Por: Óscar Adolfo Alvarado – Santa Rosa, Municipio Biruaca, Apure, Venezuela / Correos: desideratum_apure@yahoo.com / cronicasdehistoria2010@gmail.com

Contestación de un llanero apureño para un andino peruano.

Cuando pienses criticar los defectos de los demás corrige primero los tuyos, que nadie es perfecto en esta tierra”. Simón Bolívar.

 

Recién hemos leído el trabajo La falsa Casa de Simón Bolívar, autoría de David Salinas Flores (Lima-Perú), publicada digitalmente en el Blog Grabados donde el escritor realiza una desdeñosa crítica contra un trabajo titulado: “Conociendo la casa del Libertador en Apure”, publicado por Robert Colmenares, en el mismo sitio. Salinas Flores comienza con cita de E.H. Carr, en: ¿Qué es la historia? la cual dice: “En Historia, la precisión es un deber, no una virtud”; y en el penúltimo párrafo afirma categóricamente que: “la casa de Bolívar en San Fernando de Apure, es un ejemplo de antihistoria, la antihistoria de Simón Bolívar”.

Pues bien no conozco a ninguno de los dos autores, ni al peruano ni al venezolano, pero al leer la forma en que el primero menosprecia al segundo esgrimiendo casi que la propiedad de las verdades absolutas, afincándose en sus particulares imprecisiones y banalización de contenidos catalogándolos de “anti-históricos”, no puedo menos que hacer lo del refrán popular llanero: “meter la cuchara”… porque si bien esa querella intelectual no es de mi incumbencia y debería dirimirse entre aquellos autores, el asunto tratado si es de mi interés porque trabajé en la “Casa de Bolívar” los años 1994 – 2007; y, como ambos artículos son de lectura general, entonces cualquiera puede emitir su criterio, más aún quienes estamos vinculados al quehacer historiográfico en el Estado Apure, cuya capital es la ciudad de San Fernando de Apure, donde se encuentra ubicada la «Casa de Bolívar», objeto de controversia; “vayamos al grano”:

Cuando alguien esgrime erudición sobre un tema y ataca las imprecisiones que cualquier otro autor pueda tener al emitir un criterio, lo correcto es expresar con la mayor exactitud posible, pues no deberían ser contrariadas con otras imprecisiones. La crítica que hace David Salinas Flores comienza desde su primer párrafo a mencionar asuntos imprecisos, conste que en el último párrafo afirma: “La utilidad de la historia es mostrar lo que realmente aconteció”, entonces él dice que: (Simón Bolívar) “así liberó Colombia a través de la batalla de Boyacá en 1819”; pareciera entonces que por “arte de magia” Su Excelencia el Libertador se apareció en aquel campo de glorias neogranadinas y con ello resolvió la Independencia de ese pueblo, cuando lo correcto es decir que lo hizo mediante la «Campaña de la Nueva Granada» decidida previamente en la “Aldea El Setenta” (Apure-Provincia de Barinas), el 23 de mayo de 1819 y concluida 75 días después del afanoso fragor de varios combates en la batalla de Boyacá (7/8/1819). No decirlo así es subestimar todos los hechos heroicos que precedieron el epítome de esa campaña libertadora. Igualmente lo hace cuando nombra a Carabobo y el Perú, su propia Patria, en ambos casos también hay hechos precedentes de Campañas con características particulares para cada nación, es decir, las batallas finales son eso: finales, pero precedidas de grandes esfuerzos y sacrificios valerosos, que para no abusar de la retórica agrupamos en un “proceso o campaña de liberación”.

En el 5to. Párrafo llama “el León de Apure” al General José Antonio Páez, eso es incorrecto porque para el año 1818, en el cual ubica su contexto histórico, al “Catire Páez” no le tenían adjudicado ese mote, cognomento o sobrenombre; se lo etiquetan es cuando el 26 de abril de 1837 venció en San Juan de Payara a su antiguo compañero de luchas, José Francisco Farfán (y su hermano Juan Pablo, muerto en ese combate), quien se había levantado contra el gobierno; por esa victoria en lo adelante lo denominaron “EL LEÓN DE PAYARA”. Páez, además de “el Catire”, tuvo otros apodos: “Centauro de los llanos”, “Primera Lanza del Mundo” y “el Taita”.

