Por: Bartolomé Cavallo – Venezuela / Correo: cavallobartolome5@gmail.com

Asistí el jueves 29 de agosto de 2024 al Teatro de la Ópera de Maracay para ver el espectáculo El Espantapájaros que quería ser Rey, del dramaturgo argentino Agustín Malfatti (1893-1968) con  el elenco de la agrupación Teatro de Emergencia, con la dirección de Víctor Loreto López, secundado por Nellet Tovar y toda una cantidad de actuantes, en su mayoría jovencitas y niños. Todo esto dentro de la programación de los jueves teatrales (Antes era los martes)

Básicamente es un cuento dramatizado donde una reina, la Reina Glotona, habita en un país donde todo se puede, sus habitantes viven del campo, un día llegó un burro con poderes mágicos, haciendo que todo lo que él tocara cobrara vida. Así, por casualidad toca a un espantapájaros, quien se aviva y decide ser el rey de la ladea o del reino de la Reina Glotona, que no le gustan las papas. La Reina Glotona trata muy mal a sus súbditos hasta que se entera que su reino está en bancarrota y decide huir dejando al espantapájaros en su puesto. Este nuevo rey hace que todo el pueblo trabaje y así con la ayuda desinteresada de la aldea, el reino vuelve a florecer. Una vez que la Reina Glotona se entera que su antiguo reino ha progresado quiere regresar pero es derrotada y convertida en piedra.

Ahora bien, dónde comienza lo específicamente teatral y dónde lo musical, porque no se trata de una comedia musical; en esto pareciera que cualquier música cabe. En este sentido percibí rellenar el cuento con muchos jóvenes, niños y niñas en atención a la Academia Música y Movimiento, adjunta al Grupo Teatro de Emergencia, aprovechando que todos deben participar. De allí que, algunos niños y niñas andan casi sin saber qué hacer en escena.

En este sentido, se observa claramente las diferencias de los actores y actrices adultos y profesionales con los que están dando sus primeros pasos en la actuación. Y aquí también es importante diferenciar el teatro infantil hecho por adultos y el teatro infantil escenificado por niños. En consecuencias se notan atropellos a la hora de los parlamentos y de la configuración de roles escénicos. Por solo poner un ejemplo, la niña pequeñita era sacada de escena en brazos del que estuviera más cerca.

El burro, o en este caso el burrito, personaje que detona el entramado, ya que es él quien permite que toda la magia del cuento se ponga en acción, debería ser interpretado por un actor profesional. El espantapájaros está frío ya que pasar de ser un ser inanimado –un espantapájaros- a un espantapájaros que habla, baila y canta debería notarse la diferencia. Con poca voz y sin la gracia que debería tener. Pero está joven y va a crecer de aquí en adelante. Solo basta trabajar.

Creo que Víctor apostó más en colocar a todos los talleristas en el escenario que en   configurar un elenco de profesionales y darle un vuelco de mayor presencia teatral. Porque en momentos, el espectáculo se pasma, pierde ritmo escénico y las actrices se van quedando sin saber qué hacer. Nellet, quien la he visto como gran actriz, esta vez utilizó un tono de voz gangoso, que resultó poco audible y creíble para llevar el peso de la obra como la reina todopoderosa.

Lorna Repillosa en su personaje Tresporcinco,  se queda desvinculada de lo que está pasando y termina más como una cajera con una calculadora que como una actriz que tiene años en el medio. David Fernández como José está flojo como un ogro gruñón. El resto hace coreografías, cantan, hacen coros y tocan instrumentos. Pero se pierde el hilo conductor que es el cuento como tal.

Por otro lado, es encomiable lo que está haciendo Víctor Loreto López montando teatro infantil, organizando una academia, haciendo la producción, vendiendo entradas, trabajando en Corposalud todo el día para llevar el sustento a su casa y comprometiéndose con los representantes que confían en él para que sus muchachos y muchachas puedan hacer lo que les gusta, que es teatro.

En términos generales, la obra no termina de engranar todo el material escénico, incluyendo la música en vivo y efectos sonoros. Creo que se debe revisar lo armónico que pudiera ser trabajar con un elenco un poco más pequeño, ajustar los enfrentamientos, acoplar la pelea de las papas –que estuvo muy bien- coordinar mejor la escena de la zanahoria y hacer que los niños y niñas disfruten, ya que cuando parecía que comenzaba una situación para enganchar al público, enseguida se pasaba a otra situación. Por ejemplo: cuando el burrito se escondió los niños y niñas iban a intentar decir dónde estaba ya había otra escena. Esto lo va dando el trabajo, saber qué escenas están largas, dónde hay que cantar y qué tipo de canción y en fin concordar con una obra que ha sido un clásico del teatro infantil.

Otras entradas de esta sección

 

Suscribir
Notificar de
guest

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

0 Comentarios
Más antiguo
El más nuevo Más votados
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios