Por: Óscar Fernández Galíndez – Venezuela / Correo: osfernandezve@hotmail.com

Vivimos en un mundo de apariencias que se nos muestra cómo coherente y justo. Sin embargo, observamos comportamientos que se alejan mucho de esto. En el proceso educativo que influye en todos nosotros, en todo momento, vemos presente una cultura generacional que prevalece por encima de todo,  aún cuando la lógica, la coherencia y la noción de justicia, estén ausentes.

Así pues vemos  cómo a los niños y  los jóvenes se les obliga a obedecer a los adultos, que lejos de educar, mal educan. Estos mal educadores están en todas partes, en nuestras casas, en la calle, en la escuela y por supuesto en la virtualidad de la red de redes.

¿Por qué debemos asumir que  una persona al tener  más años, es en consecuencia más sabía? La sabiduría no necesariamente debe ir ligada a la cantidad de conocimientos que poseamos. No porque conozcamos menos significa que seamos menos sabios y viceversa.

¿Cómo explicarle a un niño que sus mayores no siempre están por la línea correcta y que a pesar de ello, deben amarlos y respetarlos?

¿Cómo ser un ser consciente de su propio proceso y a la vez del de los demás?  En especial si se trata de niños o jóvenes.

El sistema educativo no está diseñado para esto, ni siquiera está diseñado para lo que dicen que lo está. Es por esto que debemos seguir trabajando hacia la construcción de un proceso educativo que sí dé cuenta de los verdaderos procesos humanos. Los seres humanos no están listos para esto, porqué creen que todo depende de lo que perciben a través de sus cinco sentidos.

Los cinco sentidos son la base fundamental de nuestro autoengaño, centramos nuestras búsquedas, deseos, pensamientos y emociones en lo externo, es decir en lo que interpretamos a través de lo que nos dicen nuestros sentidos, cuando en realidad todo lo que hacemos, pensamos, decimos y/o sentimos, parte de nuestra interioridad.

No somos lo que somos. Somos lo que creemos que somos, en un circuito interminable de autoengaños. La realidad no está dada, está sugerida para que cada quién la construya de acuerdo a su creencia. La creencia no es superstición.

La superstición es una lectura que parte de lo que hay en el exterior y transformado en la mente de la persona, por el hecho de que no le gusta lo que percibe, esto no cambia nada. En cambio, cuando la transformación viene de adentro, es decir de nuestro subconsciente, se  genera un cambio real en el mundo en vigilia.

El ser consciente o despierto, no le huye a lo que existe, pues eso no cambia nada, en su lugar, no le teme y es capaz de transformarlo desde su interioridad, sabiendo a consciencia, que todo absolutamente todo, es apariencia de los sentidos.

¿Quién educa sobre esto? El sistema educativo se centra en la apariencia. Y la ciencia y la filosofía, se aproximan a la verdad, pero luego del ensayo y el error. En cambio la voz del corazón, es decir la intuición, no pasa por todo esto.

El niño intuitivo sabe que sus mayores están equivocados en muchas cosas, lo que aún no sabe, es porqué debe respetarlos y obedecerlos, ¿ustedes sí lo saben?

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