En el 6to. Párrafo citando al alemán Wolfram Dietrich, en su biografía de Bolívar  dice que: “Bolívar se apresuró a unirse con Páez en el comienzo del año 1818”. Tampoco es cierto eso, el año anterior ya ambos héroes tenían contacto y los llaneros del Ejército del Apure se habían unido al Ejército Libertador de Venezuela en un solo comando con Simón Bolívar como Jefe supremo; debió buscar en la propia autobiografía del Gral. Páez, donde éste reseña acontecimientos del año 1817, entre los cuales está la “Toma de Barinas”, el 14 de Agosto (lo cual se lo informa al Libertador en una carta fechada el 19 de octubre de 1817, desde su Cuartel General en “El Yagual”),  y su retorno al Apure, donde indica: “después de mi llegada al Yagual (Sic) no hubo otro acontecimiento notable que el arribo de los comisionados que el Libertador me envió para proponerme le reconociera como Jefe Supremo” (1) y para reafirmarlo apunta más adelante:

“(…), teniendo a mis órdenes aquel ejército de hombres invencibles que me obedecían gustosos  y me quería como á padre, y cuando me hallaba investido de una autoridad omnímoda, Bolívar a quien yo no conocía aun personalmente, me envió desde Guayana á los coroneles Manuel Manrique y Vicente Parejo á proponerme que le reconociese como jefe supremo de la república” (…) Formé las tropas que tenía en el Yagual, hice venir al padre Ramón Ignacio Méndez, arzobispo después de Caracas, para que a presencia de aquellos me recibiese juramento de reconocer como Jefe Supremo al general Bolívar, y mandé después que las tropas siguieran mi ejemplo, ordenando hiciesen lo mismo los cuerpos que se hallaban en otros puntos”. (2)

He allí un relato demostrativo que antes de verse ambos personajes de nuestra historia, ya uno (Páez) estaba en comunicación y bajo el Comando Militar del otro (Bolívar). Las imprecisiones continúan en el siguiente (7mo.) párrafo cuando vuelve a errar al señalar que:

el libertador inicia “La campaña de 1818” con el fin de derrotar totalmente a las fuerzas realistas dirigidas por el general Pablo Morillo, marcha con su ejército desde Angostura (Guayana) y se dirige a Calabozo, tomando por sorpresa al general Morillo, en la llamada batalla de Calabozo que se desarrolla el 12 de febrero de 1818”.

Olvida o ignora Salinas Flores, que el Libertador sí salió de Angostura pero se dirigió primero al Apure (que pertenecía a la Provincia de Barinas) e ingresa por primera vez en su vida a este territorio el día 24 de enero de 1818, arribando por “Araguaquen”; llegó con la intención de coordinar con el Gral. José Antonio Páez las operaciones militares de la Campaña del Centro, de hecho 6 días después se juntan por primera vez y se abrazan reconociéndose mutuamente en el “Hato Cañafistola” (hoy jurisdicción del Municipio Capital de Apure); luego van a San Juan de Payara y el 6 de Febrero de 1818 ocurre la epopeya de los 50 Hiponautas en “la Toma de las Flecheras”, próxima a San Fernando de Apure, donde capturan las 14 embarcaciones con las cuales el Ejército Libertador logra cruzar hacia la banda norte del soberbio río Apure para llegar a Calabozo el día 12, lugar en el cual, por cierto, el Titán apureño Francisco Aramendi casi logra matar al Brigadier Pablo Morillo.

Los comentarios que hace sobre la “desobediencia” del catire llanero y que: “Páez sólo estaba interesado en controlar San Fernando de Apure”, no es como lo percibe Salinas Flores, al igual que otros investigadores, queriendo cargarle todo el peso del fracaso de esa campaña al líder llanero; fíjese que aquellos hombres llaneros tenían una cultura combativa y carácter rudo desconocido para Bolívar, por otra parte el Ejército del Apure estaba integrado principalmente por soldados de Caballería, Lanceros, cuyos corceles eran de raza criolla, es decir, animales pequeños de patas delgadas adaptados naturalmente al terreno llano (solo tierra), en las zonas pedregosas de montaña sus patas se quebraban y los apureños fueron perdiendo las monturas en aquellos “ripiales” que no conocían, estaban fuera de su elemento natural (el llano), de haber seguido escalando montañas toda la caballería la hubiesen perdido y ello lo entendió Páez como el posible aniquilamiento de su tropa (Cf. Autobiografía T. 1, pág. 154), mientras que San Fernando de Apure era considerado el “Gibraltar de los Llanos”, un punto estratégico al cual Páez, conocedor del terreno y en conferencia con el Libertador argumentó:

“Repetíle entonces que creía de la mayor importancia no dar un paso adelante sin dejar asegurada nuestra base de operaciones, que debía ser la Plaza de San Fernando, que era necesario arrancarla al enemigo, porque en su poder era una amenaza contra Guayana, en el caso que sufriéramos un revés”. (3)

