Por: Henry Estrada Beltrán – Chile
Correo: henryestradabeltran19@gmail.com
–“El que apurado vive, apurado muere”– solía decir mi padre.
Aunque suene extraño, tiene sentido incluso desde la perspectiva de la física newtoniana.
Por el año 1687, el célebre físico y matemático inglés Isaac Newton publicó su famosa obra “Principios matemáticos de la filosofía natural”. En dicha publicación plasmó, entre otras cosas, su formulación acerca de las leyes del movimiento. La primera de ellas habla acerca de la inercia, donde elementalmente nos demuestra que un sujeto u objeto que está en reposo seguirá en reposo, y si está en movimiento, seguirá en movimiento, a menos que una fuerza actúe sobre él.
Si extrapolamos esta ley a nuestra vida diaria, más aún en los momentos que vive nuestro país Chile, curiosamente podemos llegar a una conclusión similar: si permanecemos en nuestra comodidad o actividad rutinaria, es probable que no logremos hacer los cambios que son requeridos para nuestro progreso y felicidad. A su vez, si hemos tomado algún rumbo equivocado, podemos hacer los ajustes necesarios para retomar el buen camino.
En el colegio se nos enseña que la distancia es el producto de la velocidad y el tiempo. Sabemos que el tiempo no se detiene y que la vida podríamos considerarla como un largo viaje. En este viaje recorreremos senderos pavimentados, a veces acompañados, otras veces solos, algunas veces iremos al final e incluso nos sentaremos a la orilla del camino a descansar, reír, llorar y por supuesto amar. El ritmo de nuestro viaje no siempre será el mismo, a veces hay que ir más rápido y otras veces más lento. Sin embargo, pareciera que dicha ecuación estuviese incompleta dado que no vemos, al menos de manera implícita, la fuerza que necesitamos aplicar para mantenernos o entrar en movimiento. Sí, tenemos claro que en algún momento nuestro cuerpo se detendrá, y llegará consigo aquel epílogo llamado muerte física del cual no podemos escapar. No obstante, lo anterior, podemos trabajar para que nuestro viaje, a pesar de los obstáculos, sea un viaje de gozo en el camino a la felicidad.
La fuerza se define como el producto de la masa y aceleración, a su vez la aceleración es la variación de velocidad. Mientras más grande sea la masa, más grande deberá ser la fuerza para mover el cuerpo. Es menester conocer que los cuerpos se mueven porque algo los empuja.
Lo que planteo es que si nuestra masa, la cual está conformada por nuestro cuerpo físico, tribulaciones, logros, angustias, frustraciones, heridas, entre otras cosas, son mayores, necesitaremos mucho apoyo y fortaleza para avanzar cuando el camino se haga angosto, estrecho, tal vez pedregoso y con una pendiente pronunciada.
Nótese que al transitar por una pendiente sufriremos los efectos propios de las componentes gravitacionales y fuerzas de roce que merman nuestro avance. Es bueno detenerse a reflexionar en este último punto: hay cosas que son inevitables y que no podemos cambiar como lo es el clima, relaciones laborales, enfermedades, la noche y el día, frío y calor, pero si podemos trabajar para encontrar una manera de poder sobrellevarlos sin que éstos nos desvíen de nuestro viaje.
¿Será que las leyes de la física están inherentemente relacionadas a los secretos de la mente y el corazón?
Todos tenemos nuestros propios desafíos y sueños, más otros ingredientes que se añaden día a día a nuestra ecuación del movimiento. Aquel viaje maravilloso que es la vida, donde podemos compartir, progresar y crecer, contemplando las flores, tal vez no con el detenimiento que deseamos, pero si recordándolas en nuestro derrotero.
A diferencia de la física newtoniana, poseemos una fuerza interior que es capaz de levantarnos en momentos de adversidad e incluso contar con fuerzas externas de apoyo espiritual-físico y emocional para hacerlo. La clave es contar con tales fuerzas o redes de apoyo. Esto nos lleva a visualizar que pueden existir redes de apoyo del entorno tales como la educación, programas de emprendimiento e innovación, programas municipales, religión, entre otras, y de nuestro microentorno, donde la familia juega un rol fundamental.
Nuestro potencial no está en las cuentas bancarias, está en las personas. La educación de calidad debe ser la fuerza fundamental y el motor que permita impulsar, proyectar y consolidar nuestros esfuerzos para ser cada día mejores como sociedad. Newton tenía razón.
Fuentes:
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“La geometría de un cuerpo se encoge y el tiempo se distorsiona, cuando la velocidad de un cuerpo se eleva” dijo Einstein en 1905 y como consecuencia, “La masa deforma al medio y el medio le dice a la masa como moverse” nuevamente en Einstein 1915. En efecto, el tiempo y el espacio por si solos, están condenados a desvanecerse en las sombras, idea que el común y silvestre aun retiene desde sus inicios educacionales. Comprender que el espacio y el tiempo es un solo concepto, que van unidos (como una malla fibrada continua) y que estamos inmersos en esa malla, es comprender de que el tiempo no evoluciona tan lineal como pensamos. Cualquier cuerpo masivo, puede deformar esa malla y por lo tanto tiempo que localmente existe ahí y por consecuencia los eventos que realicemos en ese lugar (que podría ser la tierra en que vivimos), no necesariamente ocurren al mismo ritmo que en otros lugares de nuestro universo. Quien sabe, tal vez nuestra fe en la vida sea tan fuerte, que esa misma fuerza sea la que está deformando el continuo espacio-tiempo y se produzcan las cosas que están en nuestro corazón. Probablemente, Einstein solo quería entender por qué Newton tenía la razón.
Muy agradecido por tus comentarios y aportes Pablo.