió de la necesidad de subjetivizar las interpretaciones arqueológicas en nuestro presente y resaltar la importancia del individuo como un agente que toma sus propias decisiones en un contexto social específico (pasado y presente) (Sillar, 2009; Hodder, 1986; Shanks y Tilley, 1992); aquí el Episteme se ha basado en el replanteamiento y visibilización de la influencia del discurso en la interpretación del registro arqueológico, así como en la identificación y clasificación del material arqueológico.
Por ejemplo, los guiones en los museos se han enfocado en la difusión del conocimiento y apropiación del patrimonio cultural y arqueológico, basándose en la información obtenida en el desarrollo arqueológico, que a su vez, se ha centrado en dar respuesta a la necesidad específica del contexto teórico, económico, político y alcances del mismo.
¿Se puede observar el Episteme foucaultiano directamente en los contextos arqueológicos?
Los contextos arqueológicos nos han permitido comprender aspectos sociales complejos de sociedades extintas, que se distinguen de las prácticas sociales occidentales observadas en el presente. Por ejemplo, las vasijas son recipientes que se realizaron generalmente para cocinar o contener líquidos, no obstante, se han identificado contextos arqueológicos que presentan vasijas dispuestas de manera intencional acompañando a los individuos fallecidos y estas a su vez posiblemente tuvieron una reutilización de carácter ideológico en el contexto doméstico y funerario (Carr,1995, p.165).
En este sentido, el Episteme se puede observar a partir de las vasijas que hacen parte de una tumba o contexto funerario como ajuares, la presencia de estas puede interpretarse de varias formas de acuerdo a los discursos y/o prácticas ideológicas establecidas por una sociedad en el pasado y al interés investigativo en el presente (Foucault, 1982 y Londoño, 2004).
Por un lado, una vasija posiblemente puede simbolizar una continuidad de la práctica gastronómica después de la muerte representada por una olla para cocinar que acompaña al individuo, como se observa en los sitios arqueológicos de la región de Sajonia- Anhalt-Alemania, dónde se identificó una tumba de un individuo que presentaba como ajuar una vasija de cerámica cordada (Neolítico tardío), y en los análisis de laboratorio se determinó que estás vasijas presentaban grasa de cerdo en su interior (Breu et al., 2024) (Fotografía 2).

Por otro lado, el Episteme también se puede observar a través de la presencia o ausencia de vasijas ceremoniales como un indicador del estatus social de los individuos, ejemplo de esto es el contexto funerario registrado en el sitio arqueológico Holmul, localizado a 35 km al este de Tikal y a 50 km al noreste del municipio de Melchor de Mencos departamento de Petén-Guatemala, dónde se identificó una vasija de silueta compuesta que sostenía un cráneo y estos a su vez hacían parte del ajuar de un individuo ubicado en una estructura funeraria compleja denominada HOL.T.93.98 (Estrada-Belli, 2019, pp. 7, 82-83), sin embargo, este tipo de vasijas también podían ser reutilizadas en otro contexto distinto al funerario (Fotografía 3).

Así mismo, las vasijas funcionales de uso doméstico que se reutilizaron como urnas funerarias de la tradición Trincheras, en el norte del desierto de Sonora, municipio de Trincheras-México (Cerezo-Román, 2021. p 334), permiten observar el Episteme de esta sociedad donde posiblemente existió una transición entre el conocimiento gastronómico y uso doméstico de estas vasijas hasta la rememoración de los individuos fallecidos y la protección de sus restos.
Finalmente, la representación foucaultiana en el desarrollo arqueológico está presente en cada contexto social, político y económico de los grupos humanos, permitiendo analizar desde múltiples perspectivas sucesos complejos, discursos y normas de una sociedad.
Bibliografía
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