No podemos lucubrar sobre que hubiese sucedido realmente de no haber retrocedido el Ejército del Apure, porque sería una especulación, pero de lo que sí no hay dudas es que en su terreno fueron invencibles, que después (1819) ya el Libertador tenía una mejor percepción, caracterización y relación de afecto con la tropa llanera, pues con ellos logró triunfos rutilantes, porque después de la batalla en “Las Queseras del Medio” (2/4/1819), donde quedó impactado al calificar esa batalla como “la proeza más extraordinaria que puede celebrar la historia militar de las naciones”, se fue a la Nueva Granada acompañado de buena parte de aquellos Titanes de tierras candentes, logrando trasponer montañas gélidas para liberar, como hemos citado, aquel pueblo hermano. Igual sucedió años posteriores en Carabobo y las campañas subsiguientes que culminan en Ayacucho.

Casa de Bolívar, San Fernando de Apure | Foto: Óscar Adolfo Alvarado
Casa de Bolívar, San Fernando de Apure | Foto: Óscar Adolfo Alvarado

Ahora bien, el motivo principal de este trabajo se refiere a la denominada por el autor como falsa “Casa de Bolívar en San Fernando de Apure”, negando que el Libertador se haya alojado temporalmente en una casa particular cuando de regreso de la fallida “Campaña del Centro”, había enfermado y necesitó hacer un alto para curarse apropiadamente y seguir su itinerante batallar. El argumento es que: “Bolívar estaba en el momento más vulnerable de su campaña militar emancipadora. El único lugar que podía darle seguridad era un cuartel militar, el cuartel de San Fernando de Apure”. Aquí vuelve a equivocarse porque asume como “cuartel” lo que actualmente se denomina y caracteriza así: una infraestructura militar protegida debidamente quizá con piezas de artillería y toda la organización logística de seguridad, algunas amuralladas, pero hay que ubicarse en el espacio y tiempo; el Cuartel General para el Ejército Libertador era el lugar donde estaba el Comandante y su Estado Mayor, sus más cercanos oficiales y el grueso de la Tropa; si no lo cree así puede revisar, por ejemplo, la Proclama que hace el 17 de febrero de ese año 1818, a los “Habitantes de los llanos”, en el “Cuartel General del Sombrero”; y la que hace a los “Bravos del Ejército de Apure”, después de la homérica batalla de “Las Queseras del Medio”, suscrita en el “Cuartel General en los Potreritos Marrereños”, fechada el día 3 de abril de 1819, siguiente de la Batalla, ese lugar hoy día todavía es una inmensa sabana que pareciera no tener final, nada absolutamente nada siquiera parecido a una edificación militar existió ni existe allí. Basta entonces revisar los documentos y siempre encontrará que el “Cuartel General” no se refiere a edificación militar alguna.

Lo otro es que allí el autor se olvidó de indagar más acerca de los hechos ocurridos cuando el General José Antonio Páez regresó a finales de febrero de 1818, donde consiguió cumplir su objetivo de expulsar a los realistas y tomar San Fernando de Apure, lo cual logra con tres combates finiquitando el 7 de marzo de 1818 con el rutilante triunfo en el “Combate de La Enea” (Hoy jurisdicción del Municipio Biruaca), en consecuencia pudiéramos decir (al estilo llanero) que en ese entonces Bolívar podía colgar un chinchorro en la Plaza Mayor de la ciudad y estaría absolutamente protegido, sencillamente porque la población la tenían bajo control los Bravos del Apure, con sus propias armas y, además, una importante cantidad de pertrechos que habían arrebatado al derrotar totalmente a los Realistas.

