Por: Emanuel Sotelo – Chile / Correo: emanuel.sotelo@ug.uchile.cl / Instagram: @profesoremanuel
En la actualidad, la educación sexoafectiva juega un rol fundamental en la formación integral del estudiantado. La manera en que abordamos estos temas es crucial, y una estrategia que he adoptado con éxito es la vinculación de la educación sexoafectiva con la didáctica de las ciencias. Este enfoque permite que el estudiantado comprendan la sexualidad desde una perspectiva no solo biológica, sino también afectiva y social, desarrollando habilidades científicas clave a lo largo del proceso.
Uno de los pilares de este trabajo es la implementación de actividades de investigación científica. En ellas, se formulan preguntas, objetivos y suposiciones o hipótesis relacionadas con temas de sexualidad y relaciones humanas. Este proceso los acerca a las metodologías
científicas, fomentando el pensamiento crítico y la reflexión sobre su entorno. Tal como sucede en ciencias, es importante que primero exploren sus concepciones previas acerca de la sexualidad y el género, para que puedan construir una comprensión más profunda y significativa.
Otra estrategia clave es la evaluación de las habilidades científicas dentro del contexto sexoafectivo. En las actividades que desarrollo, no solo investigan y reflexionan, sino que también deben comunicar sus conocimientos científicos a través de diversos formatos, tales como gráficos, modelos y el uso de tecnologías de la información. Esto fortalece su capacidad de expresar y analizar temas complejos de manera clara y fundamentada.
Este enfoque no se limita a la biología o la anatomía, sino que busca integrar la educación sexoafectiva de manera transversal en diversas disciplinas. A través de la didáctica de las ciencias, se puede mostrar cómo la sexualidad está conectada con la salud, las relaciones humanas y el entorno social, lo que permite a estudiantes adquirir una visión más holística.
Es importante hacer un llamado a incorporar la educación sexoafectiva en las ciencias, no como una temática separada, sino como un eje transversal que promueva una educación más integral y crítica. Este tipo de educación tiene el poder de impactar la manera en que el estudiantado se relaciona con las demás personas, consigo mismas/os, y con su entorno. En palabras mías:
La ciencia y la educación sexoafectiva deben ir de la mano, para que el estudiantado desarrolle una comprensión profunda y reflexiva del mundo que les rodea, desde una mirada crítica y empática.
La vinculación de la didáctica de las ciencias con la educación sexoafectiva no solo beneficia el aprendizaje académico, sino que también contribuye a la formación de ciudadanas/os conscientes, capaces de tomar decisiones informadas y responsables sobre su sexualidad y
sus relaciones. Es fundamental que esta transversalidad se convierta en parte esencial del currículo escolar, no solo en la clase de biología, sino en todas las áreas de estudio.