Por: Bartolomé Cavallo – Venezuela / Instgram: @teatroacavallo / Correo: cavallobartolome5@gmail.com
Asistí el jueves 06 de marzo de 2025 al Teatro de La Ópera de Maracay para presenciar la obra En Fragmentos original de Yma Grossvater, con la dirección de Helly David Vivas, y el elenco conformado por Las Evas: (Así llamadas) Adriana Godoy, Raquel Camacho, Aly Gil y Yma Grossvater y Los Adanes: (los hombres) Rubén Serrano, Alexander Otaiza, Félix Mora y Helly David Vivas, que también actúa; acompañados en la producción por Freddy Hernández y Fratib Figueroa; música original de Waldemar D’Lima.
Al comienzo nos encontramos en la entrada del teatro a un grupo de mujeres tiradas en el suelo, con evidentes signos de haber sido golpeadas (¿Por sus maridos?), lo que nos alerta a lo que veremos en el escenario. Y efectivamente, nos conseguimos con una serie de escenas fragmentadas, de allí el título, todas unidas por un leitmotiv de la agresión, intramarital, ginecológica, estudiantil, legal y hasta familiar. La mujer sumisa que ha sido fragmentada para que solo responda por condicionamiento operante a planchar, cocinar y poner la mesa en su santo lugar.
Con un texto fofo, lineal, intrascendente, se va construyendo una serie de episodios alrededor de un banco en el centro del escenario, donde se presenta el drama de mujeres maltratadas en su casa, en la universidad, en el hospital, en la cama, en el trabajo –aquellas que sus esposos permiten que trabajen– y hasta en la calle.
Cada mujer nos narra su historia particular donde, por supuesto el hombre es el culpable. Unas no pueden engordar por aquello de la apariencia; otras deben soportar ser violadas porque de lo contrario el esposo pudiera prescindir de ella como quien se cambia de camisa; hay las que aceptan una golpiza para proteger su matrimonio y por el qué dirán.
Todas fueron educadas para soportar. Por el contrario, el hombre fue educado para maltratar. Aquí no hay un rayito de gris, todo es oscuro.
Ahora bien, la pieza funciona más como una propaganda ideológica que como una obra de teatro porque le falta la esencia teatral: la contradicción, aunque la publicidad alerta de que “No se ofende a los hombres, se desenmascaran”, para lo cual los Adanes siempre utilizaron la grandilocuencia, aún en sus tertulias cotidianas. Nos alegra ver nuevamente a Rubén Serrano como actor, después de muchos años en el rol de docente, pero Rubén también se montó en el estrado de la exposición falsesca como casi todos los actores.
Solo Helly pudo desdoblarse para darnos una excelente interpretación del marido que se da cuenta de que su mujer decidió abandonarlo. Alexander es un zorro en eso de sacarle filo a las armas melladas –me refiero al texto- Los otros se limitaron a cumplir con sus obligaciones.
Las Evas estuvieron muy bien en los papeles de damas maltratadas, asumiendo hieráticamente el peso de una sociedad también maltratadora. Raquel ha venido creciendo como actriz y pudimos ver destellos de una excelente intérprete que supo meterse en el cuero de varios personajes.
Con voz sobria se desliza por diferentes personalidades. Adriana estuvo ajustada a las exigencias de roles de mujeres maduras usando una buena voz, matizada y bien ubicada. Aly está en el trámite de la preparación actoral y estoy seguro de que lo logrará. Yma hace lo que puede.
Ahora bien, Helly David se apoyó en un dispositivo cinematográfico que salvó la puesta en escena, donde desde la pantalla se dieron mejores actuaciones que en el escenario mismo; claro, sabemos de las habilidades de Freddy como cineasta y fotógrafo. Las luces estuvieron ajustadas sin mayores requerimientos técnicos.
En términos generales, los aplausos –no sé- si son autoaplausos –esto lo estoy inventando yo- se dan por las arengas finales o porque las mujeres se asoman por los huequitos de las ventanas para ver lo que está pasando allá afuera.
Bartolomé Cavallo. Alumno de Ramón Lameda.
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