por: Leobsix Aular Franco
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Frente a la presencia del coronavirus (COVID-19), decretado pandemia mundial por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en Venezuela se han tomado una serie de medidas que buscan resguardar la vida de cada uno de sus ciudadanos. Este país cuenta con más de 30 millones de habitantes y posee una población en donde una de cada tres personas (32,3 %) se encuentra en situación de inseguridad alimentaria y necesita asistencia, esto según una encuesta del Programa Mundial de Alimentos (2019), que recogió la situación de 8375 familias distribuidas en los 24 estados del país. Dicha evaluación se llevó a cabo entre julio y septiembre de 2019 y demostró que 7,9 % (2,3 millones de venezolanos) se encuentra en situación de inseguridad alimentaria severa, y un 24,4 % adicional (siete millones) presenta inseguridad alimentaria moderada.
¿Te parecen alarmantes estos datos? Sigue leyendo.
Contextualizando la situación
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO , 2019), Venezuela se ubica como el país de América Latina y El Caribe con mayor proporción de personas en situación de hambre, y pasó a formar parte del grupo de 41 países que requieren asistencia alimentaria externa, siendo el único país en América del Sur, junto a Haití, los únicos en América Latina y El Caribe con una hiperinflación que ha erosionado gravemente el poder adquisitivo local, generando graves limitaciones al acceso de los hogares a los alimentos.
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Por su lado la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2019) ubica a Venezuela entre las cinco economías que se contrajeron para ese primer trimestre y con el fenómeno inflacionario más grave en la historia de América Latina y El Caribe.
En la actualidad, el combate de la crisis alimentaria es todo un reto para cualquier país del mundo que enfrenta el COVID-19, más aún para una nación que presenta una población con gran porcentaje en situación de desnutrición, donde generalmente son mucho más vulnerables y están menos preparados para un brote epidémico, trayendo como consecuencia un inminente incremento en la tasas de mortalidad. Además, esta situación se agrava si tomamos en consideración la recomendación de la OMS de lavarse las manos de manera regular como protocolo de desinfección en un país donde un cuarto de la población no tiene acceso al agua potable.
Nuestro país atraviesa una situación económica particular desde hace tiempo, estas medidas de prevención para evitar contraer el COVID-19 que parecen ser las correctas, pero que a final de cuentas debido al confinamiento, pone a la gran mayoría de la población en riesgo de inseguridad alimentaria al tener que reducir las porciones de los alimentos, cambio en los patrones de consumo que en muchos casos presentan deficiencias en vitaminas y minerales, lo que trae como resultado una población con madres desnutridas lactando, con niños en crecimiento y una dieta desequilibrada, así como adultos mayores que no pueden cubrir sus necesidades alimentarias convirtiéndolos en una población vulnerable.
Esta situación representa una extraordinaria y compleja situación para el Estado venezolano, el cual está llamado a garantizarle a cada uno de sus ciudadanos alimentos de alto valor nutricional, así como accesibilidad desde el punto de vista físico, pero también de capacidad adquisitiva.
La mayoría de los venezolanos han visto mermado su poder adquisitivo debido a que la gran mayoría vive de la economía informal o del llamado día a día, que no es otra cosa que “si no produce hoy, no come hoy”, aunado a este hecho, muchas empresas al ver reducidas sus jornadas laborales no generaran a sus trabajadores pagos por concepto de horas extras. Y la situación se empeora más aún para aquellos que viven del salario mínimo, de su jubilación o pensión, esto de igual manera los condena a vivir en riesgo alimentario y nutricional.
A nivel mundial, se prevé una recesión que afectara en mayor o menor medidas las economías en desarrollo, al ralentizarse el sector logístico encargado de las cadenas de suministro de bienes, y que definitivamente afectará en magnitudes profundas aquellas naciones más pobres, situación a la que Venezuela, país acostumbrado a importar, y que se le suman las actuales sanciones económicas, el cierre de fronteras, escasez de combustibles, intensificación en el incremento de los precios. Todo ello dificulta las posibilidades de importación entre ellos los alimentos e insumos básicos necesarios para hacer frente a esta pandemia.
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Definitivamente, existe una alarmante inquietud en el tema de la alimentación y nutrición ya que alrededor de una quinta parte de la población mundial ya está confinada a la lucha contra la creciente pandemia de COVID-19, que ha infectado a miles de personas en 204 países y con cifras alarmantes de fallecidos, situación que complica la disponibilidad para el trabajo agrícola.
Lo que propongo
Por lo antes descrito, considero que aprovechar el potencial agropecuario del país en medio del contexto mundial actual precisa de una transformación estructural urgente e inmediata, en donde se debe enfrentar; el abandono del campo venezolano y los altos niveles de pobreza en el mismo, el insuficiente apoyo para los procesos de investigación, innovación desarrollo tecnológico en el área agrícola, y la formulación e implementación de políticas económicas y sociales favorables al sector. En definitiva, lo antes descrito representan los mayores retos que enfrenta el sector agropecuario para alcanzar la tan nombrada y anhelada soberanía agroalimentaria, y en donde deben tomarse una serie de medidas que garanticen el acceso a insumos en el mercado para la producción de alimentos. Esto evitaría el colapso del sector agrícola venezolano, uno de los más golpeados en los últimos años.
Por ello, a continuación, propongo algunas acciones que deben ser abordadas de manera inmediata para la generación de políticas públicas dirigidas al sector agropecuario venezolano en el marco de la actual crisis.
1.- Inversión de emergencia en agricultura. Se hace necesario en el marco del decreto de emergencia económica, acciones efectivas que permitan fortalecer y emprender cambios estructurales importantes dirigidos al campo venezolano para abordar desafíos en materia de seguridad y soberanía alimentaria, que permitan mejorar la respuesta en materia de producción, así como la comercialización de alimentos a nivel nacional, esto, mediante una política de precios cónsona y real de la estructura de precios de los alimentos que permitan entre otras cosas, la estabilización del mercado, y en consecuencia la generación de confianza entre los productores agrícolas.
