Por: Óscar Fernández Galíndez – Venezuela / Correo: osfernandezve@hotmail.com

Todo en este mundo de irrealidad es apariencia. No existen las diferencias más allá de la ilusión que nos muestran los sentidos. No existen los amigos ni los enemigos, no existen los buenos y los malos, no existen los que saben y los que no saben, no existen los que tienen y los que no.

Ustedes dirán que todo esto que digo es difícil de entender, sobre todo, porque el mundo se basa y se justifica en esas supuestas diferencias. Pero lo que realmente existe son las creencias que estás percepciones están allí. Es por ello que decimos que somos lo que creemos. Si alguien viene y me insulta porque me cree su enemigo, esa acción tendrá sentido si yo también lo creo.

Con esto no quiero decir que el violento desaparezca porque se deje de creerle, lo que digo es que, si no alimento su creación, tarde o temprano esa situación desaparecerá. Quién vive pensando que todos son nuestros enemigos, vive la vida a la defensiva creyendo que todos nos atacarán y por lo tanto debemos defendernos incluso antes del ataque.

Si vivimos creyendo que todos son amigos, andamos por la vida asumiendo que nadie está en tu contra, por ello cuando alguien hace algo que te afecta negativamente no puedes entenderlo. No somos los “sabelotodo” ni los ignorantes de todo. Aquellos que creen en todo lo que les dicen, son tan ignorantes que aquellos que no creen en nada.

No es posible poseerlo todo, ni carecer de todo. Es por todo esto que nuestras acciones y reacciones, dependerán única y exclusivamente de nosotros mismos y no de lo que realmente hay. Tenemos a muchos pobres que se creen ricos porque tienen dinero y muchos ignorantes que se creen sabios porque manejan mucha información.

Todo es apariencia, en el mundo del comportamiento humano aquellos que se ofrecen como los más fuertes y seguros, son los más débiles e inseguros. Lo mismo pasa con los aparentemente alegres o con los temerarios. No hay nada que hacer para convencer al otro, sobre todo porque el otro, está tanto o más confundido que aquel que pretende convencerlo.

Existe una sola vía de desenredar esta madeja de confusión y es entendiendo que todo lo que se nos muestra como aparentemente real, es solo un dibujo, un disfraz. Por ello los invito a ver con los ojos del corazón, porque tampoco se trata de una suerte de antilógica, es decir todo lo contrario a lo que hasta ahora hemos creído.

Se trata de aprender a ver con los ojos del corazón sin juzgar a nadie. Se trata de comenzar a ver lo que hay y no lo que parece o creemos que hay. Hay quienes ante determinada situación que les parece desagradable, la transforman en sus mentes y terminan creyendo que eso es lo que existe.

Para poder ser seres de transformación, es necesario ser profundamente coherentes, lo que pienso, siento, digo y hago, deben ir en el mismo sentido. Si esto no ocurre, aparece la incoherencia y la confusión. Y es allí cuando no puede aparecer la intuición o la voz del corazón. Únicamente será posible que la intuición llegue, cuando la confusión en sus corazones desaparezca y cuando la apariencia ya no sea más que un recuerdo.

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Flor

Me encantó es lo mejor que leí hasta ahora, una linda forma de llevar luz a la mente ✨️