Por: Ricardo J. Chaparro – Tovar: Investigador INIA – Venezuela
https://orcid.org/0000-0003-0749-726XInstagram: @ricardojcht
Hablar de las instituciones científicas y su relación con las comunidades mediante la investigación participativa, implica muchas veces encontrarnos con visiones antagónicas respecto a la actividad científica y su ejecución con el “ciudadano común.
En la historia de la humanidad conseguimos cómo la dicotomía verdad versus mentira, formalidad e informalidad en el campo científico, se discute colectivamente desde la época de los griegos. Esto se evidencia en la filosofía platónica, donde se asumía como episteme al conocimiento que era construido metodológicamente, en contraposición a la doxa, conocida como las opiniones individuales y vulgares sin basamento científico.
Con lo anteriormente planteado no se pretende circunscribir el origen del conocimiento de manera exclusiva a la época de los griegos, tomando en cuenta que desde que el ser humano está en la tierra ha generado conocimiento desde su misma experiencia. Por el contrario, con ello se pretende realzar la notoriedad del hecho de haberse conformado espacios que permitieron al ser humano encontrase desde lo comunitario o colectivo para responder a inquietudes respecto al conocer, saber y generar conocimiento. Es decir, desde la una Mirada Filosófica Práctica en este escenario.
Pinceladas de las instituciones de investigación
Tomando como premisa que Platón fue uno de los grandes filósofos que conformó la academia como espacio comunal para el estudio filosófico, y le permitió entre disertaciones con sus discípulos dejar un legado de conocimientos plasmados en sus preceptos ampliamente utilizados hasta los actuales momentos.
De este hecho, podemos relacionar que a nivel mundial, los mencionados espacios académicos se institucionalizaron y extendieron mediante la creación de universidades concebidas como recintos para la formación académica y científica, atendiendo en muchos casos a matices filosóficas y religiosas determinadas. Latinoamérica es un calco o reflejo de dicho acontecimiento, las universidades como centros académicos surgieron de forma simultánea, y con el trascurrir del tiempo también emergieron espacios institucionales donde la producción de conocimiento mediante el proceso de investigación se fue desarrollando.
Una aproximación al surgimiento de las instituciones de investigación en Venezuela
Para el caso venezolano, los espacios de producción de conocimiento científico han surgido desde iniciativas de connotados científicos, de manera individual, hasta concretarse en lo colectivo, a través de la fundación de universidades, centros e institutos de investigación científica. Al respecto, Puerta (2008) señala que:
…de la época colonial, se encuentran algunos trabajos como las Etnografías realizadas por los Padres Gumilla y Gaulín, pero en realidad este no fue un período muy fructífero en lo que se refiere a la generación de conocimientos” (p. 223).
- Hacia finales del siglo XVIII y principios del XIX hubo una incipiente actividad en el estudio de las matemáticas, contándose hasta con una Academia de Geometría y Fortificaciones para Militares; en 1827 Juan Manuel Cajigal (1803-1856) creó la cátedra de matemáticas en la Universidad de Caracas, siendo además director de la Academia de Matemáticas creada por Páez en 1831. De este período destacan el Padre Andujar y Juan Pires, en las matemáticas, para finales del siglo XVIII (Puerta, 2008, p. 223).
- A pesar de la ausencia de una comunidad científica consolidada, pueden nombrarse figuras que con su esfuerzo, le han dado al gentilicio venezolano grandes reconocimientos, tanto en el ámbito nacional como internacional. Los más destacados son Don Andrés Bello (1781-1865), José M° Vargas (1786-1854), Agustín Codazzi (1793-1859), Luis Daniel Beauperthuy (1807-1871), Alberto Lutowski (1809-1870), Rafael M. Baralt (1810-1860), Fermín Toro (1807-1865) y Cecilio Acosta (1818-1881), quienes desarrollaron actividades en diversas disciplinas científicas como la medicina, física, geometría, botánica, mecánica, literatura y filosofía, entre otras (Puerta, 2008, p. 224).
- En los primeros años del siglo XX destacaron como protagonistas Henri Pittier en la botánica; Enrique Tejera, Jesús Risquez, Juan Iturbe, José F. Torrealba, Martín Mayer y Rudolf Jaffé en la medicina y Francisco J. Duarte en las matemáticas. En 1931 se funda la Sociedad Venezolana de Ciencias Naturales, en 1937 la Estación Experimental de Agricultura y Zootecnia, que posteriormente sería la Facultad de Agronomía de la Universidad Central de Venezuela (UCV). En 1939 se crea el Instituto Nacional de Higiene, en 1940 la Sociedad de Ciencias Naturales de La Salle y en 1941 el Instituto de Medicina Tropical de la UCV y en 1946 se funda la Escuela de Ciencias de la misma universidad. En 1950 se funda la Asociación Venezolana para el Avance de la Ciencia (AsoVAC) (Puerta, 2008, p. 225).
- En la década de los años cincuenta, bajo la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, el médico Humberto Fernández Morán (1924-1999) formado en Alemania, desarrolla una intensa actividad científica. En 1951 funda la cátedra de Biofísica de la Escuela de Medicina de la UCV, en 1954 crea el Instituto Venezolano de Neurología e Investigaciones Cerebrales (IVNIC) (Puerta, 2008, p. 225).
- A mediados del siglo XX destacaron Marcel Roche en la Biomédica, quien junto con Francisco de Venanzi, (1917-1987) fundó el Instituto de Investigaciones Médicas Luis Roche en 1953, y Jacinto Convit (n. 1913) cuyos estudios epidemiológicos, le permitieron desarrollar la vacuna contra la Lepra y la Leishmaniasis (Puerta, 2008, p. 225).
- Además de las instituciones antes mencionadas, se fundaron el Fondo Nacional de Investigaciones Agropecuarias (FONAIAP), creado en 1961, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICIT), creado en 1967, el Centro de Investigaciones del Estado para la Producción Experimental Agroindustrial (CIEPE) creado en 1977, el Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIA), además de la red de Fundaciones para el Desarrollo de la Ciencia y la Tecnología (FUNDACITE) y las Comisionadurías, organismos que estuvieron adscritos al CONICIT (Puerta, 2008, p. 226).
Es así como las instituciones y centros de investigación fueron concebidos como espacios exclusivos para académicos y científicos, esta realidad ha ido cambiando en la medida que dichos espacios han reconocido las ventajas de trabajar la investigación de forma participativa con la sociedad. Ya lo decían Morros y Salas (2006) en el caso de la investigación agrícola:
Los esquemas tradicionales de investigación y extensión agrícola resultan ineficientes ante los problemas de los pequeños y medianos productores por la complejidad y heterogeneidad de las condiciones agroecológicas y socioeconómicas de sus sistemas de producción. Con base en un modelo basado en la demanda, que parte del reconocimiento de los aportes locales desarrollados por los agricultores a través de sus prácticas productivas, la investigación participativa plantea otra manera de abordar el sistema de generación de tecnología, con el propósito de fortalecer este esfuerzo a través de un proceso autogestionario que requiere capacitación permanente y una nueva forma de relación entre el investigador, el extensionista y el agricultor (párr. 1).
En este instante es importante formular la siguiente interrogante. ¿Cual es el significado teórico asignado a los espacios donde se genera conocimiento?
Generalmente, los espacios destinados a producir conocimiento son vinculados a infraestructuras físicas y dedicados a desarrollar los procesos de investigación e innovación. Por su parte Dávila (2015), se refiere a las unidades de investigación como dependencias que realizan indagación y las clasifica en: laboratorios, programas, grupos, centros e institutos de investigación, caracterizados de la siguiente manera:
- Laboratorio de investigación: tiene adscrito más de un investigador activo.
- Programa de investigación: no tiene espacio físico y tiene adscrito más de un investigador activo.
- Grupo de investigación: está conformada por más de un programa de investigación, con recursos humanos en formación y con varias líneas de investigación.
- Centro de investigación: conformado por más de un grupo de investigación, con varias líneas de investigación.
- Instituto de investigación: tiene una productividad científica alta, en la que se imparten programas de formación de recursos humanos a nivel de maestría y doctorados.
Es importante reconocer que existen aspectos técnicos en el proceso de investigación donde se requiere alta experticia. Pero, a veces encontramos dentro de algunas instituciones científicas que utilizan como excusa la “falta de experticia” o conocimiento en las comunidades y dejan a un lado su participación en el proceso de investigación.
En el contexto de la ruralidad mundial, existe amplia documentación de instituciones científicas que han desarrollado programas y proyectos de investigación de manera participativa con las comunidades teniendo excelentes resultados, por ello, se hace necesario impulsar y replicar estas experiencias.
Ahora bien, mucho se habla de la investigación participativa, pero en realidad:
¿Qué es la investigación participativa comunitaria?
La respuesta a esta interrogante la podemos encontrar en las palabras de Bellon (2013), cuando expresa que la Investigación Participativa Comunitaria en el área agrícola (IACP) es la colaboración conjunta entre agricultores y científicos en la investigación para el desarrollo agrícola. El autor destaca que la participación de los agricultores en la investigación agrícola, implica más que dialogar con un número determinado de personas o ejecutar una cantidad determinada de ensayos experimentales en sus fincas.
Para la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2002) las ventajas de la Investigación Participativa (IP) apunta a :
La producción de conocimiento, articulando de manera crítica los aportes de la ciencia y del saber popular, con el fin de reorientarlos hacia la acción transformadora de la realidad. A través de sus técnicas, la IP desencadena intercambios constructivos entre investigador y comunidad en los que se abordan conjuntamente todas las etapas del proceso investigativo y de intervención social. A partir de un diálogo que concede un rol activo a la comunidad, estimula su participación en el diagnóstico y resolución de sus necesidades, poniendo fin a la imposición de lógicas externas que se apropian de la evaluación local y cultural (p. 7).
Parafraseando a Gajardo (1983), se puede tener una visión más amplia, el cual define la IP como una forma de trabajo con las comunidades, en ella se emplean técnicas que buscan tomar en cuenta e incorporar a los agricultores en los procesos de producción de conocimientos. Dichas prácticas empleadas buscan iniciar el proceso desde las realidades concretas de los colectivos sociales o comunales, esto permite incentivar relaciones horizontales y antiautoritarias, se impulsan procesos de aprendizaje colectivo a través de prácticas grupales.
Por todo lo antes mencionado, se puede decir que la IP es una forma de generar conocimiento desde lo colectivo, donde no hay imposición de criterios, partiendo del abordaje del fenómeno o problemática a investigar hasta las técnicas o formas con las cuales se desarrollará la investigación. El consenso, en este aspecto es determinante en función de que se parte de las necesidades de resolver o conocer una problemática que afecta directamente al colectivo.
De la misma manera Gajardo (1983) hace referencia a la característica histórica del proceso de investigación o producción participativa de conocimiento:
…donde gran parte de las prácticas empleadas buscaban iniciar de las realidades concretas de los colectivos sociales o comunales con que se trabajaba e incentivaban relaciones horizontales y antiautoritarias. De igual manera, se proponían la implementación de propuestas de trabajo democráticos en la división del trabajo impulsando procesos de aprendizaje colectivo a través de prácticas grupales. (p. 73)
Entre los objetivos que busca la investigación participativa Rubin (2012) destaca los siguientes:
- Promover la producción colectiva de conocimientos rompiendo con el monopolio del saber y la información, permitiendo, de este modo que ambos se transformen en patrimonio de los grupos postergados.
- Promover el análisis colectivo en el ordenamiento de la información y en la aplicación que de ella puede hacerse.
- Promover el análisis crítico, utilizando la información ordenada y clasificada a fin de determinar las raíces y causas de los problemas y las vías de solución para los mismos.
- Establecer relaciones entre problemas individuales y colectivos, funcionales y estructurales, como parte de la búsqueda de soluciones colectivas a los problemas enfrentados. (p. 73)
Al mismo tiempo, Rubín (2012) define cuatro posibles tipos de participación en la IP:
- Participación a partir de la devolución de la información.
