Por: Juan Alberto Cerda Guzmán

Correo electrónico: unpsicodudoso@gmail.com

¿Alguna vez te has preocupado por los problemas que atañen a los adultos mayores? ¿Sabías que, en unos años, tú serás un adulto mayor? ¿Cómo te gustaría vivir tu vejez? ¿Cómo te gustaría que tu familia te tratara? ¿Cómo te gustaría que tus amigos te trataran? ¿Cómo te gustaría que la sociedad te tratara? ¿Cómo te gustaría que los jóvenes te trataran? ¿Qué has hecho al respecto? ¿Le habías tomado el peso a la caricia inevitable del tiempo? O ¿Qué un día más es a la vez un día menos? Si ya ha de ser difícil asumir que la única verdad inapelable es la muerte, ¿por qué no interesarnos en la vejez de quienes la viven y la vivirán?

En el año 2009, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Chile, Cuba y Uruguay, se encontrarían entre los países con uno de los procesamientos del envejecimiento más acelerado del mundo, proyectando hacia el 2025 más de un 20% de adultos mayores en su población. Siendo esto último, una realidad social compartida entre países latinoamericanos, levantar datos que notifiquen cuanto se envejece y a qué velocidad es importante y por supuesto necesario. Sin embargo, existe una dimensión que en ocasiones se deja de lado -quizá hasta por desconocimiento-, es decir, adentrarse en un campo comprensivo mucho más riguroso que se centren en el proceso de envejecer dentro de sociedades llenas de historia, con muchos aciertos y fallos, pero que aún siguen anidando desigualdades; por supuesto, algunas mitigadas, pero no extintas. Ahora bien, ¿Quiénes y de que forma se hacen cargo de esto?

Existen dos pilares fundamentales que nutren el concepto de vejez: el primero es la biología, quien centra sus explicaciones desde las alteraciones físicas y psicológicas. El segundo son las estructuras sociales, quienes debido a su constante plasticidad conceptual con la que va determinando la realidad, comprometen aspectos políticos y económicos. Debe saberse, además, que estos pilares jamás son excluyentes, más se influyen mutuamente de tal manera que para quienes envejecen es un verdadero desafío seguir abrazando la autonomía, puesto que en la medida que aumentan las enfermedades crónicas no transmisibles, las alteraciones psicomotoras y el deterioro cognitivo, la energía para ejercer laboralmente disminuye significativamente, encausándose poco a poco la necesidad de acudir a otro para que pueda cubrir sus necesidades. A este “otro” se le conoce comúnmente como “cuidador” y es de quien voy a escribir en este artículo, destacando su relevancia, como también visibilizando los abusos y las amenazas a las cuales están sometidos constantemente apropósito de las desprotecciones que la sociedad y el Estado le han otorgado.

Es común que en los gobiernos promuevan programas que tengan por objetivo prevenir el maltrato hacia los adultos mayores, concentrando sus fuerzas en las esferas de lo físico, psicológico, sexual, patrimonial, negligencia y abandono. Sin embargo, no existen programas sólidos que se encausen a prevenir el desgaste físico, psicológico y el maltrato socio-estructural hacia los cuidadores, más que orientaciones genéricas de como deben ejercer su trabajo. Esto es, sin duda, muy preocupante, puesto que ¿Quién contiene al que contiene? Los cuidadores informales son el recurso, instrumento y/o medio por el cual se proveen cuidados, en él descansa, el compromiso de preservar la vida de los adultos mayores. No obstante, aquello, ¿Cuál es el precio? Te propongo el siguiente ejemplo para que me entiendas la idea:

“Existen 5 hermanos, todos profesionales, todos con familias constituidas, todos con hijos de distintas edades, todos con realidades diferentes. Su madre advierte síntomas asociados a deterioro cognitivo leve (quien de manera progresiva irá aumentando su gradualidad). Uno de ellos toma la iniciativa de informar la situación para que se haga algo, todos ignoran. Informa una segunda vez llegando a un acuerdo con 2 de los 5, pactando que cada uno la tendría 4 meses para no dejarla sola en el año y evitar que se sobrecargaran. El acuerdo no se cumplió y puesto a que no hubo una resolución efectiva ni apoyo financiero, quien tuvo la iniciativa decide llevársela a su hogar para asumir su cuidado por tiempo completo, arriesgando su trabajo, familia, salud física y mental. Ya van casi tres años y el panorama va de mal en peor”.

Tomate unos segundos para leer y analizar estas interrogantes: ¿Fue justo lo que ocurrió? ¿Cómo crees que esa decisión afectó la vida de ese hijo? ¿Cómo piensas que le afectó a nivel individual? ¿Cómo piensas que le afectó a nivel familiar? ¿Cómo piensas que le afectó laboralmente? ¿Cómo piensas que le afectó a nivel social? ¿Cómo piensas que le afectó a nivel económico? ¿Piensas que la salud cumple con estándares de calidad en ese hogar?

Cómo este hay miles de ejemplos más que tristemente son silenciados por las mismas personas que viven la experiencia, y la verdad quien no lo haría en un contexto juzgador, castigador, invalidante, que todo lo ve como una prueba divina para ganarse una entrada al reino de los cielos; ignorante aun en materia de salud mental.

Un estudio de tipo fenomenológico que se realizó en cuba por parte de la carrera de enfermería en el año 2021 investigó sobre el costo humano oculto que se advertía en los cuidadores informales de adultos mayores con alzhéimer, donde pudieron visualizar implicaciones negativas en lo social, salud emocional, salud física, problemas económicos, etc.

Se edificaron dos categorías que explicaban las dificultades de los cuidadores: 1) impacto del costo humano y 2) afrontamiento del costo humano. En la primera categoría se identificó que en los sujetos de estudios existía dificultades severas en las relaciones sociales y económicas, además, sentían que ya no estaban viviendo sus vidas, sino las de otro y según la aplicación de la escala de sobrecarga al cuidador de Zarit, la sobrecarga era, sin duda alguna, percibida de manera plausible. En la segunda categoría se identificó que los sujetos de estudios, para afrontar el impacto de las exigencias del cuidado, aplicaban técnicas basadas en la fe, actividades recreativas y recordar diariamente la razón del porqué están cuidando.

Un segundo estudio comparado, realizado en ecuador en el año 2022, demostró que los cuidadores que estaban a cargo de adultos mayores con alzhéimer tenían mayores repercusiones a nivel físico, psicológico, económico y social, a diferencia de aquellos cuidadores que estaban a cargo de adultos mayores sin ningún tipo de alteración cognitiva.

Esto se debe a que el alzhéimer deteriora áreas corticales que tienen que ver con procesar e interpretar la información del entorno; la memoria procedimental y declarativa, la atención, el lenguaje, la regulación de impulsos se ven gravemente comprometidas, más para cuando se quieren llevar a cabo actividades instrumentales tales como el manejo de finanzas y administración de medicamentos.

Un tercer estudio correlacional transversal efectuado en Chile en el año 2019, demostró que la sobrecarga (burden) existe en los cuidadores de adultos mayores en situación de discapacidad, siendo el agotamiento mental y la ansiedad, síntomas recurrentes al momento de evaluar el nivel de calidad de vida.

Los tres estudios (los cuales dejaré en más abajo en el apartado de referencias) advierten evidencia común, es decir, la mayor prevalencia de cuidadores son mujeres, además, un gran número de estas son hijas de los adultos mayores. Más del 65% de los cuidadores están presentando sobrecarga física, psicológica, económica y social; advirtiendo además que los problemas radican principalmente en la sensación de aislamiento y/o abandono. Si bien la muestra de cada de estudio tiene criterios de selección diferenciados, algunos de ellos datan que los cuidadores tienen ayuda familiar y/o social, lo que se asumiría como factor protector, sin embargo, en otros se ve que existen cuidadores que cumplen su rol 24 horas seguidas, los 7 días de la semana sin ningún tipo de apoyo emocional ni instrumental por parte de la familia y/o comunidad. Esto sería concordante en términos de que la autonomía, la libertad de elegir, el trabajo, el ocio, el desarrollo, entre otras cosas, se pierden por cuidar al adulto mayor y que, lamentablemente, por no tener el ingreso suficiente, puesto que no se puede trabajar mientras se está cumpliendo el rol de cuidador, tampoco puede optar a la contratación de cuidados formales institucionales. Entendido esto, ¿crees que las políticas públicas de un país, las cuales velan principalmente por los adultos mayores, pueden llegar a buen puerto si no se preocupan del cuidador?

Problematizar este tema, permitiría ampliar los horizontes con la finalidad de tener una mejor perspectiva con respecto al rol del cuidador informal, ese que acepta el cuidado de otro por amor, ese que tiene que aprender a ser médico, enfermero, psicólogo, kinesiólogo, terapeuta ocupacional; ese que sufre en silencio y que prefiere no reconocer que está cansado por temor al que dirán, ese que se despierta a saltos cada vez que escucha un ruido pensando que al otro le paso algo, ese que siente culpa y que en ocasiones se refugia en una fe tóxica pensando que todo va a ser recompensado en el reino de los cielos, ese que muchas veces quiere tirar la toalla, pero no puede porque no tiene dinero ni apoyo, ese que muchas veces debe abandonar a sus hijos/as y pareja por cuidar al otro, ese que se ve expuesto a cuestionamientos absurdos y que muchas veces es acusado injustamente, ese que se posterga y que poco a poco va perdiendo su sentido de vida.

La misión no se centra tan solo en saber cuidar a un adulto mayor, sino más bien que el estado, los municipios, la comunidad generen estrategias para cuidar al que cuida, y para esto es imperativo dar un giro epistemológico, disciplinario e incluso existencial; más cuando se está en una época donde la información fluye como el caudal de un río.

En último término, como indican los estudios que la población mundial está envejeciendo a una velocidad que impresiona, es imperante entonces preocuparnos por los cuidadores en su formación, pero lo más importante, su resguardo físico, psicológico, económico y social. Un adulto mayor estará bien en la medida que su cuidador esté bien.

Y a ti, ¿Qué te parece? ¿Te habías puesto a pensar en diario vivir de un cuidador? Coméntanos. Sígueme en Instagram: https://www.instagram.com/unpsico_dudoso/

REFERENCIAS

Barba Lara, L. E., & Shugulí Zambrano, C. N. (2022). Niveles de sobrecarga en cuidadores del adulto mayor con y sin deterioro cognitivo. Estudio comparado. Rev Eug Esp, 67-80.

Espinosa Pérez, R. A., Gutiérrez Buentello, E. G., Muñiz Alvarado, M. F., Valadez Peña, M. D. L. L., Carrillo Cervantes, A. L., & Medina Fernández, I. A. (2021). Costo humano oculto en la experiencia vivida de un cuidador de adulto mayor con alzhéimer. Revista Cubana de Enfermería, 37(4).

Zepeda-Álvarez, P. J., & Muñoz-Mendoza, C. L. (2019). Sobrecarga en cuidadores principales de adultos mayores con dependencia severa en atención primaria de salud. Gerokomos, 30(1), 2-5.

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