Por: Bartolomé Cavallo – Venezuela / Instgram: @teatroacavallo / Correo: cavallobartolome5@gmail.com
El martes 03 de diciembre de 2024, en la continuación del ciclo de lecturas dramatizadas, asistí al homenaje que se le dispensó a Ramón Lameda (Dolores de Barinas 30 de agosto 1938- Dolores de Barinas 15 abril 2024), con los auspicios del Teatro Estable de Maracay, en lo que ellos denominan: Dramaturgos y Dramaturgas Eternos.
En esta ocasión “leyeron” la obra de Lameda Uno y Dos, que fue publicada en el libro El Drama en Llamas; las comillas caben perfectamente, porque más que una lectura dramatizada fue una verdadera puesta en escena por Elías Osorio con la actuación de Rubén Joya y Samuel Álvarez y todo el equipo del TEM.
Uno y Dos es una metáfora del poder, donde Uno, se cree superior hasta que Dos lo desplaza, en un juego macabro de sustitución de la personalidad, los intereses y el futuro incierto de la raza humana. Escrita hacia los finales de los ochenta, donde, sobre todo, el poder político era el centro de nuestros países latinoamericanos, tema que Ramón siempre tenía muy presente.
El trabajo actoral estuvo acertado, con algunos detalles de lectura, pero que para nada nublaron el desplazamiento, los elementos simbólicos como la cadena, el pan, el encerramiento y la plaza pública donde los seres humanos son mostrados como bestias.
No se nos olvide que el capital solo tiene intereses y el hombre y la mujer son solo fichas en la producción. Samuel Álvarez está demostrando sus altas dotes de actor dramático, con una excelente voz de bajo y una perfección para las transiciones; mientras que Rubén Joya se consolida entre lo gracioso, el melodrama y lo dramático. Ambos lograron interactuar comedidamente, sin exagerar en los pasajes cómicos, ni adulterar el mensaje oculto que Lameda le imprime a sus obras.
Mención especial para Elías, que demostró el pulso para dirigir un texto extraño y a veces inconexo. Con los elementos mínimos, pero bien utilizados la gente del Teatro Estable está llenando, por fin, el hueco del teatro de autor, donde Lameda es uno de los mejores.
Ramón Lameda representó a Venezuela como actor en 1963 sin haber visto una obra escenificada pero sus dotes de comediante le propiciaron elogios, que lo llevaron a Paris al año siguiente; allí asumió la escritura y la dirección escénica. Estuvo en Maracay desde el año 1974 hasta el 1982, dirigiendo la Escuela de Arte Dramático, que ahora la hacen llamar Emilio Fragoza, cuando decide regresarse a Dolores para seguir abriendo nuevos caminos, entre el teatro, la pintura y la docencia, aunque él nunca se sintió “profesor”.
Después del espectáculo hubo un conversatorio donde intervinieron Daxcy Gualdrón, actriz del Grupo La Misére, creación de Lameda quien se lo trajo desde Francia por allá en 1966; Antonio Cabezas, íntimo amigo y colaborador en el arte gráfico y escenográfico de La Misére y Bartolomé Cavallo, alumno de Ramón desde 1975.
Este ciclo de lecturas de dramaturgos y dramaturgas recientemente fallecidos, también incluyó a Mariela Romero, Mariozzi Carmona y a Ibrahim Guerra, con diferentes elencos y diferentes directores. Esta propuesta merece todo el apoyo del Estado para poderla hacer llegar a todos los rincones de Aragua y del país en general.
¡Bravo por el Estable!
Bartolomé Cavallo, alumno de Ramón. De ahora en adelante me firmaré así: Alumno de Ramón.
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