Por: Carmen Loopart – Chile / Correo: danialbornoz.lopez@hotmail.com
Fue como un abrir y cerrar de ojos, así pasó el tiempo para mí. Un día estaba licenciándome del colegio con la cara llena de espinillas, derrochando testosterona y ahora ya con 51 años, derrochando lamentos y lleno de deudas. El tiempo es muy burdo, pero peor es la fuerza de gravedad. Todo sucumbe ante la gravedad y los años, los dos grandes responsables de que todo, todo se nos vaya cayendo y hablo específicamente del pelo, los parpados, los glúteos, el abdomen, las orejas, etc. Y no crean que son ideas mías, esto, nos pasa a todos.
Una mañana tras por fin haberme podido despegar de la cama, me dirigí al baño de prisa. Sentí un globo vesical como un estanque de 2.000 m3 en capacidad máxima. Apenas hice fuerzas para vaciar la vejiga me di cuenta que la orina salía a medio chorro. Como una llave sin presión. Ya era tarde y no podía llegar atrasado al trabajo por tercera vez en la semana ya que mis excusas estaban sobreexplotadas. El taco ya lo había utilizado dos veces. Mi señora enferma, lo había dicho la semana pasada. El auto con problemas mecánicos lo dije el día anterior. Y si inventaba una excusa nueva sería muy evidente, pensé. Así que no hice mayor esfuerzo en entender que le estaba pasando a mi sistema urinario, tomé mi bolso y me fui.
Mientras iba de camino al trabajo, me puse a pensar un poco en mí. Sentía esa incomodidad de querer orinar en todo momento. Y me había comenzado a preocupar. Creo que hacía más de diez años que no visitaba un “matasanos” y la última vez que fui, había sido por un dolor de pecho intenso. Esa vez ingresé de urgencia y me dejaron recostado en una camilla conectado con cables y unos chupones que me pegaron en la zona torácica. Ahí estuve como una hora. Hasta que, aburrido de estar allí, me desconecté y me fui. Nunca supe que fue lo que pasó. Pero imagino que nada grave si no, lógicamente no lo estaría contando.
Lo que me pasó aquella mañana fue distinto. Llegué al trabajo y me dirigí al baño. Nuevamente ganas de orinar, pero hice casi nada. Se lo comenté a un colega más viejo que yo. Pensé, si era problema de próstata (típico en mayores de 40 años) este tipo seguro lo sabía. Dicho y hecho. Le conté con un poco de vergüenza. A veces nos avergonzamos de puras estupideces. El tema es que me recomendó ir urgente al urólogo. A él le había pasado algo similar y con un par de medicamentos todo mejoró.
Después de la discreta conversación con el colega, quedé un poco más tranquilo. Pero los síntomas continuaron. Pasaron los días y pude conseguir hora al médico. Particular por supuesto. Traté de hacer el trámite por el sistema público para aprovechar mi 7% que entregaba sagradamente todos los meses al fondo nacional de salud. Esperanzado y con la inocencia de un niño fui un día temprano al consultorio a pedir una hora médica. Pero nada hacía presagiar que, para lograr obtener una hora de atención con un especialista, debía descifrar un acertijo.
Paso N°1: Ir temprano al consultorio (4:00 o 5:00 AM) para ver si lograba obtener hora con un médico general (Lo logré, después de tres intentos fallidos)
Paso N°2: El médico general debía entregarme un papelito llamado “interconsulta” para la especialidad de urología. La entrega de este papel dependía si el médico general era capo para determinar si realmente lo necesitaba. Las primeras atenciones me indicaron que solo era una infección urinaria. Me dieron antibióticos y para la casa. No requería licencia médica así que continué trabajando. Finalmente, de tanto insistir logré obtener la tan valiosa “interconsulta”.
Paso N°3: Con la interconsulta ya en mis manos fui al hospital y me sumé a una larga fila que, tenía como objetivo entregar el “papelito” en una ventanilla.
Paso N°4: Logré ingresar la interconsulta, pero no había horas médicas. Debía esperar.
Pasaron dos meses y medio tratando de conseguir atención médica a través del sistema público. Pero tenía que seguir esperando (eso repetía como grabadora la señora de la ventanilla)
El sistema público me dio un portazo en mis creencias, en mi ingenuidad y en mi próstata. Finalmente, como todo buen chileno que necesitaba tratarse algo urgente, terminé yendo a una clínica.
Llegó el día de la tan buscada y esperada hora médica. La atención del urólogo fue de 15 minutos aproximados que incluyeron preguntas de mi vida laboral, alimenticia, hábitos, entre otras cuestiones. Mas el temido tacto rectal que jamás en la vida me había realizado por miedo, vergüenza y pudor. Con todo eso, el urólogo ya tenía una idea de lo que podía estar pasando en mi cuerpo.
Aturdido por todo lo que dijo el médico salí de aquel box. Con una carpeta llena de papeles y unas recetas para comprar en farmacia que, parecían estar escritas en hebreo. Un par de exámenes determinarían el paso siguiente.
Pasaron unos días y volví a la misma clínica con todos los papeles en mano. Para sorpresa mía, no se trataba de una simple infección. Sino de un cáncer de próstata, grado IV.
No fue fácil recibir esa noticia. Fue ahí donde realmente tomé conciencia de la vida, de mi propia vida. Siempre prioricé todo menos mi salud. como era posible que algo se anidara en mí y yo sin darme cuenta. No lo pude entender.
Desde ese minuto comenzó una lucha eterna contra el cáncer y contra mi bolsillo. No solo enfermé yo. También mi familia. Hicimos todo lo posible. Pero el cáncer ya se había propagado en otros órganos.
