Por: Magda Lorena Cortés Moreno – Tunja, Colombia / correo: mlcortesmoreno@gmail.com / Instagram: @cienciaparalapaz

Poca información queda de la investigación realizada por Luisa Fernanda Méndez Pardo, entre diversos intereses y situaciones que no son objeto de este artículo sus resultados simplemente desaparecieron. A pesar de ello vale la pena recuperar la mayoría de detalles de su investigación en el uso de ratas para la detección de minas antipersonal (MAP).

La ciencia se alimenta de experiencias de mucha gente alrededor del mundo, de resultados favorables y de otros no tan buenos. Sin embargo, se basa en resultados, datos, procedimientos, artículos, experimentos reproducibles. En este caso quedan solo algunos indicios de lo que fue una investigación interesante, de las más innovadoras en el país, que dejó un precedente de los avances científicos logrados en el tema de detección de minas antipersonal (MAP) con animales.

Luisa Fernanda Méndez Pardo es médica veterinaria de la Universidad de La Salle, especialista en conducta. Desde antes de graduarse del pregrado ya trabajaba entrenando perros de búsqueda y rescate, su tesis fue enfocada en perros de trabajo. Con la Cruz Roja determinó problemas de conducta en esos animales, que son diferentes a los problemas que tiene un perro que está encerrado, que no tiene mayor obligación en la vida que levantarse y comer, como las mascotas, “pues estos animales que están en ejercicio mental todo el tiempo, tienen otra serie de problemas y lo que se hizo fue la estandarización de los problemas de comportamiento”, explica Luisa Méndez.

Por un requisito para que le valieran su tesis debía contar con 120 perros en su estudio, la Policía era la única institución que contaba con esa cantidad de animales en una sola ciudad. Además de ellos, Luisa incluyó en su estudio perros de la Cruz Roja y de la Defensa Civil. Ese trabajo le dió a la doctora Luisa una tesis laureada, por lo que la policía la invitó a seguir trabajando con ellos en la parte de docencia e investigación en conducta, allí comenzó a desarrollar programas de entrenamiento para caballos y perros.

La necesidad, el llamado

En el 2002,  un año después de que Luisa Méndez empezara a trabajar con la Policía, se dió un momento coyuntural dentro y fuera de esa institución.

Comienza el primer mandato del ex presidente Álvaro Uribe con la política de combatir a los grupos al margen de la ley para lo que necesitaban acceder a zonas del país contaminadas por MAP con una estrategia efectiva para el desminado que no pusiera en riesgo tantos perros. La segunda coyuntura que según la doctora Méndez hizo posible que su proyecto fuera apoyado, fue que empezó a “funcionar el sistema penal de justicia actual”, explica la doctora Luisa, dónde el policía tiene que ser un profesional en su área. De acuerdo al decreto 1791 de 2000 en su artículo 14 instituye que la actividad policial es una profesión y como tal sólo podrá ser ejercida por personas que acrediten títulos de idoneidad profesional, expedidos por los respectivos centros de educación policial y reconocidos por el Gobierno según normas vigentes. Entonces, las escuelas de policía se transforman en universidades técnicas y tecnológicas y para ese momento, según Luisa: “el talón de Aquiles de la policía era la investigación. Ellos (la policía) no tenían profesionales adentro en un número importante para hacer esto. Por ejemplo, la armada sí los tenía y tienen un trabajo importante en ciencia, el ejército incluso con los ingenieros. Pero la policía no tenía intención de investigación, algo en la parte criminal y en comportamiento criminal desde inteligencia, pero más gente haciendo investigación, no”, recuerda Luisa Méndez.

En este ambiente de situaciones especiales la doctora Luisa recibió la orden de innovar para el desminado y más específicamente ella recuerda que le dijeron: “necesitamos algo que sea mucho más efectivo que los perros”.  Luisa Méndez relata que en esa época los grupos ilegales empezaron a utilizar los sistemas de arrastre  “entonces claro, el perro detecta el lugar dónde está la mina, pero mientras llegaba se enredaba en la cuerda y activaba el sistema, entonces empezamos a tener bajas de perros y como la mina va con metralla había también heridos”, explica Méndez. Luego de la orden del coronel Cifuentes, de buscar algo más seguro, Luisa dedicó dos años a revisar artículos que reportaran posibles especies adecuadas para el trabajo.

Comenzó a estudiar aves pero daban un contorno amplio de dónde podía estar la mina. También consultó culebras y cerdos “pero pesan más que el perro ¿y cómo lo haces caminar detrás tuyo por la montaña?”, argumenta Luisa Méndez. Se dió cuenta que los más fáciles de entrenar eran los roedores. Se contactó con un proyecto de ratas gigantes en África pero posteriormente lo descartó porque no servía traer animales que no eran propios de Colombia.

Por lo que enfocó su trabajo en la especie Rattus Norvegicus o la rata blanca de laboratorio que es parecida a la Rattus Rattus o rata común, aunque la rata blanca de laboratorio no es una especie propia del país difícilmente se mezcla con la rata común. Entonces, si por algún riesgo se perdían animales en campo abierto serían muy susceptibles a ser comida y muy poco probable que se reprodujeran.

Una vez se decidió con cuál especie trabajar, comenzaron los retos, “ahora ¿cómo le enseñas a una rata que ha nacido encerrada en una jaula, en un bioterio a que camine por escenarios en los que hay gatos? porque la rata por naturaleza le huye a los corredores en los que hay olor a felinos. ¿Cómo la haces menos agorafóbica para que no camine por los bordes, sino que camine por la mitad y haga rastreos y demás?”, explica Luisa Méndez.

Leer más…

Parte 2

Suscribir
Notificar de
guest

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

0 Comentarios
Más antiguo
El más nuevo Más votados
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios