Por: Alejandra Herrera – Chile / Instagram: @ale__escritora /Correo: aleescritorafeminista@gmail.com
“Está bien no estar bien”. En apariencia, ésta frase promovería la libertad y aceptación del sentir, sin embargo, si ahondamos en ella descubriremos que no todo lo que brilla es oro. Partamos señalando que este imperativo que nos invita a reconocer las diversas maneras de habitarnos, instala sutilmente al “estar bien” como el estado basal ideal, dándonos licencia para visitar la oscuridad, siempre y cuando volvamos rápidamente a la luz.
Si bien es cierto esta “invitación al bienestar” aplica a tod@s, para nosotras el mensaje es de mayor calibre. Al anhelo del equilibro psicoemocional y físico que con llevaría el “estar bien”, se suman las exigencias del ser mujer, establecidas desde el heteropatriarcado, es decir, cánones de belleza, sexualidad al servicio de otros y madresposas con un alto nivel de multifuncionalidad. No podía ser de otra manera, si en los últimos años nos han hecho creer que somos superpoderosas y capaces de lograrlo todo, lo que en realidad se traduce en ser mujeres con dobles jornadas (laboral y doméstica), hacernos cargo prácticamente de toda la crianza, obligándonos a postergar proyectos o eliminando actividades de agrado para asumir el cuidado de otros. Dudo que cargar con todo aquello en algún momento nos haga “sentir bien”, mejor dicho, creo que de algún modo funciona como trampa para normalizar actitudes que nos violentan de diversas maneras, intentando justificar el malestar que la sobreexigencia trae, pero recordándonos que es normal y que pronto estaremos bien.
¿Qué se esconde tras la obligatoriedad de estar bien?
A las mujeres la imposición del equilibrio, nos desafía a resolver la paradoja en la que nos han ubicado; el permiso de expresar nuestras emociones, solo si estas no implican enojo, desacato o ira, reacciones que a los hombres lo envisten de audacia y valentía, pero a nosotras nos transforman en “histéricas”, “mal cogidas” o “amargadas”. Estas descalificaciones y desvalorizaciones nos conducen a inhibir nuestro verdadero sentir y transformarlo en emociones “recatadas” o simplemente reprimirlas.
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El no estar bien no es antojadizo, así lo confirma el libro The stressed sex: Uncovering the truth about men, women, and mental health (1). Los autores concluyen que las mujeres presentan prevalencias más altas y tienen más probabilidad que los hombres de sufrir depresión y ansiedad destacando el hecho de que las mujeres no solamente presentan tasas más elevadas de trastornos mentales que los hombres, sino también síntomas más graves y discapacitantes.
¿Qué factores se asocian con estos problemas de salud mental?
De acuerdo a la investigadora y Doctora en Psicología Luciana Ramos Lira (2) Los principales factores psicosociales asociados a la depresión es precisamente ser mujer, sobre todo si se es jefa de familia o si se dedica exclusivamente a las labores del hogar o a cuidar a algún enfermo.
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Creo que la mayoría de las mujeres cumplimos en mayor o menor medida con alguna de estas condiciones, difícil que fuera de otra manera, si estas labores son impuestas desde la cuna. En infancias jugando a cuidar muñecas, haciéndonos cargo de hermanos menores o asumiendo junto a la madre o cuidadora femenina, las labores domésticas.
La infinitud del cuidado de otros en los diversos ámbitos, nos erosiona corporal y mentalmente, agujerando la estabilidad psicológica, perdiéndonos a nosotras mismas para que otros puedan encontrarse.
¿Que esconde el no estar bien?
Otra de las situaciones que acarrea a estas alturas, el dogma de “estar bien” es la invisibilización de las emociones, no generando los espacios para el displacer. Pareciera que la premura por estar bien nos lleva a omitir el dolor, la rabia, el enojo y si estos aparecen, que sea rápido porque urge volver a la plenitud.
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Para el sistema “está bien, no estar bien”, es un eufemismo que perpetua estructuras simbólicas y concretas que no hacen más que reproducir desigualdades históricas, que debemos asumir por el hecho de ser mujeres, que nunca nos permitirán un verdadero bienestar. De ahí la relevancia de no hacer invisibles las violencias ejercidas con la frase “está bien no estar bien” y recordar que siempre lo personal será político.
Soy Alejandra Herrera, Feminista y escritora. Psicopedagoga, Magíster en Neurociencias aplicadas a la Educación, Diplomada en Estudios de Género mención Políticas Publicas y Educación. Autora del libro “Apto para Señoritas”. Te invito a conocer más acerca de mi trabajo en mi cuenta de Instagram @ale__escritora o mediante mi correo: aleescritorafeminista@gmail.com .
Notas
1.- Freeman y Freeman
2.- Investigadora en Ciencias Médicas «F», Dirección de Investigaciones Epidemiológicas y Psicosociales, Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente, Licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma Metropolitana, Xochimilco, Maestra y Doctora en Psicología Social por la Universidad Nacional Autónoma de México