Por: Óscar Fernández Galíndez – Venezuela / Correo: osfernandezve@gmail.com

La ciencia avanza cuando “la tecnología amplía los límites de lo observable”, pero también cuando la intuición cuestiona lo aparente. Humberto Fernández Morán, con su cuchillo de diamante, no solo reveló las “partículas elementales” en las mitocondrias, sino que inadvertidamente abrió una ventana a escalas donde lo clásico y lo cuántico se entrelazan. Su observación de estructuras adheridas a las crestas mitocondriales (1953) fue un acto de fe en lo invisible, prefigurando una pregunta aún más profunda: ¿Cómo se relaciona la arquitectura celular con fenómenos no locales que trascienden el espacio-tiempo?

En aquel entonces, conceptos como “entrelazamiento cuántico” o “no localidad” pertenecían al dominio de la física teórica. Sin embargo, hoy, al revisar sus hallazgos, surge una conexión sutil, las partículas, luego identificadas como ATP sintasa, operan en un régimen donde la eficiencia energética desafía las explicaciones clásicas.

¿Podría su mecanismo rotatorio, tan preciso, involucrar coherencia cuántica o sincronización no local?

La pregunta, impensable en los años 50, hoy guía a la “biología cuántica”.

De la mecánica molecular a la coherencia cuántica

La ATP sintasa no es solo una máquina, sino un “puente entre escalas”. El trabajo de John E. Walker (1997) mostró su estructura atómica, pero décadas después, estudios como los de “Greg Engel” (Universidad de Chicago) sugieren que procesos biológicos, como la fotosíntesis, aprovechan el entrelazamiento cuántico para optimizar la transferencia de energía. ¿Y si la rotación de la ATP sintasa, impulsada por protones, también explota efectos cuánticos? Experimentos recientes con espectroscopía láser ultra rápida revelan que los protones en la cadena respiratoria podrían comportarse como ondas, no como partículas, deslocalizándose en un “túnel cuántico” para activar el rotor de la enzima.

Este salto conceptual vincula a Fernández Morán con visionarios como “Jacobo Grinberg”, cuyo modelo de la “retícula cósmica” propuso que la conciencia y la materia interactúan a través de una red no-local. Aunque Grinberg se centró en la neurofisiología, su idea de una “lattice” (estructura reticular) que conecta lo microscópico con lo cósmico resuena en la biología moderna: las mitocondrias, organizadas en redes dinámicas, podrían funcionar como nodos en una retícula celular donde la energía y la información fluyen de manera cuánticamente coherente.

El legado de Fernández Morán se expande hacia territorios insospechados:

  1. Medicina cuántica y enfermedades mitocondriales. El grupo de “Judy Hirst” explora cómo mutaciones en la ATP sintasa alteran no solo su estructura, sino su dinámica vibracional, afectando posibles estados cuánticos. En 2023, un estudio en Science Advances usó criomicroscopía electrónica (cryo-EM) y modelos computacionales para simular el movimiento de protones en la ATP sintasa, sugiriendo que su eficiencia depende de la superposición cuántica de estados energéticos. Corregir estas disfunciones con CRISPR no solo edita genes: podría restablecer un equilibrio cuántico perdido.
  2. Evolución y no-localidad en la vida primitiva. Si la ATP sintasa evolucionó en fuentes hidrotermales, como propone “William Martin”, su diseño podría haber emergido en un ambiente donde gradientes iónicos y efectos cuánticos se combinaron. En 2024, simulaciones del equipo de “Sara Imari Walker” (ASU) sugirieron que sistemas moleculares ancestrales aprovechaban la no-localidad para coordinar reacciones en múltiples sitios simultáneamente, un principio que persistiría en enzimas modernas.
  3. Biotecnología y retículas cuánticas. Inspirados en Grinberg, ingenieros como Jenny Zhang diseñan “redes biohíbridas” donde nanopartículas entrelazadas cuánticamente imitan la ATP sintasa. En 2023, su equipo logró transferir energía entre moléculas separadas por micras sin mediación clásica, usando fotones entrelazados. Estos sistemas, similares a una lattice artificial, podrían almacenar energía solar con eficiencias cercanas al 90%, superando los límites termodinámicos convencionales.

Reflexión final: Hacia una ciencia no-local

La historia de las partículas elementales es ahora un relato sobre interconexión cuántica. Fernández Morán intuyó una verdad profunda: lo diminuto encierra claves universales. Hoy, al fusionar su legado con conceptos como la no-localidad o la lattice de Grinberg, la ciencia redescubre que la vida no se reduce a mecanismos aislados, sino a redes donde cada partícula, cada espín, cada protón, está vinculado a un todo coherente.

Las mitocondrias, con sus partículas elementales, podrían ser más que fábricas de ATP: tal vez nodos en una retícula cósmica donde la energía se transmite sin distancia, como propuso Grinberg, o donde el entrelazamiento cuántico sincroniza procesos biológicos. En la nueva Universidad de las Ciencias Dr. Humberto Fernández Morán, el desafío es claro: explorar lo “muy pequeño” no solo con microscopios, sino con la lente de la física cuántica, entendiendo que cada avance tecnológico, desde el cuchillo de diamante hasta los qubits, es un paso hacia desentrañar el misterio más profundo: ¿es la vida, en esencia, un fenómeno no-local?

En síntesis, las partículas de Fernández Morán ya no son solo motores moleculares. Son símbolos de una realidad interconectada, donde lo biológico y lo cuántico se funden. Su viaje —de estructuras estáticas a componentes de una lattice cósmica— nos enseña que el próximo paradigma científico no estará en lo que vemos, sino en lo que entrelazamos.

Suscribir
Notificar de
guest

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

2 Comentarios
Más antiguo
El más nuevo Más votados
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
Òscar Castro Garcia

Un excelente desarrollo, profesor Fernández. Cual es sus referencias bibliograficas cientificas de Jacobo Grinberg para la referencia/ investigación biotecnológica de la retícula cuántica?
Muchas gracias.

Óscar Fernández Galindez

En la teoría sintética Jacobo Grinberg menciona a La Lattice, según la teoría sintérgica de Jacobo Grinberg, es una estructura energética que conecta todo lo existente, incluso la mente humana y la realidad. En cada punto de la Lattice se encuentra la información de toda la realidad, lo que permite a cada individuo acceder a una red universal de conocimiento.
No hay evidencia de que Grinberg relacionara explícitamente su concepto de retícula con la biotecnología. Sin embargo, desde una perspectiva contemporánea, podría interpretarse que los principios de organización informacional de su teoría ofrecen un marco metafórico para entender sistemas biotecnológicos complejos, especialmente en áreas como la neurociencia computacional o la bioinformática. Esta conexión, no obstante, es especulativa y no deriva de los postulados originales del autor.