Por: Diego Munguía – México, Nezahualcóyotl / Correo: dulcandymunguia@gmail.com / Instagram: @mor_ia55

Quiero iniciar con este tema confesando algo que tal vez delate más rápido el contenido de este escrito. Pero necesito que todos estén en el territorio que hablaré, yo (Diego Alberto Munguía Fuentes) tengo tres seudónimos. El primero y por medio del cual se transmiten mis ideas y deseos más despreciables, es la persona que le cuento todo lo que me desagrada y lo que haría si tuviera el poder de hacerlo.

Diego Munguía no es un tipo muy agradable, como escritor de terror piensa las maneras más asquerosas, viscerales y nauseabundas de como traumar y matar a un ser vivo, volverlo loco, que pierda la fe etc.  Los otros dos por obvios motivos, no revelaré sus nombres, pero sí puedo decir que clase de personas son.

El segundo es un joven totalmente diferente a lo que puede ser Diego Munguía. Amante de los finales felices y más inclinado a elaborar cuentos infantiles y rimas. Detesta los finales sin un grado de esperanza. Para el, la vida tiene tonalidades muy brillantes y para nada grises. En palabras de Diego Munguía, es un idiota que no sabe que es el mundo real.

El tercero, mejor dicho, la tercera, es una mujer joven que anhela un amor que solo se encuentra en su imaginación. Se encarga de hacer historias súper melosas y casi eróticas sobre romances imposibles, lejanos o muy amorosos. Si con el segundo sus finales siempre son felices, para esta mujer todas sus historias terminan felizmente empalagosas.

Pero de seguro te preguntas ¿Qué es un seudónimo? ¿Qué es un doppelgänger literarios?

Pues lo diré por mis propias palabras y no por los medios que todo el mundo de la literatura recurre.  Los seudónimos para mí son simple y llanamente doppelgänger literarios o dobles de “las personas de origen”.

Es cierto que algunas personas usan los seudónimos con la intención de auto retarse  como autores, escribiendo bajo otro nombre para explorar otras áreas. Otros usan nombres para salir de lo encasillado que se encuentran. Y un grupo selecto lo utiliza para no usar su verdadero nombre y estar en la sombra de la sociedad. Ejemplo de esto es Joe Hill el hijo del escritor Stephen King, antes que se descubriera su verdadera identidad era un completo desconocido.

Otro ejemplo es Richard Bachman, uno de los tres seudónimos de Stephen King, para él sus novelas eran una clase de respiro de sus propias obras macabras, Bachman era el alter ego malvado de Stephen King, decía y hacia cosas que él nunca haría. Sus obras eran mucho más viscerales y crudas que la obra de King, el cual reflejaba una sociedad más oscura de lo que era y es. King lamentaba, y claro, estaba furioso porque su seudónimo hubiera sido descubierto, no era una manera de acaparar mercado con su nombre, lo hacía como escape de su propia jaula y saber si su éxito fue mera suerte, o por que de verdad es un autor bueno. Duda que nunca despejará.

En mi caso, como mencioné al inicio, mis voces interiores me han tenido fastidiado, no porque me estoy encasillado en un género (cosa absurda porque apenas si mi voz empieza a sonar en el mar) si no, porque varias de las historias que llegan no encajan en el estilo de Diego Munguía. Pondré tres ejemplos de tres ideas diferentes que ellos están trabajando en el momento que se está escribiendo este blog.

Diego Munguía:

“La oscuridad había gobernado toda la ciudad. Los muertos caminaban en las calles exigiendo a gritos gruñidos de carne fresca, los pocos que lograban escapar no duraban mucho tiempo. Los cadáveres animados tarde o temprano se los devorarían como un gordo a un combo de McDonald’s”.

Seudónimo 2:

“La belleza de tal animal deslumbraba a Roland, la sencillez de su forma lo hipnotizaba cual serpiente y una flauta india entonada por un experto domador de reptiles peligrosos de su país. La jirafa de color plátano era el ejemplo claro que la vida era un bello regalo y los sueños se pueden hacer realidad”.

Seudónimo 3:

“Ambos amantes se abrazaron el un cálido y amoroso abrazo que llegaría a un punto donde sus cuerpos se unirían en uno solo, y el placer, seria la receta del amor y el producto un bello hijo que nacería cuando las cosechas de la uva maduraran.”

Puede que en algunas partes suenen iguales, pero cuando uno lee todo lo demás se convence que lo escribió una persona completamente diferente. Quiero a los tres con mucho amor, pero a veces cobran tanta vida que terminan siendo muy molestos que en ocasiones deseo desaparezcan.

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