Por: Óscar Adolfo Alvarado – Santa Rosa, Municipio Biruaca, estado Apure, Venezuela / Correo: cronicasdehistoria2010@gmail.com
Aunque las dificultades aprieten muy duro o “el agua este al cuello”, ningún llanero auténtico dejará de ayudar o tender la mano solidaria a sus amigos, vecinos o compañeros de brega. Es que la solidaridad es una de esas virtudes humanas, casi innatas en nosotros porque nos la inculcan practicándola desde niños, es igual al compartir porque la mezquindad es ajena a la cultura social llanera.
Se mira cuando es tiempo del trabajo fuerte en la sabana, unos con otros van y vienen auxiliándose mutuamente; ante una desgracia luctuosa así esté muy distante irá a caballo, caminando o en canoa (según sea la circunstancia) para acompañar al semejante, llevarle algo que ayude, mostrar la solidaridad y estar pendiente para resolverle alguna contingencia a quien sufrió la pérdida. El pasado 20 de diciembre Día Internacional de la Solidaridad Humana, el gentilicio apureño lo manifiestó hasta en verso:
Tierra del hombre que crece/ de acuerdo con la ocasión,/ que ante el peligro gigante/ se le empina el corazón/ y en la amistad y el trato/ jamás ha sido un traidor.
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