Por : Sebastián Parra Zurita – Chile / Instagram: @z.s.parra / Correo: zsparra01@gmail.com

La libertad es uno de los conceptos más discutidos en la historia de la filosofía. Desde sus primeras formulaciones en la antigüedad hasta las complejas discusiones contemporáneas, la noción de libertad ha sido central en el debate sobre la naturaleza humana, la ética y la política. Sin embargo, este concepto se enfrenta a tensiones fundamentales: por un lado, la idea de que los seres humanos son autónomos y tienen la capacidad de tomar decisiones racionales y, por otro, la comprensión de que las acciones humanas están condicionadas por fuerzas biológicas, sociales, culturales y psicológicas. Veamos algunas nociones de libertad desde una mirada filosófica:

  1. Definiciones de libertad: negativa y positiva

Isaiah Berlin, en su ensayo clásico “Dos conceptos de libertad”, distingue entre la libertad negativa y la libertad positiva. La libertad negativa se refiere a la ausencia de interferencias externas: el individuo es libre en la medida en que no está sujeto a restricciones impuestas por otros. Esta idea está en la base de la tradición liberal clásica, que defiende que el individuo debe ser libre para actuar de acuerdo con su voluntad, siempre que no dañe a los demás.

La libertad positiva, por otro lado, implica la autodeterminación y el autogobierno: no solo ser libre de restricciones, sino también tener la capacidad de realizar las metas y deseos propios en colectividad. Esta concepción positiva de la libertad se relaciona con la noción de autonomía personal y ha sido central en las filosofías de autores como Jean-Jacques Rousseau e Immanuel Kant. Para estos filósofos, la libertad no es simplemente la ausencia de coerción, sino la capacidad del individuo para gobernarse a sí mismo de manera racional y moralmente responsable.

  1. El problema del determinismo

Uno de los desafíos más profundos para la idea de libertad es el determinismo, la doctrina que sostiene que todos los eventos, incluidas las acciones humanas, están determinados por causas previas. En la historia del pensamiento, el debate entre determinismo y libertad ha sido intenso, especialmente en el contexto de la libertad del libre albedrío.

Desde la perspectiva determinista, las decisiones humanas no son verdaderamente libres, sino que están predeterminadas por una serie de factores: biológicos, psicológicos y sociales. El filósofo Baruch Spinoza, por ejemplo, sostenía que la idea de la libertad es una ilusión, dado que todo en la naturaleza sigue leyes inmutables. Aunque nos sintamos libres, nuestras acciones están determinadas por causas que escapan a nuestro control.

Esta visión es particularmente problemática para las teorías morales que dependen de la responsabilidad personal. Si las acciones humanas están predeterminadas, ¿cómo podemos hacer responsables a las personas de sus actos? El compatibilismo, una corriente filosófica representada por pensadores como David Hume y Thomas Hobbes, intenta reconciliar el determinismo con la libertad, argumentando que la libertad no consiste en la ausencia de determinación, sino en la capacidad de actuar conforme a la propia voluntad, incluso si esta voluntad está condicionada.

  1. Libertad y poder: Foucault y la crítica del liberalismo

El liberalismo clásico ha defendido la libertad individual como el valor más alto, pero las críticas desde diversas corrientes filosóficas han cuestionado esta noción. Uno de los críticos más influyentes ha sido el de Michel Foucault, quien sugiere que las concepciones liberales de la libertad ocultan relaciones de poder que condicionan y limitan la autonomía de los individuos.

Para Foucault, el poder no es simplemente una fuerza externa que limita la libertad, sino que está íntimamente ligado a las formas de saber y de verdad que constituyen a los sujetos. Las instituciones, las normas sociales y las prácticas discursivas producen a los individuos como sujetos que “libremente” se conforman a ciertos patrones de comportamiento. Esta noción plantea la cuestión de si es posible hablar de libertad en un sentido pleno cuando los sujetos están, en cierto modo, constituidos por los mismos sistemas de poder que aparentemente les otorgan autonomía.