Vale mencionar que San Fernando de Apure no era una ciudad como al estilo que de muchas otras para la época, en 1818 apenas tenía 30 años de fundada (28/2/1788), imposible compararla con Lima – Perú que el 18 de enero de 1535 se fundó con el nombre de «Ciudad de los Reyes» y para cuando Bolívar llegó por primera vez al Perú (1/9/1823), ya lima tenía 283 años; lo otro es que la zona de San Fernando de Apure carece de rocas o piedras como para construir edificaciones amuralladas y la guerra hacía destruir a cada momento lo levantado, los cuarteles eran espacios improvisados cercados de troncos. Así que el Libertador llegó al sitio más cómodo para recuperar su salud, la casa como tal nunca le perteneció a Bolívar, era una casona de estilo colonial, paredes de tierra apisonada, frisada (utilizada como residencia por el Coronel Miguel Guerrero, comandante Militar de la Plaza de San Fernando) y  llegó allí el 29 de abril de 1818; el día 30 se traslada a Camaguán (hoy Municipio del Sur del Estado Guárico – Banda Norte del Rio Apure) y retorna el día 3 de mayo para quedarse en ella hasta el día 24, en el cual embarcó junto a todo el ejército que le acompañaba; ese “convoy fluvial patriota” se fue bajando el río Apure, tomó rumbo Este hacia el Orinoco para llegar a Angostura (hoy Ciudad Bolívar). Ningún documento le atribuyó ni en aquel momento de estadía ni después, el título o mención de propiedad o residencia al Libertador sobre aquella casona; la denominación “la Casa de Bolívar” fue una expresión que la población habitante de aquella incipiente ciudad ribereña le adjudicó para referirse a la casa donde Simón Bolívar estuvo, ello se fue transmitiendo por tradición oral y así se quedó permanentemente; posteriormente aunque el Libertador regresó varias veces al Apure, nunca más volvió a entrar en San Fernando de Apure, fue aquella entonces la primera y única vez que lo hizo.

Esa casona estuvo como propiedad y residencia de varias personas a lo largo del tiempo, es en el año 1933 que mediante un Decreto promulgado por el Presidente del Estado Apure el Gral. José Domínguez, que permitió colocarle una Placa en la pared frontal de esa Casona, a objeto de recordar la visita de Bolívar a la ciudad y para conmemorar el sesquicentenario del natalicio de Simón Bolívar, cuando se dio inició a un largo proceso para intentar adquirirla, intención que no se materializa sino en Diciembre del año 1980, durante la gestión del Gobernador del Estado Apure Rafael Felice Bolívar, por cierto en ocasión de otro sesquicentenario, esta vez el de la partida física del Libertador. Después hubo otros años de espera por la restauración total, es decir, no pudo salvarse nada de lo que eran ruinas, por tanto se limpió el terreno y se edificó nuevamente la estructura tal cual era, pero esta vez en Ladrillos frisados, madera y piso de terracota, obra que se entregó en acto inaugural el 1° de febrero de 1984. Para mayor información recomiendo solicitar al Historiador y Cronista del Municipio San Fernando de Apure, Licdo. Argenis Méndez, su trabajo mimeografiado “La Casa de Bolívar en San Fernando de Apure” (2004).

La declaratoria de esa casona como “Monumento Histórico” data del año 1971, luego se vuelve a declarar en 1974 como “Monumento Histórico” y sede del “Museo Bolivariano del Estado Apure”, más recientemente, el año 2004, es incluida en el “Catálogo de Patrimonio Cultural Venezolano” (Instituto de Patrimonio Cultural – Ministerio de la Cultura) y por tanto está protegida legalmente como bien de interés cultural, según la Resolución Nº 003-05 de fecha 20 de febrero del 2006.

Declaratoria de Monumento Histórico a la casa en San Fernando de Apure donde pernoctó Simón Bolívar | Imagen: Óscar Adolfo Alvarado
Declaratoria de Monumento Histórico a la casa en San Fernando de Apure donde pernoctó Simón Bolívar | Imagen: Óscar Adolfo Alvarado

 

Así pues que hemos expuesto algunas informaciones para contribuir e intentar aclarar dudas, no estamos atribuyéndonos verdades absolutas porque en la investigación histórica cada cierto tiempo ocurren encuentros de datos interesantes o novedosos que corroboran, agregan o eliminan argumentos ya expuestos, por tanto no estamos exentos que nos suceda alguna o varias veces. Sin embargo, nuestra pasión por la ciencia histórica no lleva la intención de apabullar a los demás, en contrario, está inspirada en las propias máximas del Libertador al afirmar: “De nada sirve evaluar la historia si no aprendemos de ella; la historia no es el pasado depositado en viejas bibliotecas, el pasado es una ventana hacia el futuro que nos permite enfrentar realidades actuales y por venir, que se repiten una y otra vez”.

Otra motivación de nuestro quehacer apunta a sumar generación de relevo, y para ilustrar mejor podemos tomar como nuestras las palabras de Mario Briceño Iragorry, cuando señala:

«Mientras más vigorosos sean los nexos que unen el alma del pueblo, más resistente y fácil será su defensa. Cuando, en cambio, las naciones han descuidado el cultivo de sus lazos morales será más factible su dominio por las fuerzas extrañas. Jamás perecerá íntegramente un pueblo que mire hacia su pasado. Justamente perecen y caen bajo el imperio de nuevas y extrañas fuerzas, los pueblos que no tienen conciencia de sí mismos. (…) Para que la Patria sea la tierra feliz de nuestros hijos, debemos verla y amarla como el grato legado de nuestros padres.» (4)

