Por: Juan Alberto Cerda Guzmán
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¿Sabías que el nivel de lectura de una población tiene correlación directa con el nivel de democracia? Bajo esta premisa, me gustaría que te tomaras un momento y pensaras sobre tu país y, específicamente, en el sector que resides actualmente ¿Existe alguna biblioteca dicho sector? Y si esta biblioteca funciona ¿Cuántos libros se piden al día, a la semana, al mes e incluso al año? Si no manejas este número, no te preocupes, no obstante, sería interesante que pudieras obtenerlo para que la reflexión se amplíe mayormente. En este artículo me propongo exponer sobre la importancia y los beneficios que tienen los libros.
Encontrarse con un libro puede ser una experiencia inquietante, pues en ese objeto, que está compuesto por dos tapas y un montón de hojas con letras y/o ilustraciones, poseen las facultades para poner en entre entredicho todas nuestras certidumbres y convicciones. Es la misma idiosincrasia humana quien le otorga vitalidad al libro y lo separa de ser tan solo un simple objeto; los libros son una vía de constante cuestionamiento. Por lo tanto, el acto de leer (que en muchas ocasiones es asumida por las personas como una actividad tediosa) no es una herramienta para imponer, sino, por el contrario, para reflexionar y adquirir una mayor resolución de la realidad; leer sugiere distintos mundos, distintas maneras de ver la vida, es en sí la oportunidad en donde emanan todas las creaciones que trascienden los intereses individuales. Félix de Azúa decía que “imaginar mundos quiere decir habitarlos y por consiguiente imaginar posibles modos de habitar el mundo”.
Ahora bien, se debe considerar que los libros en sí no salvan a nadie, más solo iluminan y dan la posibilidad de exponerse, no obstante, aquello, sus lecturas no tienen sentido si no hacen emanar el pensamiento ni los sentimientos en grandes cantidades, ¿Y esto por qué? Nadie podría acreditar que la historia ha sido perfecta ni mucho menos esperar que lo sea; no se puede negar, además, que el ser humano ha cometido atrocidades enormes, pero tampoco ha dejado de ser conscientes de sus acciones desmesuradas e intentando compensarlas. Los errores estimulan la reflexión, la crítica y la ética, haciendo que la moral replantee la manera de relacionarnos (se espera que siempre sea para mejor). La ética es: elegir, decidir y hacerse responsable; sin embargo, para esto debes conocerte y la manera de hacerlo es conociendo a los demás y he aquí la importancia de los libros, pues de ellos se han conocido los aciertos y fallos de nuestros antepasados y desde ahí ir dejando semillas de esperanza. Los libros son y serán una máquina del tiempo.
La televisión, el cine, las RRSS son herramientas de comunicación (que utilizan las imágenes) las cuales nos hacen confirmar nuestras creencias con relación al mundo, sin embargo, ¿Serán realmente nuestras creencias? Lo más probable es que no, dichos medios tienen la capacidad para controlar el pensamiento e inhibir la reflexión, más no existe ningún esfuerzo para poder entenderlas, pues están configurados para que nuestro cerebro se inmovilice. Por supuesto, las imágenes son llamativas por su estética, no obstante, su objetivo es cautivar para distraer y manipular.
El libro, por el contrario, no es inmediatez, sino reposo y maduración. Exige un esfuerzo multidimensional (cognitivo y emocional); en muy pocas ocasiones nos hacen reafirmar nuestras convicciones, es decir, liberan a las personas de la triste certidumbre -controlada-, permitiéndonos, además, re-experimentar la realidad. Por lo tanto, cabría preguntarse ¿Consiguen los libros que seamos mejores personas?
La respuesta dependerá de la madurez que tenga la persona que está leyendo. No debemos olvidar que nuestra manera de percibir el mundo es en sí “interhumana” y, además, que somos seres contextuales más que textuales. La conversación de lo que se encuentra en los libros transforma en sí la lectura a propósito de que de esa manera dicho ejercicio pasa de ser algo pasivo a algo activo. George Steiner dijo una vez que “las relaciones entre el verdadero lector y el libro es creativa” y esta creatividad va de la mano por la capacidad de reinterpretación y de reescritura.
En síntesis, los libros y leernos nos permiten adentrarnos a la carretera del progreso moral, pues nos hacen sensibles a las diferencias y a la diversidad e incluso, un medio para canalizar la violencia y la impulsividad, es decir, es una herramienta de educación sentimental. Los libros nos ayudan a poner palabras a nuestro mundo interior para explicitarlo. Leer emancipa.
En último término, es un trabajo de todos hacer que la lectura pueda ser alcanzada por la mayoría de las personas para que podamos incrementar la calidad del desarrollo humano. Democratizar el conocimiento es el verdadero desafío. Si estás en contra de la piratería de libros y a favor de comprarlos originales, divulga lo central que puedes extraer de ellos con los demás. Aprendamos a ampliar la mesa y a eliminar la verja entre nosotros. El conocimiento debe ser de todos y no de algunos.
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