Desde esta perspectiva, la libertad no puede entenderse únicamente como una propiedad del individuo, sino que debe analizarse en el contexto de las relaciones sociales y políticas que moldean las posibilidades de acción. Así, las críticas al liberalismo no buscan simplemente restringir la libertad en nombre de un bien colectivo, sino mostrar que la noción misma de libertad individual está impregnada de mecanismos de control y dominación.

  1. Libertad y responsabilidad: hacia una ética de la libertad

La tensión entre la libertad y el determinismo, así como las críticas al concepto liberal de libertad, no agotan el debate filosófico sobre el tema. Una cuestión central que surge es la relación entre libertad y “responsabilidad moral”. Si las personas son libres, deben ser responsables de sus acciones. Pero si la libertad está condicionada o limitada por factores externos e internos, ¿en qué medida podemos exigir responsabilidad?

En este sentido, filósofos contemporáneos como Harry Frankfurt han introducido la idea de “segunda orden de deseos”, sugiriendo que la verdadera libertad radica en la capacidad de reflexionar sobre los deseos y actuar de acuerdo con aquellos que el individuo identifica como más auténticos o valiosos. Esta noción de libertad como autoevaluación y autoafirmación puede proporcionar una vía para reconciliar la libertad con las influencias determinantes, al destacar que la responsabilidad personal no reside en la ausencia de determinación, sino en la capacidad para actuar de acuerdo con las propias prioridades reflexivas.

  1. Libertad, necesidad y virtud

La libertad está condicionada con la necesidad, se puede elegir bien como mal, dependiendo de las necesidades que establezca el individuo o la sociedad en su conjunto (según lo visto anteriormente). Es por ello que la libertad no es una condición de la virtud, sino que la virtud es una condición de la libertad. Esto dado que la libertad es el medio para alcanzar la virtud según las necesidades éticas de cada individuo, esto se puede explicar de la siguiente manera:

  1. La libertad está condicionada con la necesidad: Esta afirmación sugiere que la libertad de una persona no es absoluta; está influenciada y limitada por sus necesidades. Las decisiones que tomamos están a menudo condicionadas por nuestras necesidades básicas, deseos y circunstancias.
  2. Se puede elegir bien como mal, dependiendo de las necesidades que establezca el individuo o la sociedad en su conjunto: Esto implica que nuestras elecciones, sean buenas o malas, están determinadas por las necesidades que tenemos, tanto a nivel individual como colectivo. Nuestras decisiones están, por lo tanto, influenciadas por lo que necesitamos o creemos necesitar.
  3. Es por ello que la libertad no es una condición de la virtud, sino que la virtud es una condición de la libertad: esto se presenta como una idea importante sobre la relación entre libertad y virtud. No es la libertad lo que garantiza que una persona actuará virtuosamente; en cambio, es la virtud (entendida como la capacidad de actuar con justicia, sabiduría y templanza) lo que permite a una persona usar su libertad de manera correcta. En otras palabras, sin virtud, la libertad puede llevar a elecciones que son ciegas, que no son buenas ni justas.

Nuestras elecciones libres están influidas por nuestras necesidades y que, para que la libertad se ejerza de manera adecuada, es necesario que la persona tenga virtud. La virtud permite que la libertad sea utilizada de una manera que beneficie al individuo y a la sociedad, sugiriendo que una persona virtuosa es más capaz de ejercer su libertad de manera positiva como lo vimos anteriormente.

Es por todo esto que el concepto de libertad, lejos de ser una idea simple o unívoca, se encuentra en el centro de tensiones filosóficas que han configurado la comprensión moderna de la autonomía, el poder y la moralidad. Desde las discusiones clásicas sobre el libre albedrío y el determinismo hasta las críticas contemporáneas al liberalismo, la libertad sigue siendo un campo de debate vibrante y complejo. Una comprensión crítica de la libertad requiere no solo de una reflexión sobre la autonomía individual, sino también una conciencia de las fuerzas sociales, culturales y psicológicas que moldean nuestras posibilidades de acción.

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