Por: Ricardo J. Chaparro – Tovar – Venezuela / Miembro Fundador de la Red Latinoamericana de Divulgación Científica (RLDC) / Instagram: @ricardojcht/ Correo: ricardochaparroinia@gmail.com
https://orcid.org/0000-0003-0749-726X
El presente escrito es una contribución desde la Red Latinoamericana de Divulgación Científica.
En 1953, mientras James Watson y Francis Crack descifraban la estructura del ADN con un presupuesto limitado, difícilmente imaginaron que, décadas después, científicos monetizarían videos en TikTok para financiar sus proyectos. Hoy, la divulgación científica no solo educa, sino que también genera recursos. Pero:
¿Es ético “vender” conocimiento? ¿Cómo transformar seguidores en fondos? Y, sobre todo, ¿qué enseñan quienes ya lo hacen?
Monetización en redes: cuando el conocimiento genera dividendos.
La monetización es el proceso de convertir contenido en ingresos mediante publicidad, patrocinios o ventas directas. Para la ciencia, esto representa una revolución. Según “Science Magazine”, el 72% de los proyectos de investigación en Crowdfunding fracasan por falta de visibilidad. Entonces, ¿sería válida la siguiente premisa? Las redes sociales ofrecen un puente. Como dijo el filósofo Karl Marx: “El capital no es un mal, sino su concentración”. Aquí, el “capital” es atención, y los científicos lo están democratizando.
Ejemplo: La astrofísica española Sara Gil Casanova (@mujerconciencia) financia su investigación sobre exoplanetas mediante Patreon, vinculado a su Instagram, donde 150k seguidores acceden a contenido exclusivo.
Claves para monetizar sin perder el rigor
Instagram:
- Colaboraciones con marcas: La química Deborah García Bello (@deborahciencia) promueve equipos de laboratorio con @labbox, donando un porcentaje a becas estudiantiles.
- Ventas directas: Ebooks o cursos (usando la herramienta “Linktree” para enlazar tiendas).
TikTok:
- Fondo para Creadores: La bióloga Melissa Marquez (@melissambiology) explica conservación marina y recibe ingresos por vistas.
- Lives con propinas: Charlas Q&A donde seguidores “donan” mediante coins.
Facebook:
- Grupos premium: El físico Javier Santaolalla ofrece acceso pago a seminarios en su grupo “Ciencia Escondida”.
- Stars durante transmisiones: Ingresos por interacciones en tiempo real.
- Regla de oro: Según el neurocientífico Facundo Manes, “La transparencia es la base de la confianza”. Siempre revela patrocinios y cómo se usan los fondos.
5 cuentas que convierten ciencia en recursos
- @physicsgirl (Dianna Cowern): Con 3M en YouTube, financia experimentos mediante membresías y merchandising de camisetas con ecuaciones.
- @thetoxinscientist (Dr. Kate Biberdorf): Química que colabora con marcas como DuPont, destinando ganancias a talleres escolares.
- @astro_duke (Dr. Ángel López-Sánchez): Astrónomo que monetiza sus hilos en Twitter/X mediante Substack, apoyando observaciones en el Outback australiano.
- @kurzgesagt (Canción YouTube): Animaciones científicas que recaudan $120k/mes en Patreon para videos sobre cambio climático.
- @lab_sutra (Dra. Lizzy Lowe): Entomóloga que vende kits de estudio de insectos en Shopify, promocionados mediante Reels.
Reflexión: ¿Vender ciencia o salvarla?
El filósofo Byung-Chul Han advierte: “En la sociedad del rendimiento, hasta el conocimiento se convierte en mercancía”. Pero cuando el financiamiento tradicional (público o privado) falla, las redes ofrecen una alternativa ética si se usa con propósito. Como Watson y Crack, hoy científicos innovan no solo en laboratorios, sino en algoritmos. La clave está en el equilibrio, como resume la genetista Jennifer Doudna, codescubridora de CRISPR: “La ciencia debe ser un bien público, pero para eso, a veces necesita recursos privados”.
Monetizar no es trivializar, es asegurar que el próximo descubrimiento no muera por falta de fondos. ¿Será esta la nueva ecuación para la ciencia del siglo XXI?
¿Y tú? ¿Invertirías en un proyecto científico a cambio de un meme explicativo? La respuesta, quizás, está en tu feed.