De acuerdo a una investigación efectuada por la Facultad de Medicina de la Universidad Católica de Chile, en Latinoamérica y en Chile cerca de un 40% de los pacientes diagnosticados ya están en etapa avanzada, a pesar de que la evidencia demuestra que un chequeo a tiempo disminuye la mortalidad en poco menos de 30%.
En Chile se estima que aproximadamente existen 25.000 pacientes al año con cáncer de próstata en cualquiera de sus etapas. Mueren 2.000 hombres al año por cáncer de próstata. Lamentablemente el diagnóstico sigue siendo tardío y la mortalidad sigue aumentando. La respuesta al tratamiento es adecuada, sin embargo, el problema actual es el diagnóstico tardío.
“El cáncer de próstata no se previene, sólo se diagnostica precozmente, por eso es muy importante el chequeo temprano de los hombres sobre 45 años. Desde los 45 años si hay antecedentes familiares de cáncer de próstata, mama u ovario y desde los 50 años si no hay antecedentes familiares”, explicó el Dr. Ignacio San Francisco, jefe del Departamento de Urología UC.
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Fuentes
Universidad Católica de Chile, Facultad de Medicina (25 de septiembre 2019), Cáncer de próstata: anualmente fallecen 2 mil chilenos por la enfermedad, encontrado en: https://medicina.uc.cl/noticias/cancer-de-prostata-anualmente-fallecen-2-mil-chilenos-por-la-enfermedad/
Fotografía: <a href=”https://www.freepik.es/foto-gratis/hombre-reflexivo-mirando-ventana-mientras-que-lectura-periodicos_976853.htm#query=Hombre%20pensando&position=19&from_view=search&track=sph”>Imagen de peoplecreations</a> en Freepik
Es la realidad de muchas personas cuanto hombres como mujeres que viven su cáncer en silencio y ese silencio los va a pagando de una forma de la cual nadie se lo imagina. son pocos los que le dan la valla y le ganan al cáncer ..
Es lamentable pero verdad. Muchos viven esta enfermedad en silencio y sin el apoyo económico y emocional necesario. ¡Saludos!
El pudor? Si puede ser determinante tanto para hombres como para mujeres, donde se deben realizar exámenes para pesquisar enfermedades .
Pero la BUROCRACIA, Es lo más letal que mantiene el sistema de salud en Chile. Y a esa fatalidad le agregamos el factor dinero, del cual dependemos gran parte de la población. Por lo tanto cuando se enferma una persona termina afectada toda la familia
TRISTE NUESTRA REALIDAD
La burocracia, la desinformación, el abandono y el precario apoyo del sistema de salud a las personas que lo requieren son algunas de las problemáticas existentes hoy en día en nuestro país.
Gracias por leerme, un abrazo.
Excelente narrativa, el relato hace entender una problemática con base en la poca preocupación por parte del hombre en la prevención de una enfermedad como lo es el cáncer de la próstata, como la escritora plasma todas las excusas que es capaz de inventar un ser humano, solo con el objetivo de evadir una cruda realidad, mis felicitaciones
Los exámenes invasivos pueden provocar rechazo, sobre todo en hombres. Esto es más común de lo que creemos. Lo importante es informarse adecuadamente.
Gracias por tu comentario, saludos.
Ni el pudor ni la burocracia…todo se resume por un autocuidado sobre todo a cierta edad. Tener que envejecer es complejo además cuando no existen los recursos para llevar una vida sana, en base sobre todo a una buena alimentacion y acceso a chequeos preventivos…..un abrazo y a cuidarse!!!
¡Es muy importante el auto cuidado!
Gracias por comentar, saludos.
¿A quién no le ha ganado el pudor o la burocracia al momento de tener que hacer algún “trámite”? y vamos postergando y postergando hasta que:
1) estamos muy encima del tiempo o “plazo” para realizarlo.
2) ya es muy tarde cómo para hacer algo.
El texto nos invita a reflexionar por medio de una situación de vida o muerte, cómo es un chequeo de salud preventivo; sobre situaciones que en realidad pasan muy seguido en nuestro día a día, cómo por ejemplo, una amistad, un trámite importante, recomponer una relación, etc.
Me gustó mucho!
Saludos 🙂
Todos en algún momento hemos tenido que pasar por exámenes invasivos que nos provocan pudor y por otro lado los desagradables trámites. Pero aquí la gran importancia del chequeo preventivo.
Gracias por tu comentario, saludos.
Excelente relato.. Salvo algunas diferencias pareciera un relato d eli vida actual…. Jajajaja….. Hay que tomárselo con humor.. N.. Pero creo que para la respuesta ambos conceptos aplican. Y ambos están relacionados entre sí. Quisas nuestra burocracia de osistema y país es como el pudor que tenols para aceptar solucionar y atender nuestras vivencias en la vida …
¡Exacto!
Gracias por leerme, un abrazo.
El autocuidado son palabras grandes cuando uno es trabajolico y no se da cuenta que es un número más en la empresa,fui detectado con un cáncer colorrectal etapa 2-3,el hombre es porfiado si no tiene unos pilares fundamentales que son la familia en mi caso esposa, hijos no hubiese asistido a un médico en estos momentos no estaría comentando lo sucedido el pudor se va,ciertamente el Sistema público es lento y tienes que buscar el privado pero unas vez que toma tu caso el público ahí que armarse de paciencia y no bajar los brazos no decaer el ánimo es fundamental y la familia es lo primordial.
Me encanto el escrito casi mi caso
Waldo gracias por comentar desde tu experiencia este artículo. Esto les puede servir a muchas personas más. Por otra parte, el apoyo de la familia y de las personas que están contigo batallando, sin duda son un pilar fundamental para salir adelante.
¡Fuerza y un gran abrazo!