Por: Óscar Fernández Galíndez – Venezuela / Correo: osfernandezve@gmail.com
Vivimos en un mundo en el que la apariencia de la separación es lo que gobierna. Todos viven encerrados en una falsa cápsula que no los protege ni salva de nada. Pero creen que sí. El aislamiento o la separación individual o por grupos ya sean estos de familia, oficio o profesión, pasatiempo, tendencia política, de estudios, de religión, de deporte, o de cualquier tribu urbana o no urbana, hacen de la sociedad el espacio idóneo para la aparición de la expresión de guerra: Divide y vencerás.
Quién gobierna esta sociedad es aquel que sabe sacar provecho de ésta separación aparente. Ese provecho también es aparente y el separador es también un ser fragmentado. Ese otro eres tú porque lo que el otro muestra aunque no te guste, no lo sepas o no lo entiendas, también forma parte de ti.
La humanidad no sólo es el lado de ella que nos gusta o con el que nos identificamos, es sobre todo, todo lo contrario. Sólo llegando a la comprensión profunda de esto, podremos igualarlo, anularlo y trascenderlo. Óigase bien, no se trata de negar la diferencia, sino de aceptarla para así poder trascenderla. Lo otro es negar su existencia y hacernos los locos. Tampoco se trata de convertirse en superhéroes o creer que estamos aquí para resolverlo todo a todos.
La mayor y más profunda comprensión a la que todo ser debe llegar, es la que te lleva a percibir al otro como un igual, es decir que no le falta nada, que lo único es que quizás no se ha percatado conscientemente de ello. Es allí donde el ser consciente de sí mismo debe ser paciente y compasivo y respetar los procesos evolutivos de cada quien.
Sólo se debe ayudar si la ayuda es requerida y esta no puede ser permanente, pues esto suele generar dependencia. Todos somos ayudadores en potencia, por lo tanto la ayuda que tú puedes dar, también la puede dar otro, y más aún, el ayudado puede aprender a ayudarse a sí mismo y luego puede ayudar a otros.
Ese es el sentido de todo esto, eso y nada más. Es por todo esto que ese otro eres tú y debes tratar a los demás tal y cómo deberías ser tratado tú mismo. Para que así todos seamos libres y felices.