En consecuencia, estimamos que ello también fue la motivación intrínseca del compatriota Robert Colmenares, quien según nos han informado no es historiador, pero al visitar la Casa de Bolívar en San Fernando de Apure, sintió una motivación sublime (así lo deja notar en su artículo publicado), quizá tenga yerros por no ser especialista en la materia, mas el hecho de escribir para llamar la atención sobre el mejor cuidado de ese patrimonio es emprender una acción plausible; al respecto Don Simón Rodríguez afirmaba que: “Lo que se hace por primera vez, prueba que nunca se había hecho”, “El que no hace nada, nunca yerra, pero tampoco acierta” y se preguntaba respondiendo a la vez: “¿Quién se expondrá a errar sino el que emprende?”  Implica entonces que no puede haber anti-historia en un escrito cuyo contenido no llevaba intención de falsear hechos, sino que argumentó erróneamente algunos datos, pero lo más importante es correcto y ajustado a las realidades.

En el artículo que intenta descalificar la “Casa de Bolívar en San Fernando de Apure”, el autor pareciera más historiador de la medicina, porque afirma y reitera que: “En mayo 1818, Simón Bolívar estaba recuperándose de una enfermedad compatible con ántrax, una infección por estafilococo” (subrayado nuestro). No sabemos de dónde extrajo esa información tan precisa, pues debió decir: “probablemente por las características descritas”, ya que las referencias disponibles señalan que a ese microorganismo lo identifica como tal el cirujano Alexander Ogston en el año 1880, en la ciudad escocesa de Aberdeen, es decir, 62 años después de la enfermedad que hace convalecer en mayo de 1818 a Simón Bolívar en Apure… ¿Cómo es el asunto de las precisiones entonces?

Para concluir debemos reconocer el esfuerzo que el investigador David Salinas Flores hace para destacar las otras “Casas de Bolívar”, la intención es válida e importante, permite ilustrar a muchos en un aspecto relacionado con la vida afanosa que llevó “el hombre de las dificultades”, por cierto quien fue muy desprendido materialmente; muy importante sería que considerara en sus investigaciones las disímiles circunstancias en las cuales el Libertador recorrió buena parte de la América, cumpliendo largas jornadas a la intemperie, lugares emblemáticos que aún permanecen poco nombrados y donde su impronta inmarcesible es tan o más importante que una edificación cualquiera, he allí el ejemplo de la desierta “Aldea El Setenta”, ya nombrada en este trabajo, donde no existe al presente ningún monumento o hito material que señale el lugar, pero en aquel espacio de la sabana apureña se decidió el destino de América el 23 de mayo de 1819.

De nuestra parte invitamos al investigador peruano David Salinas Flores a intercambiar con la Red de Historia, Memoria y Patrimonio, somos un movimiento nacional venezolano de Historia Insurgente, donde nos agrupamos investigadores, historiadores, docentes, estudiantes, cronistas y memorialistas, el cual ya lleva 17 Congresos Nacionales y 4 Internacionales de Historia en Venezuela, el más reciente (Junio 2024) superó los dos mil Delegados Nacionales, 25 internacionales y 1.200 ponencias en cinco días, con la participación de todos los grupos etarios y sectores de la sociedad venezolana, incluyendo estudiantes desde el nivel Educación Inicial hasta Post doctoral, sin etiquetas excluyentes sino totalmente inclusivo. Si lo hace, tendrá la posibilidad de difundir aspectos históricos del Perú que posiblemente desconocemos los venezolanos, al igual que podrá conocer los que probablemente ignora o le llegan incorrectos acerca de la historia de la República Bolivariana de Venezuela.

Santa Rosa, Municipio Biruaca, madrugada del 25 de agosto de 2024.

Licdo. Óscar Adolfo Alvarado.

Coordinador de la Red de Historia, Memoria y Patrimonio.

Capítulo del Estado Apure.

Presidente de la Sociedad Bolivariana del Municipio Biruaca.

Integrante de la ADHILAC.

Correo electrónico: desideratum_apure@yahoo.com / cronicasdehistoria2010@gmail.com

Notas:

(1) Autobiografía del General José Antonio Páez, Volumen 1. H.R. Elliot & CO, Inc. New York. 1945, pág. 134.

(2) O. C. pág. 136-137

(3) O. C. pág. 157

(4) Defensa y Enseñanza de la Historia Patria en Venezuela. Ediciones de la Contraloría General de la República, Caracas – 1980, pág. 19.

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Roland Mirabal

Buena la aclaratoria.