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2.-Articulación efectiva entre los sectores públicos y privados, así como con las organizaciones sociales por medio del diseño de una planificación estratégica de emergencia orientada a satisfacer el crecimiento de la demanda, no solo alimentaria, sino también nutricional.
Dicha articulación debe propender a disminuir los costos de los insumos importados, otorgamiento de créditos justos en condiciones de máxima flexibilidad, el suministro eficiente de insumos para la siembra (fertilizantes, semillas, maquinarias herramientas, medicamentos veterinarios), asistencia técnica, apoyo a las inversiones de infraestructuras, necesarias para el acopio y almacenamiento de los productos tanto agrícola como pecuarios, construcción y rescate de plantas de procesamiento, y la consolidación de un sistema de transporte para la distribución de los mismos cubriendo así la demanda interna de insumos y alimentos.
3.- Crear oportunidades económicas en el campo venezolano y privilegiar la producción local y regional para el establecimiento de sistemas agrícolas integradores, eficientes y responsables que desarrollen y dinamicen el modelo económico agroproductivo del país.
4.-Fortalecer las capacidades técnicas institucionales para la innovación e investigación. La ciencia y la tecnología constituyen uno de los principales ejes fundamentales de la productividad agrícola, por lo que se hace necesario el apoyo irrestricto a los institutos de investigación y centros educativos del país, permitiendo la formación del capital humano para el sector agroproductivo al ritmo vertiginoso que el desarrollo tecnológico actual lo requiere. De esta manera, generar soluciones a los puntos críticos productivos bajo un objetivo claro y acorde a las necesidades locales, ello amerita realizar una planificación sustentada en acciones efectivas y sostenibles en temas de vanguardia que permitiría entre otras cosas conocer, ofrecer alimentos fortificados, suministrando suplementos de vitaminas y minerales a la población.
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5.- Implementar políticas de agroproductivas. Orientadas al estudio de nichos de mercado, identificación de cadenas de valor de productos agrícolas y pecuarios potenciales para el consumo interno y generación de ingresos. Identificar líneas productivas con especial énfasis en aquellos rubros no tradicionales para las cuales el país tiene altas ventajas competitivas y comparativas frente a los mercados internacionales, acompañado de análisis de mercados externos, oferta y demanda, zonas con potencial para la producción que permita el desarrollo del sector rural.
6.- Medidas de auxilio social. Que permitan garantizar el acceso a los alimentos y reducir al mínimo el impacto nutricional, priorizando la población infantil, adultos mayores, embarazadas, madres lactantes y personas con discapacidad del área rural. Así como la incorporación de programas de alimentación y nutrición escolar a todos sus niveles, para mitigar la crisis en los hogares más vulnerables a la inseguridad alimentaria.
7.-Garantizar la seguridad de los trabajadores de todo el sistema agroproductivo, implementando medidas sanitarias adaptadas a la realidad contextual de cada zona.
8.- Digitalización del campo venezolano. En el mundo actual las economías que no se digitalizan están propensas a morir, algo que para muchos era un imposible, hoy lo estamos viviendo en la más profunda realidad. Las TIC ofrecen oportunidades valiosas para el desarrollo agrícola y rural, incrementando la producción sostenible, la eficiencia de los agronegocios y los ingresos para una amplia gama de actores. (FAO, 2018)
La introducción de nuevas tecnologías en la agricultura como la modelación de escenarios de potencial productivo actual y futuro, es esencial como pilar de la actual revolución agrícola y alimentaria, ello permite acceso oportuno a información y datos de calidad de distinto tipo: agro meteorológica, de mercado, de entre otras, de esto se desprende que se hace necesario implementar un observatorio de datos agrícolas para disponer de información en tiempo real de precio, volumen, rendimiento, origen y destino de la producción para los sistemas de información agrícola. La importancia de este planteamiento radica en disponer de alertas tempranas de posibles estados de inseguridad agroalimentaria.
Igualmente, son necesarios los sistemas de información geográfica, diseño de modelos para la gestión de riesgo y adaptación del cambio climático, trazabilidad e inocuidad de los alimentos, bolsas de productos agrícolas, comercio electrónico como principales ejemplos para ilustrar su importancia en el sector rural venezolano.
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Finalmente puedo decir que la agricultura y la producción pecuaria en la economía venezolana, no solo constituye la forma de vida de muchos hombres y mujeres que viven del campo, sino también representa el sector estratégico que sustenta el desarrollo económico y social del país.
Es indispensable la decisión política del gobierno nacional junto a los actores claves para el desarrollo del agro venezolano. Delinear acciones que apoyen, incentiven estrategias bajo la premisa de fortalecer estratégicamente al sector agropecuario, así como materializar las transformaciones que el país requiere, brindado respuestas pertinentes y útiles a la sociedad no solo nacional, sino también a la humanidad misma como parte del compromiso histórico e ineludible que se tiene con las generaciones futuras en el contexto de la actual crisis sanitaria a raíz del COVID- 19.
Referencias
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2019), Estudio Económico de América Latina y el Caribe, 2019 (LC/PUB.2019/12-P), Santiago, 2019.
FAO (2019). Perspectivas de cosechas y situación alimentaria – Informe trimestral mundial no. 3, septiembre 2019. Roma.
FAO (2018) Siete factores de éxito para empoderar a las mujeres rurales a través de las TIC. Marzo 2018
Programa Mundial de Alimentos (2019) Evaluación de seguridad alimentaria. Principales hallazgos, Venezuela. Septiembre 2019
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