- Participación a partir de la recolección de datos.
- Participación en todo el proceso sobre un tema propuesto por el científico.
- Participación en todo el proceso sobre un tema propuesto por el mismo grupo.
Se puede identificar que los tres primeros tipos de investigación participativa señaladas por Rubín (2012) están relacionados y pudieran ser parte de acciones dentro de la investigación participativa; sin embargo, no representan participación genuina . Por otro lado, la participación en todo el proceso, sobre un tema propuesto por el mismo grupo, recoge el espíritu integral de la participación en la investigación.
Reflexión de cierre
Los ciudadanos a la luz de las instituciones científicas no deberian considerarse simples receptores de bienes y servicios, por el contrario, son potenciales actores activos.
Todo conocimiento, información o satisfacción de un producto o servicio está supeditado a las necesidades, opiniones e ideas que se intercambien con el ciudadano y las comunidades, es allí donde surgen las inquietudes y se suscitan los impactos de los programa o proyecto de investigación.
Tal como lo describe Morín (2014) en su planteamiento antropolítico referente a la democracia cognoscitiva, definida como la necesidad de devolver el poder del conocimiento a las comunidades, centrado históricamente en los expertos.
En este escenario, se realza la importancia que tienen los conocimientos, costumbres y creencias de las comunidades dentro del quehacer científico; lo cual, por años, les ha permitido sobrevivir. A pesar de todas sus restricciones, tienen derecho a opinar, tomar decisiones, evaluar y participar en los procesos de investigación en los temas que les atañe. Claro está, esto se convierte en un reto más para las instituciones científicas, deben estar a la vanguardia en este sentido, puesto que, en la legitimación de la participación comunitaria, existen reales posibilidades de construir un proceso de investigación con mayor pertinencia social.
Por consiguiente, sería importante fortalecer la consolidación de espacios para la participación de las comunidades mediante la ciencia, la tecnología y la innovación, reconociendo y valorando los conocimientos ancestrales e históricos presentes en las comunidades. Aspecto que representaría una oportunidad valiosa para aprovechar los recursos agroecológicos presentes en las comunidades rurales en su condición de insumos para generar nuevas tecnologías tanto por métodos artesanales, como por la vía tecnificada, como la biotecnológica.
En concreto, el tipo de investigación practicada dentro de las instituciones debe ser participativa, abierta y flexible, ejecutarse utilizando estrategias como la conformación de grupos de investigación comunitaria, lo cual permitiría desde la indagación ofrecer respuestas a problemas o cuellos de botella identificados, todo ello vinculado con las necesidades que las comunidades identifiquen.
Me despido, hasta la próxima oportunidad donde estaré desarrollando un poco más este interesante tema.
Referencias bibliográficas
- Bellon, M. (2013). Métodos de investigación participativa para evaluar tecnologías: Manual para científicos que trabajan con agricultores. México D.F: CIMMYT.
- Comisión Económica para América Latina y el Caribe. (2002). Experiencias y metodologías de la investigación participativa. https://repositorio.cepal.org/
- Dávila, G. (2015). Glosario de términos básicos en investigación. Maracay: FEDEUPEL.
- Gajardo, M. (1983). Investigación participativa. Propuesta y proyectos. https://www.cee.edu.mx
- Hellin, J., Bellon, M., y Badstue, L. (2006). Reduciendo la brecha entre la realidad de los investigadores y la de los agricultores. http://repository.cimmyt.org/
- Morros, M. y Salas, J. (2006). Los CIAL: investigación participativa en Venezuela. https://www.leisa-al.org/web/index.php/volumen-22-numero-3/1776-los-cial-investigacion-participativa-en-venezuela
- Morín, E. (2014). Nociones y principios fundamentales del pensamiento complejo. Glosario básico de la complejidad. (2° ed.) Chile: Fundación Morín.
- Puerta, M. (2008). La gerencia de Instituciones de investigación científico-tecnológicas. http://servicio.bc.uc.edu.ve/faces/revista/vol19n2/art5.pdf
- Rubín, E. (2012). Investigación científica vs. Investigación participativa. Colombia: YNFT.
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