Por: Jenny García González, María Luisa Arrieta Domínguez, Laura Ospina Ordóñez/ Adscripción: Semillero Metales Pesados. Programa Ingeniería Geológica. Fundación Universitaria del Areandina – Sede Valledupar,  Colombia / Instagram: @geoaventure_

Los fósiles representan actualmente los restos y evidencias de vida de los asombrosos seres que habitaron la Tierra hace millones de años. Su presencia no solo proporciona información sobre los procesos evolutivos que ha experimentado nuestro planeta, sino que también permite identificar y clasificar distintos grupos de animales, plantas y formas de vida que dejaron una huella significativa a lo largo de la historia, desde el clima y la evolución hasta la alimentación y las enfermedades (Emily Osterloff, s.f.)

En los pliegues del tiempo, la Tierra guarda secretos que solo se revelan a quienes saben leer sus rocas. Así lo descubrimos, estudiantes de ingeniería geológica, durante una travesía por los paisajes fósiles de Villa de Leyva, Sáchica, Floresta y Sogamoso —regiones marcadas por la huella de criaturas marinas como plesiosaurios e ictiosaurios que nadaron en mares cálidos hace más de 100 millones de años. Pero lo que más nos emocionó no fue solo mirar hacia el pasado profundo, sino comprender que Colombia aún tiene historias paleontológicas por contar, muchas de ellas apenas emergiendo.

Una geografía que preserva el pasado

Colombia, moldeada por su intensa actividad tectónica y diversidad geológica, es un mosaico de oportunidades para el estudio del pasado. Regiones como el altiplano cundiboyacense o la cordillera Oriental han sido clave para desenterrar fósiles marinos del Cretácico, como los que encontramos en nuestro recorrido. Estas rocas, que alguna vez fueron fondos marinos, hoy nos permiten caminar sobre los vestigios de un océano extinto: El Mar Cretácico en Colombia. En esta travesía, comprendemos que los fósiles no son solo restos del pasado, sino pistas vivas que conectan biología, geología e historia. Son ventanas al origen y evolución de la vida, y también espejos que reflejan cómo ha cambiado el paisaje que habitamos.

En esta publicación del blog Grabados, compartimos no solo palabras, sino también las imágenes capturadas por nuestros estudiantes. Desde los afloramientos de calizas y lodolitas con fósiles en Villa de Leyva, hasta las placas informativas del Museo Paleontológico de Sáchica y las formaciones rocosas de La Quinta en el Cesar, cada fotografía se convierte en una pieza de este rompecabezas temporal. Los invitamos a recorrer con nosotros esta línea del tiempo natural, donde las rocas son libros y los fósiles sus ilustraciones. Porque la paleontología no es solo cosa del pasado: es una ciencia viva, y en Colombia, aún queda mucho por descubrir.

Comenzamos con: El Perijasaurus La Paz (Serranía del Perijá – departamento del Cesar) Primer dinosaurio encontrado en Colombia.

 

En la Serranía del Perijá, en Colombia, fue encontrada la vértebra de un dinosaurio terrestre que habito desde el Triásico superior al Cretácico superior: Se trata de un Saurópodo (herbívoro) de cuello largo, cabeza pequeña, patas gruesas y cola robusta. Su nombre combina “Perijá”, en honor al lugar donde fue hallado y “La Paz” en referencia a los acuerdos de paz firmados en 2016, que permitieron explorar zonas antes inaccesibles por el conflicto armado, estos acontecimientos permitieron que en el 2018 un grupo de geocientíficos nacionales e internacionales, entre ellos los paleontólogos colombianos Aldo Rincón PhD y Harold Jiménez PhD(c), hallaran el yacimiento de este dinosaurio que habito nuestro territorio, único en su especie ya extinta. La pieza original, a diferencia de otros fósiles, no se encuentra en Colombia, sin embargo, se realizaron réplicas de este fósil y una de ellas se encuentra en el Museo Geológico y Cultural SEYNEKUN ubicado en la Fundación Universitaria del Areandina, en Valledupar – Cesar, y que hace honor a la región que habitó.

Este hallazgo no solo llena un vacío en el registro fósil de América del Sur, sino que también sitúa a Colombia en el mapa internacional de la paleontología del Jurásico. El Perijasaurus es un testimonio de cómo, incluso en tiempos convulsos, el conocimiento puede florecer.

En la historia paleontológica, la mayor dominancia de reptiles que existieron fue la de los pliosuarios – principales depredadores de los océanos durante el Cretácico temprano -, como sabemos, nuestro territorio se encontraba sumergido por el inmedo océano ecuatorial, el cual era el hábitat de un importante y diverso ecosistema marino. Gracias a una secuencia sedimentaria que va desde el Barremiano hasta el Aptiano temprano, aún se conservan estos registros de reptiles marinos, aunque se han descrito cuatro géneros, el Sachicasaurus y Monquirasaurus, están estudiados a mayor profundidad.

Monquirasaurus Bayacensis ( Vereda Monquirá de Villa de Leyva – Boyacá)

 

El Monquirasaurus Boyacensis, pertenece al grupo extinto del Plesiosaurio. Era uno de los reptiles marinos más grandes del océano, pesaba aproximadamente 9.1 toneladas y medía 8 metros estimados, tratándose así de un plesiosaurio adolescente del cretácico inferior, datando de 110 a 115 millones de años. Su anatomía es muy particular, de cráneo grande y romo, conformado por un cuerpo largo y ancho de aletas y cola.

Fue hallado en 1977 por Don Samuel Vargas en los predios del Señor Tito Hurtado, las excavaciones fueron realizadas por geólogos, arqueólogos y paleontólogos de la institución que se conoce hoy como el servicio geológico colombiano, el fósil fue encontrado en el miembro de arcillolitas de la formación paja, en un ambiente que en su momento fue marino de aguas someras y que guarda consigo una gran diversidad de especies marinas. El fósil se encuentra in situ e inmueble, es decir se encuentra en el mismo lugar donde fue hallado y no se ha movido a ningún lado, tanto así que el museo el fósil se construyó sobre él y tiene las puertas abiertas para admirar el Monquirasaurus y todas las demás especies de fosiles que allí se guardan. (Noè & Gómez-Pérez, 2022).

Sachicasaurus Vitae (Sáchica – Boyacá)

 

Entre 2009 y 2010, durante la construcción del Poliducto Andino en su trayecto por los municipios de Villa de Leiva, Sáchica y Sutamarchán, se llevó a cabo una prospección paleontológica en donde se encontraron dos importantes hallazgos fósiles en excelente estado de preservación, uno de ellos correspondía al Sachicasaurus Vitae. Este fue recuperado en sedimentos del conocido Miembro Arcillolitas Abigarradas de la Formación Paja. Su edad se determinó gracias al hallazgo, en las capas portadoras, de la amonita Heinzia sp. = (Gerhardtia) que vivió en los mares del Cretácico temprano durante la parte inferior del Barremiano tardío (Páramo y colaboradores, 2018).

Según sus características anatómicas, este ejemplar hallado correspondía a un espécimen adulto, que aún conservaba características propias de su etapa juvenil cuando murió. Mientras que los restos del Monquirasurus reposan en el mismo lugar en donde fue hallado, el del Sachicasaurus, tuvo que ser trasladado desde el lugar en donde se encontró, hasta donde reposa hoy en día para su exhibición. Una vez extraídos los restos del pliosaurio se trasladaron al salón comunal que, a partir de ese momento, se convirtió en el laboratorio donde el equipo liderado por la paleontóloga de la Universidad Nacional María Páramo, llevó a cabo el minucioso trabajo de limpieza y análisis de los fósiles. Su nombre rinde homenaje a la localidad de Sáchica, donde fue descubierto, mientras que vitae, del latín «vida», simboliza la vitalidad que este importante hallazgo ha otorgado al pueblo desde su descubrimiento (Páramo y colaboradores, 2018)

Referencias Bibliográficas

 

 

 

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