Por: Óscar Fernández Galíndez – Venezuela / Correo: osfernandezve@hotmail.com

Vivimos en el universo de libre albedrío, aquí el bien y el mal están permitidos. Para nosotros en nuestro proceso y/o viaje de retorno, resulta necesario vivir y comprender la experiencia del bien y del mal, y esto puede parecer muy simple para algunos, pero lo cierto es que el nivel de confusión es tal, que para muchos el bien y el mal no son tan claros.

Incluso, hay para quienes el mal es bien y viceversa. Sin embargo, cuando vamos más allá, lo realmente importante es trascender esa dualidad, lo importante es trascender cualquier dualidad.  En el momento en que comenzamos a establecer criterios de valor, nuestra comprensión del mundo se hace simple, y nos quedamos suspendidos en una nube de superficialidad, una nube de apariencias.

La realidad está más allá del bien y del mal, es necesario tener claros qué es el bien y qué es el mal, para luego desecharlos y aceptar la profunda verdad de la no dualidad. Si nos quedamos en medio de las polaridades, nos volveremos moralistas, más, sin embargo, esa comprensión solo será útil para el ego y para la sociedad, pero no para el ser.

El ser necesita liberarse de estándares, de estancamientos, de controles. Los controles solo sirven para demostrar lo contrario. Es decir, que no se controla nada, cuánto más controles percibamos, menos control habrá. La vida y la realidad es un flujo que debe ser acompañado no retenido ni empujado.

Es por todo esto que no se trata ni de libertad o de dependencia. No hay dependencia ni independencia. En una sociedad siempre necesitaremos del apoyo de otros para coexistir, no se trata de si se tiene mucho o poco dinero, se trata de entender que esto siempre ha sido así, es por ello que la lucha por someter a otros o por librarse de dicha opresión, son parte de la misma comprensión limitada.

Lo único que existe es interdependencia, todos somos seres de la naturaleza y como tales formamos parte del gran juego de la existencia. Si quitamos al juego egoico de la ecuación, lo único que queda, son seres qué coexisten en armonía con su entorno.

En conclusión, el problema aquí no es la dependencia o independencia, el problema aquí es el ego, y al ego no se combate con más ego. Solo se puede vencer al ego con el despertar de la consciencia, ese es el único camino. Partimos individualmente en busca de la verdad interior para descubrir al final que no existe un yo sino un nosotros.

En eso consiste el camino de la espiritualidad.

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