Por: Óscar Fernández Galindez
osfernandezve@gmail.com
Hemos visto el como esa práctica humana desproporcionada que la sociedad llama cultura, ha invadido los espacios de lo cibernético. Y si bien es cierto, todo eso aparentemente nos genera muchos beneficios, también genera muchos perjuicios y sobre todo muchas adiciones.
El hombre o la mujer, el niño o la niña, reciben tanta información diaria, que no saben que hacer con ella.El ser humano debe desarrollar desde lo interno un mecanismo de autocontrol de autocensura, que le permita llevar una vida coherente y armónica más allá de la red de internet y de los dispositivos electrónicos.
Esto que les planteo suena paradójico incluso para mí, pues me valgo del mismo recurso que cuestiono, para transmitir éstas ideas.Aquí no planteamos el divorcio de la tecnología y la vuelta a la era de piedra, aunque ciertamente algunas personas que han caído en altos niveles de dependencia tecnológica, precisamente por falta de mecanismos de autoregulación lo requieran.
El ser humano debe ser capaz de sentir y vivir la libertad, y no crear en su siquis las mismas condiciones que lo hacen débil y dependiente.El hombre creó la tecnología y esto cambió a tal punto a la sociedad que ahora es la tecnología la que gobierna al hombre y no al revés.
¿Quién lleva el sartén por el mango? La respuesta sociotecnológica sería, el sartén.
Una de las razones que nos ha llevado a esta sumisión ante lo tecnológico, es la falsa creencia de que la tecnología per sé, fue creada para el bien de la sociedad. Y como consecuencia de lo anterior, entonces somos incapaces de cuestionarla, pues así como la cultura y la religión, deben ser asumidas ciegamente cómo buenas.
Una de las mayores trampas en la generación de dependencia tecnológica y de consumo, la vemos en la supuesta innovación. Muchas personas corren ciegamente tras el último producto, cuando ni siquiera han aprendido bien a usar el anterior.
Ese apresuramiento, sólo busca una cosa, que el consumidor no piense.No todo no nuevo es mejor, eso lo pude ver más de una vez con la empresa de Bill Gates Microsoft, y su producto office. Éste último no necesariamente resultaba el mejor año tras año.
Otro aspecto que podemos señalar aquí es la obsolescencia programada. En relación a esto último Wikipedia nos dice lo siguiente:
“La obsolescencia programada u obsolescencia planificada es la determinación o programación del fin de la vida útil de un producto, de modo que, tras un período de tiempo calculado de antemano por el fabricante o por la empresa durante la fase de diseño del mismo, éste se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible por diversos procedimientos, por ejemplo por falta de repuestos, induciendo a los consumidores a la compra de un nuevo producto que lo sustituya. Su función es generar mayores ingresos debido a compras más frecuentes, que redundan en beneficios económicos continuos por periodos de tiempo más largos para empresas o fabricantes”.
Incluso debemos revisar ese discurso maniqueo que reza que la tecnología será lo que sea no por su potencialidad sino por su uso.Y es que acaso la tecnología de la guerra no es para matar. Me preguntó, ¿es que acaso quién diseñó la bomba atómica, no sabía lo que hacía?
Quién diseña y vende armas no saben lo que hacen y quiénes crean armas biotecnológicas, tampoco? La tecnología sin moralidad, es un monstruo terrible, y nadie dice nada porque se supone que así es y así debe ser. ¿Esto es y debe ser realmente así?
La visión endoepignosemiotica aquí iría a cuestionar tal libertad ante el poder que se le ha otorgado sumisamente a la tecnología.
Referencia
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Obsolescencia_programada